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Razones científicas para no comer carne humana

Con el paso de la historia, el ser humano se ha cargado de razones para no alimentarse de sus congéneres. Se trata de algo antinatural; al fin y al cabo, nuestra naturaleza nos empuja a todo lo contrario, a preservar la especie.

Razones científicas para no comer carne humana

Con el paso del tiempo, el ser humano se ha cargado de razones para no alimentarse de sus congéneres. Se trata de algo antinatural. Al fin y al cabo, nuestra naturaleza nos empuja a todo lo contrario, a preservar la especie. Pero a las cuestiones biológicas se suman las implicaciones éticas y sanitarias y, pese a ello, existen testimonios y episodios escritos que demuestran que la antropofagia es tan antigua como el ser humano.

Un ejemplo revelador y reciente se halló en Papúa Nueva Guinea, Oceanía, donde no se conoció vida humana hasta los años 30, cuando unos buscadores de oro australianos descubrieron que aquella isla estaba habitada por cerca de un millón de personas. Entre ellas estaba la tribu de los Fore, con unos 11.000 miembros, al menos cuando los encontraron. Porque luego la población comenzó a caer en picado, unas 200 personas por año, por una enfermedad extraña que atribuían a la magia. Hasta que se descubrió que el verdadero motivo no radicaba en lo esotérico, sino en un prión derivado del canibalismo. Los Fore tenían la tradición de aprovechar algunos órganos humanos muertos como rito funerario, y aquello tenía unas consecuencias para su salud que por supuesto ignoraban.

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Una tribu armada de Papúa Nueva Guinea, en 1957. | Foto: AP Photo

 

Buscando entre casos de canibalismo en distintas épocas, encontramos incluso entre los neandertales. Nunca se ha sabido con certeza si la superstición es el único motivo por el que los hombres se ha alimentado de otros hombres. Siempre se ha sospechado que quizá se debiera también a motivos de supervivencia. Igual que se puede comer un ciervo o una vaca, se puede comer una persona. Pero los últimos hallazgos desestiman esta posibilidad apoyándose en un argumento estrictamente científico: comer carne humana no es solo poco apetecible, sino también nutricionalmente inadecuado.

“Aun comiéndote seis seres humanos, no obtendrías el nivel de calorías que aporta un caballo”

Un estudio publicado por la revista Nature ha analizado los aportes calóricos de un cuerpo humano en otro organismo de la misma especie a partir de los hallazgos paleolíticos donde se ha detectado esta práctica. El trabajo ha concluido con una respuesta contundente y tranquilizadora. Son muchas las especies cuya carne posee más propiedades calóricas que la nuestra y su ingesta no aporta en absoluto unos nutrientes extraordinariamente valiosos. Los arqueólogos, gracias a esta revelación, han desestimado que el canibalismo en el Paleolítico y en la modernidad responda a un factor alimenticio.

Uno de los hombres que lidera la investigación se llama James Cole y es arqueólogo de la Universidad de Brighton, en Reino Unido. De acuerdo con las estimaciones de su equipo, el cuerpo de un hombre medio posee 126.000 calorías, lo cual no es una cifra excesivamente elevada. “Aun comiéndote seis seres humanos”, afirma Cole a la revista Quartz, “no obtendrías el nivel de calorías que aporta un caballo”. Esto quiere decir que si nos equiparamos nutritivamente a otros animales en términos de peso, salimos perdiendo igualmente.

Las propiedades nutricionales de comer humanos
Un fémur de hombre, analizado por científicos mexicanos. | Foto: Tomás Bravo / Reuters

 

También se ha podido descubrir en esta investigación cuáles son las partes con más componentes nutritivos de nuestro cuerpo. En este sentido, el tejido adiposo sería el más destacado con casi 50.000 calorías. Tras él se encuentra el esqueleto (25.332), los muslos (13.354), la piel (10.278) y los brazos (7.451). Se estima que ingiriendo un cerebro o un corazón se aporta al organismo entre 2.500 y 700 calorías, respectivamente.

No obstante, y siempre en términos relativos, las propiedades de otras especies hace que su consumo sea más beneficioso. En el estudio se ha calculado el nivel de calorías de otros seres vivos, algunos ya extintos. Por ejemplo, el cuerpo de un mamut podría aportar hasta casi cuatro millones de calorías y el de un rinoceronte lanudo, casi un millón y medio.

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