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Final de 'The Last of Us': Pascal y Ramsey dejan la serie en lo más alto

Este 12 de marzo se transmitió el último capítulo de la primera temporada. Se comprueba que estamos ante una de las mejores series de 2023

Final de ‘The Last of Us’: Pascal y Ramsey dejan la serie en lo más alto

Pedro Pascal y Bella Ramsey en una escena del último capítulo de 'The Last of Us'. | HBO Max

Atención, este artículo contiene spoilers. Las series tienen que ser de los actores. Y Pedro Pascal y Bella Ramsey lo demuestran en el duro y precioso capítulo final de The Last of Us. Después de un penúltimo episodio que destacó por la violencia contenida de uno de los villanos, el pastor David (Scott Shepherd), y la reacción que esa violencia genera en Ellie (Ramsey), el cierre de la primera temporada muestra las secuelas de la experiencia traumática en la pequeña y el gran apego de Joel (Pascal).

Joel quiere que Ellie se sienta mejor después de ese intento de violación. Y para ello, se confiesa, algo a lo que estuvo renuente durante la mayor parte de la producción. Por primera vez, habla abiertamente de su hija y le dice a su protegida que cree que se podrían haber llevado bien ambas, si se hubieran conocido. El vínculo, pues, se ha establecido y de una manera muy profunda. Sin embargo, el personaje que encarna Pascal es torpe con las palabras, como es su naturaleza. Se enreda al momento de explicar lo que diferencia a cada joven.

«Ella era más femenina» o «muy hermosa» dice Joel para luego retractarse: «No es que tú no lo seas». Y Ellie, con una madurez forjada por vivir en un mundo apocalíptico, por haber perdido a su madre en el nacimiento y a su primer amor en la única salida juntas, comprende perfectamente lo que quiere decir su compañero de viaje. En este sentido, los diálogos de The Last of Us no están escritos pensando en la inclusión y la empatía, sino que responden a la esencia de los personajes. Y eso se agradece.

Pedro Pascal y Bella Ramsey en una escena del penúltimo capítulo de ‘The Last of Us’.

La otra cara de Joel

Escribíamos la semana pasada para THE OBJECTIVE, en el seguimiento que le hacemos a esta serie de HBO, lo siguiente:  «La tarea inicial de Joel se ha complicado mucho más. La pregunta es obvia: con el amor que le une a Ellie, ¿simplemente la entregará para que hagan lo que tengan que hacer para acabar con el Cordyceps? Es poco probable». Y en efecto, así fue. 

El capítulo final de la serie plantea una de las grandes preguntas de la humanidad en medio de situaciones límite: ¿vale el sacrificio de una vida por el bien mayor? La posibilidad de que Ellie solo sea un legado, una pieza más en un puzzle de intereses, activa el instinto paternal de Joel. Ya perdió a Sarah (Nico Parker), no va a dejar que pase lo mismo con su nueva baby girl. El bienestar de la sociedad -la cura para la invasión de hongos- pasa a un segundo plano para el personaje de Pascal, porque está en riesgo la vida de la adolescente.

Para comprender lo anterior debemos tener en cuenta que en Joel cohabitan dos personalidades. Una compasiva y la otra reaccionaria. Esta última está impulsada por la pérdida de su hija y por vivir en un mundo sin reglas, en el que reina la desconfianza y la individualidad. Joel ha visto demasiado en esta sociedad anárquica como para pensar en un bien común. De manera que solo sabe cuidarse las espaldas y su interés por el otro se limita a su círculo íntimo, como Tess (Anna Torv) y posteriormente, Ellie.

Sin embargo, hay algo diferente en la relación con Ellie: le devuelve algo de humanidad. Y él lo reconoce. Lo vemos en pequeños detalles, como el intercambio de malos chistes, basado en el libro que la adolescente guarda celosamente en su mochila. Incluso en el último episodio hay espacio para ello, en la preciosa escena en la que dan de comer a la jirafa. Aun así, si a alguien se le ocurre herir a su compañera de viaje, Joel no tiene el más mínimo reparo en darle rienda a su lado más salvaje.

Por lo tanto, no debe sorprendernos que el protagonista sea capaz de infligir más daño que el propio hongo a lo que queda de resistencia. Como Terminator (Arnold Schwarzenegger) en las secuelas de dicha saga o Clint Eastwood en su extensa filmografía, hay un disparador psicológico que se activa cuando la persona con menos herramientas para sobrevivir está en peligro. Esta misma premisa la hemos visto en The Transporter (Louis Leterrier y Corey Yuen), El quinto elemento (Luc Besson) o la vapuleada Waterworld (Kevin Reynolds).

‘The Last of Us’ ante la segunda temporada

La gran pregunta es si la audiencia seguirá respondiendo a una serie en la que los infectados tienen menos presencia y son paradójicamente los humanos quienes realmente representan una amenaza para su subsistencia. El episodio 9 rompió el récord de audiencia del show, con 8,2 millones de personas viéndolo en una misma noche en la que se transmitía el Oscar 2023 en ABC.

Lo anterior indica que hay un interés en el drama, a pesar de que los monstruos, por ahora, aparecen a cuentagotas. No faltará quien compare a The Last of  Us con las últimas temporadas de The Walking Dead, criticadas precisamente porque los zombis dejaron de aparecer para darle paso al conflicto humano.

La respuesta está en la misma esencia del videojuego en el que se basa la serie de HBO. Mientras The Walking Dead era una obra coral, que fue expandiendo su universo al punto de ir saliendo de sus personajes principales, The Last of Us no tiene más que este duro vínculo entre Joel y Ellie. ¿Es posible seguir desarrollándolo sin que el espectador se sienta cansado? Es muy temprano para responder esta pregunta. Deberemos esperar a la segunda temporada para tenerlo claro. Por ahora, es un gran espectáculo que se basa en las fuertes interpretaciones de sus protagonistas, por encima de los efectos especiales. Y se aplaude.

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