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El BCE fracasa en su misión: no controla la inflación y alimenta una crisis bancaria

La subida abrupta de los tipos de interés no está logrando reducir la escalada de los precios y ha colocado en una situación vulnerable a algunas entidades

El BCE fracasa en su misión: no controla la inflación y alimenta una crisis bancaria

La presidenta del BCE, Christine Lagarde. | Europa Press

El BCE fracasa en su misión. No es el único supervisor al que los acontecimientos le sobrepasan tras una desacertada o tardía acción para contener las incertidumbres ni tampoco la primera vez que ocurre. La Reserva Federal también ha errado en sus medidas, a tenor de lo sucedido en la última semana. El fantasma de una nueva crisis bancaria tiene su origen en parte en los organismos monetarios, que permanecen casi inmóviles y sin reacción acto reflejo.

De acuerdo con distintas fuentes financieras consultadas por THE OBJECTIVE, el BCE -al igual que Fed- con su política para contener la inflación a toda costa está alimentando otro crash del sistema, aunque éste, de producirse, sería de magnitudes inferiores a las de 2008. Y lo peor de todo es que los precios en el Viejo Continente siguen subiendo pese al aumento abrupto de los tipos de interés. Según las propias previsiones de la institución con sede en Fránfort, el IPC no se controlará hasta al menos 2025.

La presión que están metiendo los organismos monetarios en los balances de los bancos es tal que ya se ha llevado por delante diferentes bancos. En la zona euro ninguna entidad ha caído por ahora, pero el BCE vigila de cerca al sector porque según el mensaje que trasladó hace unos días el vicepresidente del Banco Central, Luis de Guindos, a los ministros de Finanzas de la UE, hay grupos que presentan vulnerabilidades como consecuencia del alza en las tasas oficiales del dinero.

El BCE, tras haber analizado la situación, cree que la sangre no llegará al río y que el riesgo de contagio de Credit Suisse, Silicon Valley, Signature y Fist es nulo o limitado. Sin embargo, cuando saltan las alarmas se desata el pánico. Un miedo que es difícilmente de parar sin adoptar medidas drásticas.

Sangría de la banca en Bolsa que no tapona el BCE

La caída a plomo de los bancos en Bolsa desde el pasado 10 de marzo es una prueba de ello. Una hemorragia que el BCE no ha podido taponar hasta la fecha. Y lo cierto, según señalan fuentes financieras, es que la subida de los tipos ha puesto en valor la importancia de que las entidades tengan cuanta liquidez mejor ante una retirada masiva de depósitos.

El incremento de los tipos oficiales, tras un manguerazo de dinero a la banca durante la pandemia, está generando que las carteras de deuda pública que tienen en su poder el sistema financiero presente minusvalías latentes. Un hecho que puede provocar pérdidas millonarias al sector en caso de éste tenga salidas de fondos de clientes y coloque a las entidades en una situación complicada, al tener que desprenderse de estos productos para captar recursos con los que operar. Esto es lo que le ha sucedido a Silicon Valley, por ejemplo, que ha tenido que declararse en bancarrota tras la intervención de la Reserva Federal o la crisis que padece Credit Suisse.

En España, los bancos tienen bonos soberanos en una menor proporción que buena parte de sus rivales europeos, pero las pérdidas que podrían sufrir en caso de necesidad se estiman en unos 5.000 millones. Este agujero, a priori, es asumible por las diferentes entidades que, además, disponen de amplios colchones de liquidez, por encima de la media comunitaria y de las exigencias regulatorias, aunque con diferencias que pueden ser grandes.

La decisión del BCE de mantenerse firme en su posición y de no ceder al miedo de los mercados, elevando el pasado jueves los tipos de interés otro medio punto -hasta el 3,5%-, no hace más que tensionar esas carteras de deuda. Y poner con ello en un peor estado a aquellos bancos que ya tuvieran ciertos signos de debilidad por la política monetaria.

La obsesión de la institución que preside Christine Largarde con el control de la inflación ha hecho que su guion no haya cambiado y haya primado esta variable sobre la posibilidad de que el sistema colapse. Algunas fuentes consideran esto como «una temeridad», aunque hay otras que señalan que de no haber incrementado las tasas de interés el BCE habría dado un mensaje de mayor intranquilidad a los mercados al admitir de manera implícita la existencia de algún tipo de problema o riesgo de contagio.

Los expertos auguran que la incertidumbre reinará y que poco a poco las entidades con mayores debilidades irán cayendo como un castillo de naipes. La duda es saber cuántas serán y de qué importancia. Aunque el BCE ya ha dicho que está preparado para adoptar iniciativas y que puede asistir a aquellas que estén en peligro en cualquier momento, en caso de se produzca la catástrofe.

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