THE OBJECTIVE
Fuera de micrófono

Jesús Álvarez: «A la Reina siempre la he llamado Leti y no me sale decirle majestad o señora»

El periodista explica su salida de TVE después de 47 años en la casa. Le hubiera gustado pilotar nuevos proyectos, pero ni siquiera le recibieron

La dirección de Televisión Española, aplicando el convenio firmado con los sindicatos, le obligó a jubilarse el pasado mes de febrero, después de 47 años de servicio, 30 de ellos presentando la información deportiva en los Telediarios. A él le hubiera encantado seguir y poner en marcha nuevos proyectos, pero ni el director de Contenidos, José Pablo López, ni su excompañera de Deportes, Elena Sánchez (ahora presidenta provisional de la Corporación de RTVE), quisieron recibirle.

El periodista Jesús Álvarez llega al estudio de THE OBJECTIVE con la sonrisa puesta y un gran álbum de fotos donde guarda algunos de los grandes acontecimientos deportivos en los que ha estado presente. Fotos en las que aparece rodeado de ilustres compañeros y grandes deportistas españoles. Nadie le podrá robar ya esos recuerdos, pero le duele que la dirección de la que ha sido su casa durante tantos años —«formaba casi parte del mobiliario»— no haya tenido el detalle de decirle «adiós».

En esta entrevista en Fuera de micrófono, Jesús repasa su trayectoria en RTVE, sus inicios con quienes habían sido compañeros de su padre, la oportunidad que le dio en el programa Siete días Joaquín Soler Serrano, los consejos de Matías Prats Cañete o la experiencia inolvidable del Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Tampoco elude los momentos de su vida que no desea para nadie, como el de quedarse huérfano de padre a los 12 años y de madre a los 16. O la pesadilla de los 249 días que trascurrieron hasta la liberación de su suegro, Emiliano Revilla, secuestrado por ETA el 24 de febrero de 1988.

El periodista Jesús Álvarez con su excompañero de pupitre Javier del Castillo. | Carmen Suárez.

«La vida te sale al encuentro. Evidentemente, yo no tuve una infancia fácil», comenta. Respecto al secuestro de Emiliano, recuerda que fue una experiencia muy dura, pero felizmente superada. «Tiene una mente privilegiada y ha seguido adelante con su trabajo. No ha estado atormentado por esta circunstancia, ni le ha producido quebraderos de cabeza». Como si hubiera sido una batallita más para contársela a los nietos; cosa que ha hecho en más de una ocasión, según confiesa el periodista.

Jesús Álvarez reconoce también que todavía no se ha acostumbrado a llamar «señora» o «majestad» a la Reina de España, con la que compartió durante algún tiempo los Telediarios. La sigue llamando Leti y no le consta que le moleste a su excompañera de trabajo.

PREGUNTA.- TVE te obligó a jubilarte en el mes de febrero.

RESPUESTA.- Bueno, a jubilarme me obligó un convenio que tiene rango de ley y que dice que, si cumples 65 años y llevas más de 35 años cotizados a la Seguridad Social, te tienes que marchar. Yo cumplo los dos requisitos. Te tienes que marchar, si ese puesto que dejas vacante lo va a ocupar una persona que oposite o que tenga ya una plaza de fijo. Condiciones que no se están dando. Yo me quejo de que no se dan las condiciones para la jubilación. Entonces, si no se dan las condiciones para la jubilación, yo quiero seguir, porque soy periodista y quiero seguir haciendo periodismo. Y, de hecho, lo voy a seguir haciendo, sea o no sea en TVE.

P.- Entonces, habrías continuado, si no te hubieran cerrado las puertas.

R.- Sí. Me mandaron una carta, ni me agradecieron los servicios prestados, y hasta luego. Supongo que somos muchos y al final te terminas convirtiendo en un número. Pero, como tú has dicho, me he pasado 47 años en esa casa. No soy un mueble, pero formo casi parte del mobiliario.

«A una persona con 47 años en la casa, qué menos que decirle adiós»

P.- ¿Qué pasó con el mensaje enviado a la presidenta de la Corporación de RTVE, Elena Sánchez? ¿Sigues esperando respuesta?

R.- Quería seguir con el programa Álvarez café. Cuando le hice la última entrevista a Paolo Futre, él no sabía que era mi último programa. Terminamos la entrevista y dije: aquí me despido. Él se sorprendió mucho. Como tenía proyectos, antes de irme y llevar esos proyectos a otras cadenas o plataformas, quería planteárselos a la que ha sido mi casa durante tanto tiempo. Entonces, ni el director de Contenidos, ni la presidenta de RTVE, que había sido compañera mía en deportes, tuvieron a bien recibirme.

Creo que, por encima de cualquier consideración política o lo que sea, hay una cuestión de educación. A una persona que ha estado 47 años en la casa, por lo menos decirle adiós. Aunque solo sea despachar con él cinco minutos. Yo he sido muy feliz en esa casa y todo lo que diga de TVE es de corazón y favorable. He tenido la oportunidad de estar allí y contarlo. Pero eso no quita para que me queje de que en mi despedida no han tenido ni la deferencia de darme la mano y decirme: ¿qué nos querías contar?, ¿qué proyectos tienes? Creo que 47 años merecían por lo menos un adiós.

P.- En otras cadenas de televisión de Inglaterra o EEUU se respeta más la veteranía. ¿Por qué no se hace en TVE?

R.- Esas televisiones a las que has hecho referencia valoran mucho la experiencia, la trayectoria, la credibilidad. Hacer un profesional creíble y reconocible en televisión cuesta mucho dinero. Eso no se hace de la noche a la mañana. Entonces, tirar todo eso por la borda me parece un despilfarro. ¿Por qué no se aprovecha esa experiencia? Desaprovechar el valor y el bagaje de los profesionales, cuando uno todavía está en perfectas condiciones físicas y mentales, me parece un despilfarro.

P.- ¿Por qué tanta fidelidad a la casa?

R.- El apellido Álvarez significaba mucho. Además, TVE tenía todo. Era un buque insignia. Cuando llegaron las privadas, tuve un par de ofertas, pero no había contenido deportivo en esas cadenas. ¿Qué pintaba yo en otra televisión donde no había nada de lo que era mi vida, de lo que yo quería hacer, que era deporte? Renuncié a unos sustanciales beneficios, pero hice lo que quería hacer y estar donde quería estar. En TVE he tenido la oportunidad de vivir y contar la edad de oro del deporte español.

P.- ¿Fue una ventaja en tus inicios ser hijo del primer presentador de un telediario?

R.- Mentiría si dijera que no me ayudó. Evidentemente, llamándome Jesús Álvarez, en el mundo de televisión pues era mucho, sobre todo, en aquella época en la que todavía estaba reciente su fallecimiento. Mi padre murió en el año 70 y mis primeros pasos en la radio y en la televisión pública fueron en el 76 y 77. Fue una ayuda, pero también una responsabilidad.

«Con Rosa María Mateo, al único que quitaron de informativos fue a mí»

P.- Te quedaste huérfano de padre a los 12 años y de madre a los 16. Luego, el 24 de febrero de 1988, ETA secuestra a tu suegro, Emiliano Revilla…

P.- La vida te sale al encuentro. No tuve una infancia fácil, evidentemente. Se muere tu padre, que es tu gran referencia, tu modelo a seguir, tu ejemplo y te quedas a los doce años con una gran ausencia. Y, claro, te vuelcas en tu madre; y a los cuatro años se va tu madre también. ¿Y ahora qué? Te quedas sólo y tienes que espabilarte. Entonces, cambias el chip rápidamente. Yo hice el Bachiller de Ciencias y pensaba hacer una ingeniería, pero cuando falleció mi madre me di cuenta de que tenía que ganarme la vida ya.

P. Tuviste el privilegio de trabajar con Joaquín Soler Serrano en tus inicios y de recibir consejos de Matías Prats Cañete.

R.- Sí. Me considero un privilegiado por haber podido encontrarme con las personas que has citado. Mi entrada en TVE se produjo de la mano de Joaquín Soler Serrano, con quien ya había trabajado en la radio. Debo a dos personas, fundamentalmente, el estar en RTVE. La primera persona que me dio la oportunidad de hacer radio fue Antolín García. En otoño del 75, recién llegado a la Facultad de Periodismo, Antolín me ofreció quince minutos en un programa de cuatro horas que él hacía todos los miércoles, para que hiciera lo que quisiera. Es la primera vez que dije: ¿esto cómo me puede estar pasando a mí? Y la segunda oportunidad me la dio Joaquín Soler Serrano, que hacía también un programa de siete a diez de la mañana en la emisora La Voz de Madrid.

P.- En aquellos comienzos también hiciste un espacio de radio junto a Matías Prats Luque. ¿Sigues manteniendo relación con él?

R.- Hace poco hemos estado juntos, con motivo del cincuenta aniversario del programa Estudio estadio. Él sigue al pie del cañón porque trabaja en una cadena privada (Antena 3), que no está sujeta a un convenio como el de TVE.

P.- ¿Tu etapa más complicada en Torrespaña coincide con la llegada de Rosa María Mateo a la presidencia de la Corporación?

R.- Yo soy muy respetuoso con todo el mundo, pero hay cosas muy chocantes. Cuando llegó Rosa María Mateo, en el mes de julio de 2018, yo estaba en el Mundial de Fútbol de Rusia, haciendo las dos ediciones del Telediario. Una buena paliza. Entonces, a la vuelta, el 15 de agosto, me llama la nueva directora de Informativos, Begoña Alegría y me dice: «¿Te imaginas para qué te llamo?». Y yo le contesté: «¿Para felicitarme por el Mundial?». Entonces, me explicó que iba a hacer cambios en Informativos y que no contaba conmigo. Pero el único cambio que hicieron fue el mío. Me pareció incomprensible.  Si hubiera habido un cambio político y llegado gente con otras ideas… No entendía muy bien aquello y sigo sin entenderlo, aunque puedo sospecharlo.

«Me parecen bien las tertulias deportivas, pero no los gallineros»

P.- Se ha comentado que molestaba que llevaras el pañuelo asomando por el bolsillo de la chaqueta.

R.- El pañuelo es una seña de identidad mía y forma parte de mi personalidad. Para cambiar algo, decidieron que había que quitar los pañuelos. Y las corbatas no las quitaron de milagro. Evidentemente, yo seguí llevando pañuelos y corbatas. ¡Sólo faltaría! A mí todavía no me han explicado porque sólo me cambiaron a mí.

P.- Has estado en muchos Juegos Olímpicos, Eurocopas y Mundiales. ¿Qué éxito deportivo español te ha emocionado más?

R.- El Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Es un recuerdo imborrable en mi carrera, después de haber estado en ocho Mundiales y en otros tantos Juegos Olímpicos. El día que la selección española ganó la final en Johannesburgo lo disfruté y lo viví de una manera muy especial.

P.- ¿Quién es para ti el deportista más importante de la historia de nuestro país?

R.- Si estás esperando que te diga Rafa Nadal, te lo digo. Está claro. Pero también te digo una cosa: en España, durante muchos años, hemos vivido gestas impresionantes. Eran éxitos puntuales: Bahamontes, Paquito Fernández Ochoa, Severiano Ballesteros y alguno más que me dejo por ahí… Bahamontes va y gana el Tour de 1959, y Severiano Ballesteros el Master de Augusta y el Open Británico cuando aquí nadie jugaba al golf. Santana ganaba en Wimbledon y Fernández Ochoa el oro en esquí cuando en España no esquiaba nadie. O Pedro Carrasco, en el boxeo, y Ángel Nieto, en las motos. Chapó para estas puntuales referencias, que nos hicieron sentirnos orgullosos y satisfechos de ser españoles.

P.- ¿A quién destacarías en el periodismo deportivo, un ejemplo a seguir?

R.- Me gustaba mucho José María Casanova, que hizo los especiales del Mundial de Fútbol de 1982 en TVE y los resúmenes de la jornada. Luego, cómo no, Matías Prats. En Barcelona destacaba Juan José Castillo… Y José María García era un fenómeno, el hombre que revolucionó el periodismo deportivo. En la radio pueden contarse muchas cosas, pero en televisión tienes que dar la imagen.

P.- ¿En la televisión pública hay que ser más comedido?

R.- Claro. En la televisión pública no puedes dar opinión, sino informar con objetividad y rigurosidad. El rigor es lo que te hace ser reconocido.

«Nunca me ha gustado definirme deportivamente, ni políticamente»

P.- ¿El periodismo deportivo ha derivado hacia el espectáculo, los rumores y la opinión?

R.- Seguramente. A mí me parecen bien las tertulias deportivas, dentro de un orden. Lo que no me gustan son los gallineros. Yo quiero programas que me den información deportiva, resultados, que hagan entrevistas… Pero ahora todo es especular. Es como en las retransmisiones de los partidos: quiero saber dónde está el balón, no que me cuentes que ayer estuvimos los amiguetes tomando unas cervezas. Cuéntame donde está la pelota. Creo que se ha perdido un poco el rigor.

El periodista nunca ha desvelado sus colores deportivos y políticos. | Carmen Suárez

P.- ¿Qué opinión te merecen los periodistas que se ponen la camiseta de un determinado equipo?

R.- Respeto que cada uno haga lo que quiera con su vida y con su imagen, pero nunca me ha gustado definirme deportivamente, ni políticamente. Un periodista no debe de estar en medio. No le favorece identificarse con un equipo o decir «hemos ganado y han perdido».. Cuando gana tu equipo, dices: «Hemos ganado». Pero, cuando pierde, dices:  «Han perdido». Yo siempre he dicho que soy de la selección española. Es como la mujer del César, no basta con ser honesta, sino que debe parecerlo.

P. ¿Imaginaba que Letizia, su compañera del Telediario, sería reina de España?

P.- Para nada. Yo fui el último en enterarme. Un día me llamó una compañera que escribe en revistas del corazón para que le hablara de Letizia. ¿Por qué? Porque es la novia del príncipe Felipe. ¡Ah!, pues no tenía ni idea. Y al día siguiente se anunció el compromiso. Yo había oído que salía con algún diplomático o no sé qué, pero como se dicen otras cosas… Nunca me ha interesado la vida privada de la gente. En una entrevista me preguntaron sobre ella y dije que yo siempre la había llamado Leti y no me salía decirle ahora majestad o señora. Cuando le digo «hola, Leti», no sé si le gusta o no, pero no me sale decirle otra cosa. En TVE la llamábamos Leti, como a Manolo le llamamos Manu o como a Joaquín le llamamos Ximo o a Jesús le decimos Chus.

P.- ¿Esas cosas pueden molestar en la Casa Real?

R.- Supongo que para nada.  Y tampoco hubiera pasado nada si alguien me hubiera dicho algo. A lo mejor tendría que ser más respetuoso; pues no lo sé. Seguramente. Pero es que para mí ha sido compañera de trabajo, y muy buena compañera de trabajo. Yo no la he tratado como reina, sino como compañera.

«Mi suegro, Emiliano Revilla, les ha contado a los nietos su secuestro. No es un tema tabú para él»

P.- ¿Qué tal llevas tu nueva vida de jubilado?

R.- ¡Que yo no me he jubilado! A mí me han jubilado las circunstancias. Me ha jubilado TVE, pero un periodista no se jubila nunca. Yo no he entendido el periodismo como que tú eres periodista de ocho a tres de la tarde o de cuatro a diez de la noche. El periodista lo es las 24 horas del día. Como un médico. Tú eres periodista, médico o abogado siempre. Por lo menos, como yo lo entiendo. Yo no estoy jubilado del periodismo, tengo muchos proyectos y quiero seguir haciendo cosas. Algunas irán saliendo.

Jesús Álvarez, en una imagen de sus comienzos (1982). | Foto: Javier del Castillo.

P.- ¿Cómo viviste los 249 días del secuestro de tu suegro, Emiliano Revilla?

R.- Fue tan duro que pedí una excedencia en televisión para dedicarme a lo que tenía que dedicarme en aquel momento. Luego, como periodista, muchos de vosotros recurríais a mí. Pero yo no era el portavoz familiar, aunque al final terminé siéndolo. Y también os pedía que entendierais mi situación. Siempre dije lo mismo: nunca os engañaré; no voy a decir una cosa por otra, pero habrá detalles de los que no pueda hablar. Fue una circunstancia que ya ha pasado y que no se la deseo a nadie. Forma parte de mi vida personal. Como digo cuando me hablan de este asunto y de la reinserción de los presos etarras, a mí ETA me debe 249 días de mi vida.

P.- ¿Emiliano ha logrado superar aquello y les cuenta su pesadilla a los nietos?

R.- Claro que se lo ha contado. Pero es un tema que ya nos sabemos de memoria. Él nunca ha dejado de contárselo a quien se lo ha pedido. No es un tema tabú para Emiliano, afortunadamente. Ha tenido una mente privilegiada. Ahí está su obra. Tuvo la enorme voluntad y el enorme privilegio de que cuando pasó aquello cambió el chip. De la noche a la mañana dijo: esto se acabó. Es una faceta que he superado en mi vida. Y ahora otra cosa. Ha seguido adelante con su trabajo. No ha estado atormentado por esta circunstancia, ni le ha producido quebraderos de cabeza recordarlo.

P.- ¿Sigue al tanto de la actualidad en el País Vasco?

R.- Eso casi no lo sigue ya nadie. Lo han metido de tapadillo…

P.- ¿Viaja con frecuencia a su pueblo, Ólvega (Soria)?

R.- Pues, claro. Allí se siente a gusto. Es un pueblo que está a la espalda del Moncayo y él ha sido siempre un hombre urbano de campo. Ha paseado por el campo con chaqueta y corbata. Y por su pueblo ha dado todo: vida, obra y milagros. Ha hecho mucho por Ólvega, por Soria, por Castilla y León y por España. Ojalá hubiera habido en España muchos Emilianos Revillas.

P.- ¿Qué pecados o defectos te cuesta más perdonar?

R.- El que la gente no perdone. Porque a mí no me cuesta perdonar a quien me lo pida. Me puedo enfadar con alguien, pero a los tres minutos ya se me ha pasado. Ni le tengo rencor, ni me acuerdo después de que me haya hecho algo mal.

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