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La nueva jefa del CNI fue expulsada de Cuba por su papel en una operación de espionaje

Esperanza Casteleiro dirigió a los agentes españoles en La Habana, pero tuvieron que regresar a España en 2009 tras la caída en desgracia de Lage y Pérez Roque

La nueva jefa del CNI fue expulsada de Cuba por su papel en una operación de espionaje

La nueva directora del CNI, Esperanza Casteleiro. | Europa Press

Esperanza Casteleiro Llamazares (1957) ha llegado a lo más alto del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tras casi cuatro décadas de trabajo en los servicios secretos. Un extenso currículum que contiene una mancha en el expediente: su expulsión a principios de 2009 de Cuba junto a varios agentes españoles que trabajaban en la isla tras la detención de un confidente.

Después de ser cesada por Alberto Sáiz en junio de 2008 como número dos del CNI, Casteleiro fue enviada a Cuba para dirigir la red de espías españoles en el país caribeño, en un momento en el que algunos dirigentes de la ‘nomenclatura’ albergaban la esperanza de un aperturismo después de que Fidel Castro hubiese entregado el poder a su hermano Raúl.

Casteleiro se presentó en La Habana a cara descubierta, sin necesidad de esconderse tras una identidad falsa, porque su ascenso a secretaria general de los servicios secretos en 2004 la había sacado del anonimato que se exige a todo agente cuando entra en la Inteligencia española. En su caso, fue en 1983 cuando ingresó de la mano del general Emilio Alonso Manglano. Curiosamente, el mismo año en el que Paz Esteban fue fichada por el entonces Centro Superior de Información de la Defensa (CESID).

Las autoridades cubanas desconfiaron de Casteleiro desde el principio y la jefa de la antena del CNI en la isla apenas pudo moverse del hotel en el que se alojó sin ser vigilada por el servicio secreto de Raúl Castro. Al final, no llegó a estar medio año destinada en Cuba y su salida se precipitó antes de que la declarasen ‘persona non grata’.

La caída de Lage y Pérez Roque

El motivo que provocó esta súbita decisión fue la detención en febrero de 2009 del empresario Conrado Hernández cuando se disponía a tomar un avión con destino a España. El arrestado era delegado de la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (SPRI), una entidad del Gobierno vasco en La Habana. En un primer momento, se pensó que se trataba de un caso de corrupción empresarial como los que estaban aflorando en Cuba tras la tímida apertura económica que hubo después de la sucesión familiar entre los Castro.

Sin embargo, a las dos semanas se produjo la caída en desgracia del todopoderoso vicepresidente económico, Carlos Lage, y del entonces ministro de Asuntos Exteriores, Felipe Pérez Roque, quienes visitaban con asiduidad una de las haciendas que tenía Conrado Hernández a las afueras de La Habana.

Según un video que las autoridades cubanas mostraron de forma reservada a cuadros del Partido Comunista para justificar las destituciones, el empresario había aprovechado su amistad y cercanía con Lage y Pérez Roque para indagar en los cambios que se preveían en la cúpula castrista y pasar esa información al Gobierno español.

Era, por tanto, un confidente de los servicios secretos. Pero la Seguridad del Estado cubana le tenía bajo estrecha vigilancia desde unos años antes ya que había grabado una reunión de Hernández con agentes del CNI en 2007 en un conocido restaurante de La Habana Vieja.

El propio Fidel Castro cargó contra Lage y Pérez Roque en una de sus ‘Reflexiones’ publicadas en el Granma, el órgano oficial del Partido Comunista, al advertir de que los purgados «se dejaron seducir por las mieles del poder» con la esperanza de ponerse al frente del país, al tiempo que habían sido atrapados por los cantos de sirena provenientes de «agentes externos». Una clara alusión a los espías del CNI.

La presencia de Casteleiro en La Habana agravó la desconfianza de las autoridades cubanas hacia ella, por lo que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero decidió retirar a los agentes del CNI antes de que fueran expulsados por el régimen castrista. La propia Casteleiro puso rumbo a España poco después y se tuvo que reconstruir la ‘antena’ de cero. En cuanto al empresario, fue juzgado, condenado a una larga pena de prisión y únicamente pudo salir en libertad en octubre del año pasado.

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