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Cuándo empieza a funcionar mal la próstata: cinco señales a las que prestar atención

Hay algunas pistas a las que hemos de poner cara a partir de los cincuenta para saber qué significan

Cuándo empieza a funcionar mal la próstata: cinco señales a las que prestar atención

Un hombre en la consulta del médico | ©Freepik.

No falla. A partir de una determinada edad, el mal funcionamiento de la próstata comienza a hacerse evidente. Una realidad, la de la disfunción prostática, que no tiene por qué significar una patología de la que preocuparnos más de la cuenta. Sin embargo, eso no significa que los problemas asociados a la próstata no estén carentes de molestias y condicionamientos.

Se marca habitualmente la frontera en los 50 años, momento en que los médicos invitan a ejercer algo de control prostático en los pacientes. De hecho, algunos síntomas, antes anormales, pueden convertirse en recurrentes y demostrar ese mal funcionamiento de la próstata.

Insistimos en que algunos de estos síntomas, como ya explicamos en otras ocasiones en THE OBJECTIVE, no tienen por qué ser representativos de una enfermedad. No obstante, que existan y que los conozcamos es más que conveniente. Sobre todo, cuando tenemos en cuenta que pueden condicionar la salud urinaria y sexual del hombre.

Cuándo empieza a funcionar mal la próstata

La próstata es una pequeña glándula que se va engrosando con el envejecimiento. Situada por debajo de la vejiga, la próstata guarda un papel fundamental tanto en el control de la orina como en nuestra salud sexual. De hecho, su principal misión es producir parte del líquido que configura el semen.

Sin embargo, debemos prestar atención a ese hecho de engrosamiento de la próstata. No tiene por qué ser perjudicial, más allá de generar ciertas molestias. Además, parte de la mala noticia está en que no es evitable que se ensanche y crezca. Es lo que se conoce como hiperplasia prostática benigna, una patología que simplemente describe el aumento de tamaño de la próstata.

Por este motivo, el término benigna que se asocia a su aparición nos interesa, pues este crecimiento de la próstata no significa cáncer de próstata. Es un matiz fundamental, comprendiendo además que el mal funcionamiento de la próstata se puede deber a esta patología que, como decimos, no es evitable.

Cuáles son las señales de mal funcionamiento que manda la próstata

Un médico con un paciente con mal funcionamiento de próstata
Son varios los síntomas de este agrandamiento de próstata. ©Freepik.

Es curioso ver que, entre los signos del mal funcionamiento de próstata, veamos algunos que puedan parecernos contradictorios. Sin embargo, es parte del dudoso encanto que va asociado a la hiperplasia prostática benigna. En este sentido, es muy habitual que se note una menor potencia en el chorro urinario, provocando micciones más débiles.

Esto se debe a que la próstata, debido a ese engrosamiento y a su posición, comprime el canal urinario e impide que la orina salga con fuerza. Esta realidad también puede acabar provocando que nos cueste más de la cuenta ir al baño, debido a esa compresión que está ejerciendo la próstata.

Ambas realidades coexisten en lo que se conoce como polaquiuria. A pesar de un nombre algo aterrador, no es otra cosa que la micción frecuente, repetida y de escaso volumen, tal y como explican desde MSD Manuals. Lo curioso también es que la hiperplasia prostática benigna, entendida dentro del mal funcionamiento de la próstata, puede jugar malas pasadas.

Es habitual que se produzcan pequeñas pérdidas de orina, avaladas por esa incontinencia urinaria. Del mismo modo, es factible que se experimente cierto dolor pélvico que venga asociado a la prostatitis o inflamación de próstata, que también aumenta con la edad. En ese caso, podría ser de nuevo recurrente que haya malestares asociados a la salud sexual.

Cómo controlar estos síntomas

Lo más probable es que toda esta sintomatología acontezca por la hiperplasia prostática benigna, también llamada hiperplasia benigna de próstata. No obstante, cuando hagan aparición conviene también poner coto y comprobar que no puedan obedecer a una razón peor, como podría ser el cáncer de próstata.

En este caso, la medicina preventiva apunta a varias técnicas para descartar que se pudiera tratar del segundo caso. Lo inicial es comenzar con un tacto rectal, acompañado de análisis de orina y urocultivos que permitan conocer lo que se conoce como PSA. Este término son las siglas en inglés del antígeno prostático específico, cuya concentración plasmática aumenta en los casos de cáncer de próstata. Con este factor tenido en cuenta, es en ocasiones necesario terminar de controlar la situación prostática con pruebas complementarias una vez tenido claro que hablamos de hiperplasia de próstata.

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