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Economía

La Unión Europea a varias velocidades, renovarse o morir

Desde su torre de marfil, Bruselas ha sido incapaz de anticipar lo que sobrevenía. El desconocimiento de aquellos a los que gobierna, la falta de transparencia, la toma de decisiones a puerta cerrada y sobre todo los problemas graves derivados de la crisis económica de 2008 han provocado desunión, desconfianza y expectación ante el desmoronamiento del proyecto europeo. Ahora, tras el anuncio del Brexit, los cambios en la UE son inevitables. Cómo afrontará Europa estos cambios depende del interés y la voluntad de los países miembros en cooperar en los diferentes niveles que componen la UE, especialmente en economía y seguridad.

La Unión Europea a varias velocidades, renovarse o morir

Desde su torre de marfil, Bruselas ha sido incapaz de anticipar lo que sobrevenía. El desconocimiento de aquellos a los que gobierna, la falta de transparencia, la toma de decisiones a puerta cerrada y sobre todo los problemas graves derivados de la crisis económica de 2008 han provocado desunión, desconfianza y expectación ante el desmoronamiento del proyecto europeo. Ahora, tras el anuncio del Brexit, los cambios en la UE son inevitables. Cómo afrontará Europa estos cambios depende del interés y la voluntad de los países miembros en cooperar en los diferentes niveles que componen la UE, especialmente en economía y seguridad.

Por el momento, el futuro de Europa se ajusta a cinco escenarios, como constató la Comisión Europea en el Libro Blanco que publicó a principios de febrero. De entre todas las opciones, que iban desde el federalismo hasta el modelo de mercado común sin unión política, los dirigentes de los países miembros, salvo Polonia, parecen decantarse por la política de Europa a varias velocidades.

¿Qué es la Europa a varias velocidades?

 

La política de la Europa a dos o varias velocidades, también llamada de geometría variable o integración diferenciada, consiste en una integración a là carte en la que la situación económica, cultural y social de cada país dictará en qué áreas cooperar y a qué ritmo. Se diferencian dos grupos, uno avant-garde o núcleo duro encargado de tomar decisiones sobre la unión política, Francia y Alemania y otro que iría a la zaga, el resto de la UE.

«Europa no va a ir más allá de lo que es ahora, apostará por el pragmatismo y por los cambios conservadores»

 

Esta flexibilidad política no es nueva porque, sin ser oficial, siempre ha estado presente en aspectos como el Mercado Común, la Unión Monetaria o Schengen. Solo hay que mirar hacia Suiza, Dinamarca o Noruega, que están dentro y a la vez fuera de ciertas políticas de la UE y son el ejemplo a seguir para el Reino Unido. De hecho, es más que una realidad. El acuerdo entre 19 países de la UE para la futura creación de una fiscalía común tras cuatro años de negociaciones y a pesar de la oposición de Suecia, Polonia, Hungría, Holanda y Malta, lo demuestra.

Esta política, tendrá su mención en la próxima Declaración de Roma de el sábado pasado. La referencia lo dice todo y nada pues ‘actuaremos juntos cuando sea posible, con diferentes ritmos e intensidades cuando sea necesario’ tan solo deja patente que Europa no va a ir más allá de lo que es ahora, que apostará por el pragmatismo y por los cambios conservadores.

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El Consejo de la Unión Europea y su presidente Donald Tusk en la cumbre de Bruselas el 10 de marzo. REUTERS/Francois Lenoir

¿En qué beneficia una Europa a distintas velocidades?

 

1. Rapidez y eficacia

Las diferencias entre norte y sur, este y oeste son claras y en muchas ocasiones insostenibles. La expansión de la UE y la inclusión de más ámbitos políticos generan un incremento de la heterogeneidad en los intereses nacionalistas que perpetúan el constante estancamiento político. Es decir ¿cómo pueden ponerse de acuerdo 27 países en temas como la economía o la defensa? Visto está que no es imposible, pero ¿cuánto tiempo se necesita para que una política prospere? Si cada vez que se vota no se obtiene una mayoría cualificada, esto es un 55% de los miembros que represente al menos al 65% de la población europea, la votación queda anulada. Esta es una de las razones por las que se cree que un modelo flexible puede ayudar a accionar los mecanismos de toma de decisiones.

«La expansión de la UE y la inclusión de más ámbitos políticos perpetúan el estancamiento político»

 

2. Mayor integración o menor integración

La integración fuerte de unos pocos puede acabar teniendo un efecto llamada sobre el resto. Tal como ocurrió con la creación de Schengen fuera de los Tratados de la UE, la estructura de esta política limitó las opciones de otros estados que inicialmente se mostraron en contra. Es decir integración llama a integración. Los Euro-federalistas de hecho argumentan que esta política ayudará a perseguir proyectos más ambiciosos como la armonización fiscal. Francia y Alemania serían el eje sobre el que la UE podría apoyarse. Si por el contrario hay varios estados miembro que no quieren o no se encuentran en condiciones de aceptar la unión en cierta área es posible que se queden al margen sin que esto suponga un obstáculo para que el resto lleve a cabo sus planes

3. Flexibilidad y adaptación 

Las políticas que para unos están bien, para otros pueden no estarlo. Como se vio en 2008, las economías del norte de Europa no tenían nada que ver con las de los países del sur y sin embargo las reglas que seguían las políticas de economía se dictaban desde Berlín. La valoración de las condiciones de un país es necesaria para una mejor adaptación de las políticas que al final afectan a todos.

Pero, ¿cuáles son las consecuencias de la integración variable?

 

1. Mayor complejidad

Es de conocimiento general que el funcionamiento de la UE no es simple. Es cierto que la rapidez en la toma de decisiones se verá, en gran medida, afectada positivamente, pues a menos países, más acuerdos. Sin embargo, actuar por bloques independientes y no en un bloque común aumenta la confusión, la complejidad de la institución y contribuye al aumento de la burocracia. Será por eso por lo que  la implementación de esos acuerdos tarden más y al final no habrá tanta diferencia entre una velocidad para todos o varias para unos cuantos.

«La rapidez en la toma de decisiones se verá afectada positivamente, pues a menos países, más acuerdos»

 

2. Completa desintegración

El resultado de Europa a varias velocidades puede ser opuesto al esperado. Si la idea de la UE era reconciliar los intereses y valores de 27 países, la flexibilidad de esta política podría perpetuar las divisiones. Si las diferencias entre unos y otros acaban pesando más que las acuerdos para una unión mayor entonces la UE podría quedar obsoleta.

3. Marginalización y falta de legitimidad

En el peor de los casos restará legitimidad, pues los funcionarios de la UE, procedentes de todos los estados miembros, deberán decidir en áreas que solo afectan a unos cuantos, multiplicando así los procesos burocráticos. Además hasta ahora, los estados más pequeños podían mostrar su disconformidad ante las políticas de la UE que no se adaptaban a sus necesidad incluso llegar a vetar una propuesta y obligar a los países más poderosos a escuchar y a sentarse en la mesa de negociación. Con esta política los países de menor peso podrían quedar marginalizados y la solidaridad de la que hace gala la UE podría acabar olvidada.

 

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Líderes de los países miembros de la Unión Europea en la cumbre de Roma del sábado 25 de marzo para celebrar el 60º aniversario de la fundación de la UE AFP PHOTO / Andreas SOLARO

La elección de esta nueva política es pues lógica y es también la única que los 27 países de la Unión estarían dispuestos a aceptar. Incluso si las velocidades de la UE perpetúan esas profundas diferencias que se exhibieron durante la crisis de 2008, es una realidad que los estados miembros no pueden seguir un mismo ritmo por cuestiones económicas y sociales. Institucionalizar esas divergencias es un riesgo que la UE está dispuesta a asumir por el simple hecho de que los beneficios pueden llegar a sacar a la UE del agujero negro en el que se encuentra.

La UE debe recordar que el pasado mostró al mundo los beneficios de la unión política, los valores democráticos y la integración social. La UE debe enfrentarse a sus complejos y responder a los populismos con más integración y más sentido común. Debe bajar de su torre de marfil, dejar a un lado los complejos y los discursos grandilocuentes para escuchar y tener en cuenta las necesidades de sus ciudadanos con el fin último de democratizar y mejorar el funcionamiento de la UE.

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