THE OBJECTIVE
Adrián Vázquez Lázara

Vetos a la prensa de un gobierno de la Unión Europea

«Moncloa castiga al periodismo incómodo que pregunta por los fondos de recuperación»

Opinión
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Vetos a la prensa de un gobierno de la Unión Europea

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Que el Gobierno convoque un acto informativo para explicar un asunto de tanta importancia como la gestión de los fondos europeos de recuperación y se atreva a vetar la presencia de ciertos medios en la reunión es de una gravedad que no conviene minimizar. Son pasos –este y otros— claramente autoritarios que acentúan una forma de hacer las cosas cada vez más discriminatoria, un desprecio evidente a los requisitos mínimos de transparencia y una ignorancia suicida sobre el eco y las repercusiones de estas prácticas de opacidad y despotismo en Europa. 

Y que lo único que se le ocurra a la Secretaría de Estado de Comunicación para justificar este ejercicio de no comunicación sea que la exclusión de esa docena de medios –desde El Mundo a THE OBJECTIVE, desde Onda Cero a ABC, por citar solo algunos- se debió a un problema de aforo motivado por la covid-19 es patético. Las líneas editoriales de los medios excluidos son diversas, pero tienen algo en común: no se pliegan a las versiones oficiales, no se acomodan al relato que emana desde el poder. Preguntan, cuestionan y exigen transparencia y rendición de cuentas, como es su obligación y su responsabilidad.

El veto del acto del pasado día 18 para hablar de la gestión de los fondos europeos tras las críticas de la oposición por los criterios utilizados para el reparto del dinero es un reflejo muy preocupante de cómo entiende este Gobierno el papel de los partidos políticos y de los medios en el funcionamiento de una democracia. 

Por eso me he dirigido por escrito a la Comisión Europea: para preguntar si considera que excluir deliberadamente a periódicos, radios, agencias y televisiones es compatible con el respeto a la libertad de prensa y al pluralismo que recoge el artículo 11.2 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. También pregunto a Bruselas si piensa adoptar medidas para garantizar que la gestión de los fondos Next Generation para la recuperación de la crisis se lleve a cabo de forma transparente, sometida al escrutinio independiente de los medios.

¿Este gobierno es consciente de lo delicado que es el manejo del dinero europeo? ¿Es que no sabe que los Estados miembros de la UE tienen derecho de veto sobre la atribución de fondos si entienden que hay sospechas o irregularidades en su gestión? ¿Es que no se da cuenta de que lo último que necesitamos los españoles, ante la oportunidad de invertir enormes cantidades en la transformación de la economía, es generar dudas, facilitar la pérdida de credibilidad y alimentar la desconfianza sobre nuestra seriedad y responsabilidad en el manejo del dinero? ¿Quién tiene el cuajo de preocuparse por el estado de las libertades en Polonia o Hungría y mirar aquí hacia otro lado ante esperpentos como estos?

No estamos ante un hecho aislado. No es una novedad. En los primeros tiempos de la pandemia el Gobierno seleccionaba las preguntas telemáticas de los periodistas, hasta que la protesta de cientos de profesionales y decenas de medios interrumpió esa práctica de censura previa. Hubo después vetos a medios y periodistas por parte de representantes del Gobierno y de sus socios parlamentarios; y el pasado 1 de diciembre, los partidos de la coalición gubernamental pidieron que el Congreso estableciera «las medidas necesarias» contra ciertos periodistas y medios, supuestamente por «generar un clima de tensión que dificulta el trabajo del resto de periodistas». Y no voy a referirme, para no extenderme, a las decenas de actos de desfachatez política, atropellos y excesos que sufrimos con una frecuencia alarmante, pero la degradación tiene que terminar. Me parece evidente que el descrédito de la política y el debilitamiento de las instituciones acaban desarticulando a las sociedades democráticas.

Los vetos y la censura no taparán los abusos, las arbitrariedades, los caprichos y las maniobras para enturbiar la separación de poderes y sabotear la calidad de la democracia que tenemos. La tosquedad de las maniobras hechas desde el Gobierno, desde cualquier gobierno, tropezarán siempre con la labor de los profesionales conscientes de su papel, con los medios de comunicación que forman parte del tejido plural de la sociedad y con los políticos comprometidos con la transparencia y la construcción democrática. Y con la mirada de una Europa que se ha construido sobre esos valores y que juzgará con extrema dureza a aquellos que contribuyan a destruirlos.

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