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La otra cara del dinero

Cómo puede afectar la marcha de la economía a los resultados del inminente ciclo electoral

Aunque en el ánimo de los votantes pesan cada vez más los argumentos culturales y los identitarios, el asunto estrella continúa siendo la economía, estúpido

Cómo puede afectar la marcha de la economía a los resultados del inminente ciclo electoral

La clave del buen comportamiento de la economía radica en las actividades ligadas al turismo y el ocio, que crecen casi a doble dígito. | TO

Once de los 18 centros de estudios que incluye el Panel de Previsiones de Funcas han revisado al alza la estimación de crecimiento de España para 2023. La media queda ahora en el 1,7%, dos décimas por encima de la anterior.

La clave de este buen comportamiento radica en las actividades ligadas al turismo y el ocio, que progresan casi a doble dígito.

«Durante la pandemia», explica el blog de Funcas, «el consumo mundial de productos industriales y de otros bienes se disparó en detrimento de los servicios, con efectos particularmente perjudiciales en las economías como la nuestra con más presencia de estos sectores. Ahora pasa lo contrario: era evidente que la pauta de demanda tenía que revertirse […], pero el movimiento está siendo más intenso de lo anticipado».

Sombras en la economía

Esta bonanza presenta, por desgracia, sombras en el medio plazo.

En primer lugar, no se está viendo acompañada por la demanda interna, que no solo no contribuyó al tirón del PIB en el primer trimestre, sino que le restó ocho décimas. En segundo lugar, todavía se tiene que dejar sentir el endurecimiento de la política monetaria. Finalmente, los europeos están echando mano de un ahorro embalsado que, tarde o temprano, se agotará.

Por ello, ocho de los 11 panelistas que han elevado la previsión para este año, rebajan la del que viene.

De aquí a las generales de diciembre, no obstante, el buen tono va a mantenerse. «Todo parece indicar», dice Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Research, «que viene muy fuerte el segundo trimestre». Al dinamismo de las exportaciones hay que sumar la moderación de la energía y el riego por manteo de las ayudas públicas.

¿Cómo va a influir todo ello en el futuro de Pedro Sánchez?

La economía importa, y mucho

«Las condiciones económicas determinan los resultados electorales en todas las democracias del mundo», escriben los investigadores Michael S. Lewis-Beck y Mary Stegmaier. La tesis de que las expansiones mantienen a los Gobiernos en el poder y las crisis los derrocan está respaldada por una abundante evidencia.

El ejemplo más notorio es el de George Bush padre en 1992.

Acababa de salir victorioso de la Primera Guerra del Golfo, pero Estados Unidos había caído en una breve recesión y los votantes fueron inclementes. «Más que ninguna otra cuestión», comentarían años después los periodistas David Rosenbaum y Steve Lohr, «la economía fue el billete de Bill Clinton a la Casa Blanca».

La suerte del candidato no depende de su gestión concreta, «sino de si las cosas han mejorado en los seis meses previos a la votación», dice el Nobel Paul Krugman.

El politólogo Larry Bartels ha desarrollado incluso una fórmula para Estados Unidos que se basa en «el ritmo de aumento de los ingresos en el segundo y tercer trimestres del año electoral y el tiempo de permanencia del partido en el poder. […] Este sencillo modelo de regresión explica más de tres cuartas partes de la variación observada en los resultados».

Los indicadores que más pesan

La regla general de que la mala marcha de las finanzas aumenta sustancialmente la posibilidad de que el incumbente no renueve debe, sin embargo, matizarse.

Lewis-Beck y Stegmaier advierten de que hay muchos indicadores económicos y la reacción a cada uno de ellos varía con la cultura y la experiencia histórica. Los alemanes son más sensibles a la inflación, los estadounidenses al crecimiento y los franceses a la desigualdad.

¿Y los españoles?

Los barómetros del CIS revelan que el paro ha sido en los últimos 20 años la principal preocupación. Un Gobierno que preside una creación vigorosa de empleo tiene mucho menos que temer que otro en el que este se destruye, como pudo constatar José Luis Rodríguez-Zapatero en 2011. Pero un crecimiento vigoroso tampoco te pone al abrigo de cualquier contingencia, como habían comprobado unos años antes José María Aznar y Mariano Rajoy.

Más que la economía en sí, la clave es el control de la agenda.

Realidad real y realidad política

«Sorprendentemente», observan los politólogos Josep M. Colomer y Humberto Llavador, «es posible que durante una campaña no se dé relevancia a las cuestiones consideradas más importantes por la mayoría de los votantes».

Damos ingenuamente por sentado que la contienda electoral se desarrolla en lo que consideramos la realidad, pero «el espacio político […] no viene dado». Es una construcción de los estrategas de campaña. En principio, si las condiciones son bonancibles, el partido en el poder parte con ventaja, pero esta puede neutralizarse politizando otros asuntos a cuya luz el Gobierno no salga tan favorecido.

Es lo que llevan décadas haciendo los socialistas con la memoria histórica, la España plurinacional o lo políticamente correcto.

Sigue siendo la economía, estúpido

La derecha se ha mostrado, por lo común, bastante menos activa y hábil en el terreno de los relatos, aunque va haciendo sus pinitos.

Ha sabido sacar buen provecho de la escandalosa inclusión de terroristas en las listas de Bildu o de las disparatadas lagunas de la ley del solo sí es sí. No obstante, la campaña vuelve como un tentetieso a gravitar una y otra vez sobre las cosas de comer y, si la oposición quiere seguir desviando la atención de ellas, va a necesitar sacarse muchos más conejos de la chistera en el largo semestre que nos separa de las generales.

Porque, como defiende The Economist, puede que en el ánimo de los ciudadanos pesen cada vez más los argumentos culturales o identitarios, pero el asunto estrella sigue siendo la economía, estúpido.

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