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Para visitar Nápoles hay que leer primero a Elena Ferrante

Los libros de Ferrante son una guía social, adictiva, incómoda; también de una clase obrera emergente y de la inteligencia de sus mujeres

Para visitar Nápoles hay que leer primero a Elena Ferrante

Théo Roland | Unsplash

Nápoles está de moda. O siempre lo estuvo, si pensamos, por ejemplo, en la época de oro de Maradonna en los 80, cuando el mito del fútbol hizo a la ciudad universal. Los datos lo confirman: se espera que al final del verano hayan pasado en total 12 millones de visitantes. Parece que el caos que impera en este enclave en el centro-sur italiano, perceptible con poner un pie en la Stazione Centrale di Piazza Garibaldi, ha conseguido compaginar su imagen de ciudad salvaje con su esencia profundamente magnética.

La película de este año de Paolo Sorrentino, La mano de Dios, en la que volvía a los orígenes de su historia, contando su truncada infancia y su devoción por el cine que nació en el propio golfo de Nápoles, ha ayudado. El amor que muchos tenían por una ciudad tan cinematográfica y literaria como lo son sus habitantes, llegó a nivel internacional. Este era su año, otras películas nacionales que se estrenaron estos meses lo tenían de escenario. Un enclave que es italiano a la enésima potencia, más contradictorio, más pasional, más auténtico si cabe. Aunque hubo alguien que ya hizo antes de esta ciudad un personaje poderoso, protagonista y a la que todo el mundo debería leer antes de llegar para empaparse de verdad de las entrañas de este lugar.

Elena Ferrante es una escritora italiana anónima de la cual no se sabe ni tan siquiera si es una mujer. Nacida, se cree, en Nápoles, donde ha ambientado la mayoría de las novelas y con la que, se interpreta a través de las mismas, mantiene una relación de amor odio, de dependencia y rechazo. Se identifica además que pertenece a uno de los barrios más populares y humildes de la ciudad, allí precisamente donde ambienta la tetralogía que la hizo una best seller en todo el mundo, La amiga estupenda. Dando un paseo por ese mismo lugar, a unas pocas paradas de metro del centro, el llamado Rione Luzzatti, los vecinos reconocen en sus libros alguna de las niñas que en los 60 se crió entre aquellos palacios. El valor de Ferrante es construir una historia, varias, decenas, alrededor del corazón palpitante de una urbe que no es nunca Nápoles por coincidencia, es Nápoles porque al serlo domina, devora y deforma a sus habitantes, especialmente a sus mujeres, a las protagonistas de Ferrante y, seguramente, a los que hoy aún la habitan -tres millones, más que en Roma-.

Portada de ‘La amiga estupenda’.

Alguien le dijo una vez a Valeria, blogger napoletana, que si amaba de verdad su ciudad tenía que leer a Elena Ferrante. Ella se extrañó, sucedió bastantes años atrás y descubrió que siendo ya un fenómeno en el extranjero muchos italianos no sabían quién era. «Si lees a Ferrante te enamoras de Nápoles y luego el deseo irrefrenable de conocerla se tiene que cumplir», dice. «Ella es la maestra absoluta de la escritura para nosotros. Lo más valioso es que todo lo que cuenta es verdad. Cuenta la verdadera Nápoles, una ciudad conflictiva en el seno de las familias, populares y humildes, donde las mujeres vivían en la penumbra a la sombra de los hombres», esa visión, explica Valeria, te introduce de forma irremediable en una ciudad en la que en los años 60 era feroz y eléctrica y de la que tenías que huir, estudiar fuera, para poder volver y reconciliarte. Las historias de las mujeres de Ferrante cosen un hilo con la actualidad, ya distinta a aquella época, pero marcada por unos personajes devorados por su propia ciudad. 

Sus libros son una guía social, adictiva, incómoda; también de una clase obrera emergente y de la inteligencia de sus mujeres, capaces de superar los obstáculos de un país machista. Pero es, sobre todo, un libro abierto de algunos de los lugares que nadie debe perderse en Nápoles. Recorrer los lugares frecuentados por los protagonistas en el centro histórico: Via dei Tribunali, la zona universitaria, Port’Alba y Via Toledo.

Una vez en Piazza Dante, tomar el funicular para llegar a la Certosa di San Martino, donde, además de admirar el maravilloso conjunto monumental, es posible contemplar la ciudad desde arriba. También en funicular se llega a la Piazza dei Martiri y al barrio de Chiaia, donde transcurren muchos episodios de la vida adulta de los dos protagonistas de los libros de Ferrante. El recorrido termina en el paseo marítimo cerca del Castel dell’Ovo. ¿Y al fondo? Valeria lo dice: el Vesubio, que parece que lo gobierna todo.

Víctimas y amantes de la ciudad

Pero lo que verdaderamente cambia la visión de la ciudad es conocer sus entrañas, los barrios populares, que en Nápoles están llenos de una autenticidad pasmosa, inmutable a unas cantidades de turismo como las de este verano. Así lo defiende Chiara Lagani, dramaturga y escritora, que acaba de adaptar ‘La amiga estupenda’ a cómic junto a la ilustradora Mara Cerri y que ya lo hizo antes con una obra de teatro que ella misma protagoniza. «No creo que sea documental la literatura de Ferrante, es una relectura poética de un lugar que ha marcado a la escritora y una manera de atravesar las entrañas de una ciudad y su imaginario. Es verdad que además Nápoles tiene algunas peculiaridades perfectas para la literatura: la sensación de que algo siempre se mantiene en secreto, que se convive escondiendo, ocultando, alguna otra verdad mayor», dice Lagani.

«Los personajes de Ferrante son víctimas y amantes de la ciudad, donde irse y quedarse es lo mismo porque la sombra alargada de Nápoles no te la consigues quitar. Hay una fuerza central que lo mueve todo, como un imán», dice la dramaturga. La misma fuerza que siente el que decide dejarse engatusar por sus calles y sus comerciantes, por una comida que te lleva a otra dimensión, por un cielo casi siempre azul en una bahía donde el Vesubio te mira intentando quitarte el aliento. Ferrante enciende seguramente un Nápoles dentro de cada lector, con todo lo que eso significa.

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