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Cultura

'Las noches de Tefía', la serie que rescata del olvido las prisiones franquistas para 'desviados'

Atresplayer estrena una ficción que nos ofrece una historia de fantasía pero basada en hechos reales

Vagos, maleantes, desviados y maricones. Todos ellos, reunidos en un mismo lugar. La plataforma de streaming de Atresmedia, Atresplayer Premium, acaba de estrenar su nueva serie: Las noches de Tefía, una obra que rescata del olvido los campos de concentración que, en pleno franquismo, recluían a individuos no deseados por el régimen. Principalmente, homosexuales. Una historia basada en hechos reales que es generalmente desconocida por el gran público.

Quien está detrás de esta nueva producción es Miguel del Arco, reconocido talento del mundo teatral, que asume la responsabilidad de crear una serie para las masas que aborda la trágica realidad de un campo de concentración franquista en la isla de Fuerteventura, donde eran enviados aquellos condenados bajo la famosa Ley de vagos y maleantes.

Un poco de historia

La historia real de este campo de Tefía se remonta a 1953. En ese año se estableció el Juzgado Especial de Vagos y Maleantes del Archipiélago Canario en Las Palmas de Gran Canaria. Su propósito era juzgar y aplicar las medidas de seguridad previstas en la Ley de Vagos y Maleantes a las personas consideradas socialmente peligrosas. Aprobada en 1933, esta ley buscaba la rehabilitación de individuos con inclinaciones delictivas. Sin embargo, con frecuencia fue utilizada como instrumento de represión y control social y político durante el régimen franquista, hasta su derogación y reemplazo por la Ley de Peligrosidad Social en 1970.

En 1954, se estableció la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía en las instalaciones abandonadas del antiguo aeropuerto de Fuerteventura, ubicado en el pueblo de Tefía, en el centro de la isla majorera, a 20 kilómetros de Puerto del Rosario. Su propósito era aplicar el tratamiento adecuado a los vagos y maleantes, según lo establecido en la Orden de constitución. Esos vagos y maleantes eran, normalmente, hombres que tenían sexo con otros hombres. Se mantuvo abierto hasta 1966. La serie nos sitúa en 1962.

Mucho de lo que sabemos sobre el horror de Tefía se lo debemos al historiador Miguel Ángel Sosa Machín, que abordó aquel capítulo oscuro de nuestra historia reciente en su novela Viaje al centro de la infamia (2006). A través del testimonio de hombres como Juan Curbelo Oramas, superviviente del campo de Tefía, pudimos conocer de primera mano una horror soterrado durante décadas. La novela de Sosa Machín sirvió de inspiración a Miguel del Arco para crear Las noches de Tefía.

El camino a la redención

«España no necesita maleantes, vagos, proxenetas ni sodomitas», dice en el primer capítulo Anselmo Umpierre, el director de la colonia penitenciaria interpretado magistralmente por Israel Elejalde. Es la ‘bienvenida’ a esa prisión, y un aviso a navegantes: están ahí por ser «perpetradores de hechos que ofenden la sana moral», y en ese lugar inhóspito deberán redimirse en mitad de Fuerteventura. El camino a la redención pasa por el trabajo forzado y el maltrato constante.

La redención es un concepto particularmente interesante en un contexto como el de aquella España que dibuja la serie. Es una España ultracatólica, con la moral por bandera, y redención, en la Iglesia católica, es la salvación del género humano llevada a cabo por la pasión y muerte de Jesús. Esos hombres, por tanto, están ahí para ser salvados, pero de sí mismos. Lo que no sabe el personaje interpretado por Elejalde es que cuando sus prisioneros cierran la puerta de los barracones, se permiten ser libres, expresarse, cuidarse, y soñar. Un choque entre dos mundos, entre dos formas de ver la vida.

Las noches de Tefía, una serie muy teatral

Que Miguel del Arco es un hombre de teatro queda meridianamente claro desde los primeros instantes de la serie, que si bien no supone su primera incursión en el audiovisual, sí que es su retorno a este medio tras muchos años alejado. Esa teatralidad está en la forma en la que está planteada la trama, en muchos detalles y, por supuesto, en el reparto de actores.

El elenco escogido para Las noches de Tefía es una mezcla perfecta de talentos reconocidos y talentos por descubrir. Además del mencionado Israel Elejalde, que ha trabajado en numerosas ocasiones en el teatro con Miguel del Arco, destaca especialmente Patrick Criado. El intérprete hace el papel de su carrera en la serie, poniéndose en la piel de Vespa, un joven que no se reprime, a pesar de los intentos del régimen. Un protagonista que está a la altura y que lidera un elenco coral.

La serie bascula constantemente entre la fantasía y la realidad, el futuro y el pasado. Esto, aunque pueda parecerlo, no llega a ser confuso, ya que se sirve de recursos como la transición del blanco y negro al color para delimitar estos mundos. Un recurso obvio pero útil. Más allá del interés propio de la obra, el auténtico valor de Las noches de Tefía reside en rescatar del olvido la existencia de estos campos, de aquellas prisiones, que hace no mucho encerraron a esos vagos, maleantes, desviados y maricones. Enterrando así su identidad, su vida y sus sueños. Aunque el Tindaya, un music hall imaginario en el que pueden ser ellos mismos, pueda ser un refugio, no deja de ser eso. Un refugio imaginario.

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