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El activismo le sale regular a Dulceida y las redes se lo hacen notar

El impacto de Dulceida, la influencer por excelencia en España, es indudable. Tanto que cualquier gesto de la bloguera catalana tiene una gran repercusión en redes. Esta vez, Aida Domenech (nombre que se esconde tras su alias digital) ha logrado ser trending topic por una pretendida causa solidaria que le ha salido regular.

El activismo le sale regular a Dulceida y las redes se lo hacen notar

El impacto de Dulceida, la influencer por excelencia en España, es indudable. Tanto que cualquier gesto de la bloguera catalana tiene una gran repercusión en redes. Esta vez, Aida Domenech (nombre que se esconde tras su alias digital) ha logrado ser trending topic por una pretendida causa solidaria que le ha salido regular.

Acompañada por su mujer, Alba Paul, Dulceida ha viajado hasta Sudáfrica para disfrutar de unas vacaciones pagadas y un curso de inglés en una conocida promotora internacional de cursos de idiomas. En esta ocasión, ha sido una de sus numerosas Instagram Stories la que ha provocado la indignación generalizada, especialmente en Twitter.

 

 

Una de las ‘anécdotas’ que compartía Dulceida en sus redes que más ha indignado a los internautas está resumida en una imagen en la que la influencer presume de haber hecho felices a dos niños africanos al regalarles unas gafas de sol. «Una hora con ellos no ha sido suficiente! Feliz por haberlos hecho sonreír», se puede leer en la publicación que subió a sus stories. Esta fotografía en concreto ha desatado la tormenta en redes, con cientos de comentarios negativos sobre la bloguera catalana.

 

 

Esta no ha sido la única imagen que ha despertado la ira de los usuarios de Twitter. Otras tantas, como la de su esposa dándose un relajante baño en Ciudad del Cabo, han logrado ganarse unos cuantos enemigos.

 

Lo necesitaba #efmoment @efespana

Una publicación compartida de Alba Paul Ferrer (@albapaulfe) el

 

La ciudad más importante de Sudáfrica, Ciudad del Cabo, está sufriendo una importante sequía, lo que ha llevado a las autoridades a establecer medidas drásticas. Tan grave es la situación que los más de cuatro millones de habitantes de la capital legislativa del país africano viven bajo la amenaza constante de que se cierren los grifos y que tengan que hacer cola en 200 puntos de la ciudad para abastecerse de agua para beber. No obstante, parece que la mujer de Dulceida, Alba Paul, no era consciente cuando decidió subir una galería de fotos dándose un baño de burbujas en esa misma ciudad.

 

 

La influencer ha contestado tajantemente a las críticas, aunque para muchos sea insuficiente. La polémica ha puesto rostro a una tendencia consistente hacer voluntariado para ganarse un puñado de likes  en las redes.

 

 

El complejo del salvador blanco y el auge del voluturismo

Uno de los usuarios que se ha animado a criticar la actitud de la influencer le ha puesto nombre a toda la situación: complejo de salvador blanco.

 

 

Dulceida no es la primera que va a una zona geográfica desfavorecida y que presume de manera frívola de su buena voluntad. Se trata de una costumbre cada vez más extendida entre los visitantes del primer mundo que viajan a países con problemas con el ánimo aprovechar el contexto del drama humano para retratarse como personas solidarias. Es lo que Andrea Moreno retrata en su artículo Volunturismo: voluntariado y selfies en elOrdenMundial.

“El volunturismo es un concepto que ha sido creado para hacer frente a una demanda creciente en la sociedad occidental por ese querer marcar la diferencia. El mercado ha sabido enfocar este deseo y, a cambio de dinero, las empresas organizan dentro de las vacaciones programas de voluntariado que duran desde un día hasta incluso meses”, asegura la autora.

Mientras que los expertos defienden que un voluntariado responsable se basa en la recuperación de las zonas empobrecidas y mejora cualitativamente la vida de sus habitantes, el volunturismo es una práctica ególatra que busca la autorealización del que la practica y que es totalmente tóxica. En otras ocasiones, la gente de los países más privilegiados piensan -con la mejor y la más solidaria de las intenciones- que donando ropa, comida y trastos viejos a países en vías de desarrollo está haciendo algo por una buena causa. No obstante, los expertos apuntan a que este tipo de donaciones son contraproducentes y que perpetúan un modelo de consumo dañino.

El caso de Dulceida es tan sólo la punta de un iceberg muy denso que tiene que ver con nuestro propio ego y con una sociedad corrompida por el deseo de autoestima a base de ‘me gusta’, que es capaz de sentir que está haciéndole bien a alguien por difundir su miseria ante millones de personas.

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