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EEUU impone sanciones internacionales a la panadería más peligrosa del mundo

A Moscú se le hincha el pecho cuando habla de la transformación de su industria para ayudar en el esfuerzo de guerra

EEUU impone sanciones internacionales a la panadería más peligrosa del mundo

Yuri Chicherin, teniente coronel en la reserva rusa y responsable de la panadería que fabrica drones en Tambov. | Redes sociales

Que Vladímir Putin sonría son malas noticias en la Casa Blanca. Y el mandatario muestra sus dientes cuando le habla de una panadería de la ciudad de Tambov, a unos 450 kilómetros al sur de Moscú y a medio camino de la frontera ucraniana. Que los Estados Unidos hayan emitido sanciones contra su actividad ha hecho sonreír aún más al principal habitante del Kremlin.

No, ni Joe Biden se ha vuelto celiaco, ni quiere proteger la dieta de las familias rusas; el tema es algo más complicado. El Gobierno de Moscú puso en marcha su maquinaria bélica antes de la invasión a Ucrania, y uno de los ejes es la comida de sus soldados. Ya lo dijo Napoleón: «los ejércitos avanzan sobre sus estómagos». El entramado militar ruso echó mano de los proveedores del entorno y se fijó en una panificadora en la ciudad de Tambov. De unos 300.000 habitantes, su panadería más conocida ha adquirido una extraña popularidad de un tiempo a esta parte. 

Los negocios de la guerra

Dirigida por Yuri Chicherin, un teniente coronel en la reserva, vio una nueva línea de negocio con el estallido de la guerra. El Gobierno abrió la cartera de par en par con la idea de aprovisionarse, y su establecimiento estableció las conexiones pertinentes. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que aparte de pan, sus soldados necesitaban uniformes, y esa fue su segunda línea de negocio. En el local montaron un taller textil con capacidad de fabricar unos doscientos uniformes al mes. 

Cuando empezaron a enviar sus paquetes, los responsables del ejército les respondían que ya tenían suficiente comida, medicamentos y ropa especializada, y siempre añadían un «mejor mandadnos drones, cuantos más, mejor». Así que comenzaron a desarrollar uno: el Bekas.

Un dron sencillo de panadería

El bollo volador no dispone de una tecnología exótica; más bien son muy sencillos. De entrada, sus piezas básicas las compran en tiendas online, que al ser aparentemente inocuas y sin conexión entre sí, pasan los controles aduaneros sin problema alguno. Construidos en plástico y carbono, muchas de sus piezas, como los soportes para las cámaras o las sujeciones su letal cargamento, están creadas con impresoras 3D, y por ello resultan indetectables fuera de las fronteras rusas. 

A pesar de todo, el Financial Times ha publicado un informe en el que refleja las escasas prestaciones de estos aviones robóticos. Sus funcionalidades son muy básicas, apenas pueden tirar de unos 3,5 kilos, vuelan a unos 65 km/h y su distancia máxima de eficiencia es de unos 5 kilómetros en vuelos de un máximo de 15 minutos. Pavlo Luzin, un investigador de la Fundación Jamestown de Washington, afirma que prácticamente todos sus componentes son occidentales, y que los rusos apenas se dedican a armar cosas que compran en el mercado comercial. «Lo único verdaderamente ruso que hay en el Bekas es la pegatina con su nombre», afirma el analista. 

Fabricación en serie

Los panaderos militarizados pueden construir unas 250 unidades al mes, y dependiendo de sus piezas, componentes y utilidad final, cuestan entre 250 y 500 euros, incluida su funda protectora con camuflaje. El primer lote de Bekas, 16 aparatos, le fue entregado al ejército en marzo de 2023. Cuando comprobaron su eficacia, empezaron a pedir más. En la panadería están encantados, porque su facturación como empresa está alcanzando cerca de 100.000 euros al mes, una cifra nunca vista cuando solo hacían pan. 

Pero no son los únicos. A Moscú se le hincha el pecho cuando habla de la transformación de su industria en ayuda de las bélicas directivas presidenciales. Han vendido el aumento del gasto en defensa como una catapulta para la industria de Rusia, ayudan al país a resistir las sanciones occidentales, al tiempo que hacen crecer su negocio. «Las fábricas de Moscú, San Petersburgo, los Urales, Siberia y el Extremo Oriente, docenas de regiones de nuestro país, están trabajando a plena capacidad en varios turnos», afirmó Putin en un evento de noviembre celebrando Rostec, el principal conglomerado de defensa exsoviético. «Esto proporciona un impulso absolutamente único para desarrollar esferas de producción de alta tecnología, no solo en defensa, sino también en industrias civiles relacionadas», agregó. 

Industria creciente 

El caso de esta panificadora se ha convertido en un ejemplo emblemático. La fábrica está comprometida en producir para el frente de batalla, mientras la guerra domina cada vez más la economía de Rusia (Diversos estudios indican que el gasto bélico ronda el 4,4 % de su PIB). Se calcula que al menos medio millar de pequeñas empresas que nada tenían que ver con la materia, han empezado a crear productos relacionados con equipamiento militar. 

Empleados de la panadería fabricando drones. | Redes sociales

En Naberezhnye Chelny, una ciudad en el centro-oeste de Rusia, un taller de palos de hockey sobre hielo ha transformado su producción para hacer chalecos antibalas; una empresa de tiendas de campaña en Chelyabinsk ha abierto una línea de productos con sacos de dormir diseñados para ser usados en el campo de batalla; en Voronezh, una fábrica de equipos agrícolas está produciendo equipos de desminado, prismáticos y sistemas de defensa contra drones. La pregunta que flota en el aire es: ¿pueden hacer todo esto sin ayuda externa y tan solo echando mano de tiendas online civiles?

Sospechosos habituales

Cuando se les pregunta a los chinos dicen no saber nada del tema, y rechazan con energía las acusaciones de estar ayudando a los rusos. No es falso que los orientales tomaron medidas contra la exportación de drones civiles de largo alcance, pero parecen estar colándose por las rendijas de la ambigüedad en productos de doble uso. Sin fiarse demasiado, el gobierno de Washington implementó medidas restrictivas a la exportación de once de sus compañías en septiembre de 2023. Todas esas restricciones iban alineadas con piezas de origen chino y encontradas en drones derribados. 

Cuando en la panadería de Tambov vieron cómo los Estados Unidos les incluían en una lista negra de empresas el pasado diciembre, el subdirector de la panadería, Alexander Rudik, un antiguo coronel de comunicaciones retirado, se lo tomó con humor. Preparó con esmero un paquete de rosquillas para que fuera enviado a Joe Biden, y afirmó «estamos orgullosos, felices, ¿cuándo más se va a hablar en todo el mundo de una panadería de Tambov?». No se les puede negar el sentido del humor, negro, para muchos. 

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