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'The Lost King': la lucha por encontrar a Ricardo III

Stephen Frears estrena un filme basado en la inglesa que se obsesionó con encontrar al último rey de la dinastía Plantagenet en el aparcamiento de Leicester

‘The Lost King’: la lucha por encontrar a Ricardo III

Fotograma del filme.

Primero fue una corazonada. Philippa Langley supo que ahí abajo, en un pequeño aparcamiento privado de la ciudad de Leicester, yacía el cuerpo del rey deforme y malvado pintado por Shakespeare. Lo cuenta en su libro The Lost King: The search for Ricardo III: «Me percaté de una extraña sensación. Mi corazón batía fuerte y mi boca estaba seca, fruto de una pura excitación mezclada con miedo». A medida que se acercaba a un viejo muro, la sensación aumentaba: «Tuve que parar porque me sentía muy extraña. Tenía la piel de gallina y los huesos fríos. Supe en lo más profundo de mí que el cuerpo de Ricardo III descansaba ahí abajo; más aún, que yo estaba en ese mismo momento encima de su tumba». 

El hallazgo de Ricardo III, fruto de la corazonada de una mujer fascinada con el personaje pero alejada del mundo académico, no es la única excentricidad de esta historia inusual. Tanto que el director Stephen Frears, siempre a la caza de británicos que se salen de la norma, decidió filmar esta aventura, que llega a los cines españoles este 5 de mayo bajo el título The Lost King, con la entrañable Sally Hawkins en el papel protagonista. Langley encaja perfectamente en ese corpus de personajes muy del gusto de Frears, mujeres en su mayoría que, impulsadas por toneladas de ilusión, pundonor y a menudo un candor heroico, logran cumplir sus sueños, como Florence Foster Jenkins (2016) o Philomena (2013).

Cartel de la película

La corazonada de Langley se produjo en 2004. Para entonces, llevaba ya más de 5 años obsesionada con el monarca al más puro estilo quijotesco. Diagnosticada de fatiga crónica, abandonó su empleo en el mundo del marketing, y tras leer todo tipo de ensayos sobre Ricardo III y en especial algunos trabajos que desmontaban el mito arraigado de su villanía, decidió escribir un guión sobre su figura, lo que finalmente la embarcó en la búsqueda de sus restos.

Ricardo III es un rey con muy mala prensa. Último de la dinastía Plantagenet, falleció en la batalla de Bosworth el 22 de agosto de 1485, donde Shakespeare, que lo retrató jorobado y violento en su famoso drama, le hace exclamar su conocida súplica: «Mi reino por un caballo». A su muerte, los Tudor se asientan en el trono y comienza la rueda de descrédito hacia su figura, atribuyéndole más crímenes de los que se han podido documentar. El bardo de Stratford-Upon-Avon apuntaló el desprestigio de este rey «escasamente hecho a medias». Tras Bosworth, su cuerpo reposó un tiempo en la iglesia de Greyfriars, en Leicester, y la tradición señalaba que, una vez Enrique VIII se separó de la iglesia romana y emprendió la reforma anglicana, una masa enfurecida lanzó los restos del católico Ricardo III al río Soar.

Sin embargo, para Langley estaba claro: el monarca no reposaba en el río sino bajo el aparcamiento de Leicester donde se había ubicado la vieja iglesia. Cuando volvió en 2005 encontró una R de ‘reservado’ en la zona donde pensó que se encontraban los restos. No necesitó más para ponerse manos a la obra. Sin embargo, el proceso le llevó siete años. 

Tráiler de la película ‘The Lost King’

Aficionada a la historia como era, pero ajena al mundo académico, únicamente miembro de la Sociedad Ricardo III de Escocia, Langley no despertaba adhesiones entre los expertos. A menudo, en cambio, encontró burlas. Pero no cejó en su empeño y lanzó el proyecto Looking for Richard, para el cual logró apoyo financiero del Ayuntamiento de Leicester, que le permitió excavar en la zona mientras grababan un documental sobre la búsqueda de los restos. A falta de resultados, el consistorio se desmarcó de Langley, que lanzó una campaña de crowfounding para seguir las pesquisas. Recabó casi 18.000 libras, que dieron su fruto en 2012: justo en la ‘R’ que había visto siete años atrás, encontró unos restos que, tras ser analizados, resultaron ser efectivamente de Ricardo III.

Fotograma del filme.

En 2013, la Universidad de Leicester presentó a bombo y platillo el hallazgo, relegando a Langley a un segundo plano. Denunció la apropiación de su investigación y defendió un entierro católico para el monarca, a quien finalmente se enterró en terreno anglicano. Los minuciosos análisis de sus restos, revelaron que Ricardo III no era jorobado, como quería la tradición, sino que padecía escoliosis. Para Langley, la búsqueda del último Plantagenet no estaba completa hasta que no se rehabilitara el prestigio de este personaje sobre el que los Tudor lanzaron toneladas de mitos.  

En 2015, esta mujer empecinada que encontró recelo para su corazonada, fue galardonada con la Orden del Imperio Británico. Quinientos años después, había encontrado nada más y nada menos que a un rey de Inglaterra.  

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