THE OBJECTIVE
Antonio Agredano

Pedro Sánchez tumbado en la cama escuchando a Extremoduro

«Sánchez se irá pero dejará a su partido con algo de esperanza. El relato del oprobio. El ‘lawfare’. La ‘fachosfera’. Esa España de buenos y malos»

Opinión
7 comentarios
Pedro Sánchez tumbado en la cama escuchando a Extremoduro

Ilustración de Alejandra Svriz.

Garbiñe Muguruza y Pedro Sánchez han decidido abandonar lo suyo en la misma semana. Los dos están cansados. «Quiero vivir la vida», ha dicho la extenista. A qué vida aspirará ahora Pedro Sánchez. Hasta el presidente del Gobierno de España tiene derecho a estar cansado. «Estar cansado tiene plumas. Tiene plumas graciosas como un loro. Plumas que desde luego nunca vuelan, mas balbucean igual que loro», escribió Luis Cernuda.

El hastío de Pedro Sánchez está siendo muy vistoso. Traiciones, decepciones y furia cotidiana. La noticia es la no noticia: el hartazgo de un político. Uno que ha sido superado por los acontecimientos, que ha acabado perdido en su laberinto de excusas. Sepultado por todo aquello que una vez le salvó. ¿Estará cansada Susana Díaz haciendo lo que sea que hace ahora? El poder desgasta, pero más desgasta no tenerlo, decían los italianos.

Pedro Sánchez se ha cansado de ser hombre. «Sucede que me canso de mi piel y de mi cara», cantaba Robe Iniesta. Se ha cansado de su propia épica, de esa resiliencia que ha paseado por parlamentos, estudios y podcasts. Y claro que tiene derecho a lamerse las heridas. Incluso tiene derecho a irse desordenadamente, como se van los que han perdido. 

A mí las despedidas me gustan breves y lejanas. Siempre me molestaron los besos impostados y estruendosos de mis tías abuelas en la entradita. Su carta a la ciudadanía es el último chupito de tequila. El karaoke abierto en la madrugada. La cerveza que abres, sin ganas, cuando llegas a casa de madrugada. La carta no es un adiós, sino una venganza. Una nota de suicidio. Una arquitectura culpable.

Pedro Sánchez es consciente de que su carrera como presidente ya había terminado. No es una epifanía de miércoles por la mañana. Había bajado los brazos. Ya sabía que las luces de la fiesta estaban encendidas cuando prorrogó los presupuestos sin pelearlos, cuando decidió apoyar el gobierno del PNV en Euskadi, cuando, tras amnistiar a los independentistas, recibió sus mensajes sobre el referéndum. Lo sabía cuando saltó lo de Koldo y Ábalos y cuando los medios pusieron a su esposa en el foco. Y no es un hostigamiento, no es una campaña orquestada, no es un blandísimo golpe de Estado, no. Es sólo que en la política suceden cosas. 

«Nuestra Constitución, como mi vieja Vespa, aunque no arranque nunca de primeras, siempre termina llevándote a donde debe»

Cosas como que la oposición trabaje, como que los jueces trabajen, como que los periodistas trabajen, como que los amigos te engañen. España funciona. Ya lo vivió Carles Puigdemont, y por eso salió del país en un maletero. Porque nuestra democracia tiene sus instituciones y nuestra Constitución, como mi vieja Vespa, aunque no arranque nunca de primeras, siempre termina llevándote a donde debe. 

«Si quieres bailar, luego tienes que pagar a los músicos», dijo Rocky Balboa. Pedro está pagando a los suyos tras un tango sensual y arrebatado. Moción de censura, elecciones veraniegas, socios desleales, modificaciones del Código Penal, indultos, amnistías. Podemos, Sumar, Bildu, Junts, ERC… el agotamiento se daba por supuesto. Las pistas de baile las carga el diablo.

Cuando tengo dudas, leo a María Patiño. Tras el post epistolar del presidente, ella escribió: «El victimismo es una trampa. El camino más fácil». María sabe que, con menos, Fresita ganó una edición de Gran Hermano. Ahora Nuria Yáñez es cantante. Con Pedro Sánchez nunca se sabe.

Sánchez se irá pero dejará a su partido con algo de esperanza. El relato del oprobio. El lawfare. La fachosfera. Esa España de buenos y malos. De progresistas y fascistas. Por ahí, a algunos habrá enganchado. Pondrá a una mujer al frente del partido, para jugar la carta del feminismo frente a la masculinidad trajeada de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Pilar Alegría, María Jesús Montero… Mujeres contra hombres. Si las elecciones se hacen en julio, hay que añadir que la izquierda indie jamás había estado tan débil. Podemos ha desaparecido y Sumar es como uno de esos globos rellenos de helio que nuestros hijos abandonan y agonizan flotando y medio desinflados en una esquina del salón. Más votos para el PSOE.

Y todo esto, por el cansancio. Porque Sánchez se quiere ir como el lateral desfondado que se sienta en el césped y mueve las manos pidiendo el cambio. El vestido de su adiós luce así, tan pomposo. Pero tras la política, tras la cortina, en el dormitorio, sólo hay un hombre fatigado. Que se apoya en la esquina de la cama. Que se mira los zapatos. Que se deja caer hacia atrás, que mira el techo, y dice para sí: «Estoy hasta la polla ya de todo esto».

Y quien soy yo para juzgarlo. A quién no se le ha ido alguna noche de las manos.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D