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Cultura

La bien querida, una década cantando al amor

Coincidiendo con la presentación de su sexto disco, Brujería repasamos estos 10 años de trayectoria de Ana Fernández-Villaverde, La bien querida.

La bien querida, una década cantando al amor

Coincidiendo con la presentación de su sexto disco, Brujería, en Madrid y Barcelona, La bien querida repasa su trayectoria con The Objective, habla de la experiencia festivalera, sus inabarcables influencias musicales, el trap o sus colaboraciones con Los Planetas, La estrella de David o Diego Ibáñez de Carolina Durante.

 

En 2009 La bien querida publicó su primer disco, Romancero, de la mano de Elefant Records y en estos 10 años se ha convertido en una figura imprescindible del indie patrio. Cantando al amor, el dolor o el deseo, Ana Fernández-Villaverde (Bilbao, 1972) ha insuflado nueva vida a la canción romántica, ya sea desde sus inicios más folkloristas e incluso flamencos a su esencia pop-rock, pasando por coqueteos con la electrónica, la rumba, la cumbia o el trap. Recién publicado su sexto trabajo, Brujería, la cantautora vuelve a hechizar tanto a la crítica como a sus seguidores, que agotaron las entradas de sus próximos conciertos en Madrid (el 16 de noviembre en Joy Eslava) y Barcelona (el 12 de diciembre en Apolo 2) antes incluso de escuchar sus nuevas canciones. ¿Cómo recuerda sus inicios en la música allá por 2007 a los 35 años?

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Brujería es el álbum más reciente de la bien querida.

“Me compré una guitarra, empecé a componer y ya está. Fue todo muy rodado”, cuenta a The Objective. “Yo soy pintora, aparte de música. Es a lo que me había dedicado hasta entonces y hoy sigo compaginándolo. Cuando empecé no tenía experiencia de cantar ni de tocar, pero hice una maqueta, la subí a MySpace, a la discográfica le gustó y hasta ahora”, reconoce Fernández-Villaverde en referencia a Elefant Records, que ha publicado todos sus discos. “Me sorprendió la buena acogida que tuvo, claro. Es como que pasó un tren por mi vida, lo cogí y me ha traído hasta aquí”, remata.

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El Romancero de La bien querida. | Imagen vía Stereo.

Tras la gloriosa aparición –palabra de Rockdelux– de La bien querida con el mencionado Romancero, la cantante se convirtió en un icono del pop en español con Fiesta, una celebración donde David Rodríguez de La estrella de David repitió como arreglista y productor. “En ese momento surgió así. He intentado renovarme y hacer cosas diferentes cada vez. Pero no hay nada premeditado en mi música”, continúa diciendo sobre el evidente salto al vacío de Ceremonia

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Fiesta.

“Ese disco se grabó entero con un iPad”, reconoce entre risas. “Y el siguiente”, el oscuro y melancólico Premeditación, nocturnidad y alevosía, “también tiene toques electrónicos. Pero todos mis discos los tienen. Me gusta la electrónica, me gusta New Order. Pero no me pongo límites. Como me gusta todo tipo de música y la gente ya sabe que me gusta todo, hago pop, rock, folk”, asegura.

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Cover de ‘Premeditación, nocturnidad y alevosía’.

En Fuego todas estas influencias se mezclan para rematar la alquimia con Brujería, un disco que bebe de «Lana del Rey y Cigarettes After Sex» para cantar al amor en todas sus formas. De las dudas y la confusión del enamoramiento de ¿Qué?, que comparte con el líder de Carolina Durante; al deseo y la necesidad del otro de Déjame entrar con La estrella de David; o Domingo escarlata con Los Planetas. “A mí me gusta cantarle al amor porque es una de las emociones más potentes que puede sentir el ser humano. Es lo más importante que se tiene en la vida: no solo el amor pasional, sino la entrega hacia a cualquier causa, eso es el amor”, afirma Fernández-Villaverde. Sobre estas últimas colaboraciones, comenta: “A Diego ya le conocía hace tiempo. Entre músicos y músicas no nos fijamos en la edad. Somos todos amigos y no tenemos ningún tipo de prejuicio ante eso. La canción me pareció más propicia para él porque el fraseo le encajaba, pero la he escrito yo y son emociones que he sentido yo”, dice sobre el joven. “David me hacía las producciones y es mi ex pareja, pero nos llevamos muy bien. Y Jota es amigo mío de toda la vida y le adoro, es como de mi familia. Trabajar con ellos es muy guay”, añade.

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«No hay nada premeditado en mi música”. | Cover de ‘Fuego’.

En estos tiempos de trap y reguetón, Fernández-Villaverde confiesa que a veces “cuesta mantenerse fiel a uno mismo como artista cuando los periodistas lo que quieren es novedades y es lo que prima en todas las noticias, pero pasa en cualquier profesión. Por eso hay que estar siempre con el pico y la pala”. Aunque no rechaza ningún género. “Hace bastante tiempo tuve una colaboración con Yung Beef, que me hizo un remix de Ojalá estuvieras muerto, así que ya hice mis pinitos con el trap. De momento, no me ha salido ninguna canción trap, pero si me sale la sacaré sin ningún problema y sin ningún complejo”, añade.

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Foto: Alfredo Arias.

Después de recorrer toda la geografía española tocando en festivales –Primavera Sound, FIB o Arenal Sound–, Fernández-Villaverde reconoce que el formato multitudinario tiene sus pros y sus contras. “En los conciertos la gente viene a verte a ti, sabes que te quieren y que son tus fans. En los festivales hay mucha gente de paso y mucha gente a la que no le interesa la música y va por la fiesta. Pero bueno. A los músicos nos gusta ir, primero, porque te pagan, y como están las marcas detrás nos viene bien. Al final todos tenemos que pagar nuestras facturas y seguir viviendo de la música en este caso. Pero no me parecen mal los festivales”, cuenta.

Para terminar, ¿de dónde surge la magia de La bien querida? “Tengo un cuaderno donde voy escribiendo cada día y no desconecto nunca. Estoy todo el día pensando en canciones, escribiendo frases y palabras. Tengo un despacho donde me siento con la guitarra y voy componiendo. E intento sentarme y escribir cada día”, cuenta. “Creo que mis canciones gustan porque son muy sencillas, tienen un corte popular y metáforas. Todas las personas nos parecemos más de lo que nos gustaría y hemos tenido experiencias muy similares, de manera que es fácil sentirse identificados”, concluye.

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