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El grito de «traidor» resuena desde Cibeles

La manifestación de este sábado ha sido un éxito para los convocantes, con una asistencia plena y un apoyo hacia Vox muy remarcable.

El grito de «traidor» resuena desde Cibeles

Manifestación 21E en Cibeles | Fernando Sánchez (Europa Press)

El famoso Resistiré del Dúo Dinámico arropaba Cibeles y sus calles colindantes, llenas de manifestantes estusiasmados por el encuentro, abrigados por banderas de España, de los grupos políticos de centro, centroderecha y derecha.

Los cánticos de libertad hacían un eco ensordecedor, que se veían opacados por los altavoces que rodeaban la plaza, creando un zumbido que podía ser molesto en algunas ocasiones. Aún así, los manifestantes mantenían su «marcha», con bailes y ondeando sus banderas con intensidad.

El discurso contra Sánchez cada vez se hacía más presente, sobre todo tras la llegada de Cayetana Álvarez de Toledo y de Inés Arrimadas, generando un núcleo de personas en torno a ellas, que parecía ajeno a la concentración.

No obstante, las banderas no eran lo único que sobrevolaba los alrededores de la Diosa Cibeles. Los asistentes enarbolaban llamativas pancartas, que se hacían cada vez más presentes, acusando al presidente del Gobierno de traidor, mentiroso y caracterizándolo como Pinocho. El contenido de éstas pasaba desde la exigencia de retirar a los independentistas de la enseñanza catalana hasta amenazas al Gobierno.

El delito de malversación y sedición no han pasado desapercibidos, teniendo pancartas propias, formulando a Sánchez como un traidor comunista por las últimas reformas en estos asuntos. Rojo sobre negro o sobre amarillo era la estampa de carteles, que se camuflaba a la perfección entre la multitud de banderas nacionales.

Un discurso embravecido

A los pies del Palacio de Cibeles, los políticos comenzaban a reunirse, cerca del escenario donde se haría el discurso, los gritos de «traidor» y de «asesino» cada vez eran más fuertes y más seguidos por el resto del público.

Júlia Calvet, presidenta de  S’ha Acabat!, destacó, como portavoz del alegato, que esta concentración era el resultado de unir a personas diferentes, pero con objetivos comunes, aunque perdía intensidad por las constantes pausas.

Dichas pausas eran realizadas por los propios manifestantes que, cada vez que escuchaban las palabras «Sánchez», «Presidente del Gobierno», «ETA», «malversación» o «sedición» generaban dos o tres minutos de gritos, insultos y pitidos, en repulsa a las decisiones del Gobierno.

Sin embargo, la interrupción más larga se llevó a cabo tras la mención de la reforma del Código Penal para beneficiar a los socios de Gobierno y la salida de ETA por «la puerta de atrás», generando un cántico de casi tres minutos gritando «Gobierno, dimisión».

La simple muestra de apoyo a la manifestación, que hizo Vox la pasada semana, ha supuesto una movilización masiva de sus votantes. Las pancartas de la bandera nacional, con su logo en el centro, recorrían todos los puntos cardinales de Cibeles y alrededores.

En muchos casos, sus simpatizantes eran los más volcados en la marcha, comenzando los cánticos, arropando a sus representantes y ondeando las banderas.

Los manifestantes utilizaron duros mensajes en su crítica a Sánchez. / Jorge Arias

Las palabras de Santiago Abascal, rodeado de sus seguidores y compañeros, tras finalizar el discurso, supusieron que la concentración se mantuviese inmóvil, aún habiendo acabado.

Su sola presencia parecía ser objeto de devoción para los manifestantes, que se veían entusiasmados, como si de una estrella del pop ochentero se tratase. A pesar de ello, el alegato puso punto y final, haciendo que, relativamente rápido, se vaciase la manifestación, sin apenas recorrido.

Crispación política

No obstante, lo más remarcable ha sido el clima que rodeaba y consumía a todos los asistentes. El blanco y negro en el que se dividía la manifestación era asfixiante, por la fuerte diferencia entre ambas reacciones.

La alegría, el entusiasmo y la energía en su totalidad giraban en torno a todo lo relacionado con el país, los políticos de la derecha y la queja conjunta y unida en contra del Gobierno, que se convertía en risas cuando lo mencionaban entre ellos.

Por otro lado, todo cambió cuando inició el discurso. Las menciones a todo lo que consideran nocivo eran respondidas, cambiando la atmósfera del ambiente, a uno mucho más seco y hostil. Las elecciones están cerca… y todos lo saben.

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