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Más mujeres y disputar la economía a Feijóo: las lecciones que el triunfo de Meloni ofrece a Vox

La líder de Fratelli d’Italia muestra el camino al partido presidido por Santiago Abascal, que precisa de cohesión interna y una aspiración real de Gobierno

Más mujeres y disputar la economía a Feijóo: las lecciones que el triunfo de Meloni ofrece a Vox

Santiago Abascal, Giorgia Meloni y Jorge Buxadé, aplauden en un mitin de Macarena Olona en Andalucía.

El contundente triunfo de Giorgia Meloni, líder de Fratelli d’Italiaha sido celebrado por los dirigentes de Vox como uno propio. La candidata conservadora logró el pasado domingo un 25,99% de los votos, disparándose con respecto al 4,35% cosechado tan sólo hace cuatro años (2018). Esto supone, en el argumentario de la formación que preside Santiago Abascal, «un impulso político» a su crecimiento en España y la constatación de que «el futuro pertenece a los patriotas».

¿Pero qué hay de cierto en esto? ¿Es realmente el triunfo de Meloni un espaldarazo a las políticas de Abascal? ¿No puede suponer, si acaso, la luz verde a Macarena Olona que también ha celebrado el triunfo como propio– para que arranque un nuevo proyecto político? ¿Es factible un resultado así de rotundo por parte de la derecha dura en España? A estas preguntas intentan responder los expertos consultados por THE OBJECTIVE. Muchos de ellos, muy cercanos al partido en sus orígenes.

Empecemos por resaltar que el triunfalismo de Vox tiene sentido, y no sólo por una cuestión estratégica. También por su sintonía política, cristalizada en la presencia de Meloni en muchos de sus actos. «Ellos van a verlo como una victoria de su ideología, la alt-right, la derecha que hace frente a una izquierda que disuelve los grandes principios de la civilización occidental», reflexiona el filósofo Pedro Insua, que abunda: «Sus valores -Dios, patria y familia- están en un pasado armónico en el que todo estaba en su sitio, pero que ahora están deshaciéndose por culpa de esas izquierdas disolventes, que han permitido la inmigración masiva».

La cuestión es si ese discurso tiene el mismo hueco en España que en Italia. Y en eso Insua es tajante: «El techo electoral aquí está por debajo, por dos circunstancias: que Italia tiene una de las tasas de criminalidad más altas de Europa, y España una de las más bajas, aunque está despuntando en lugares como Barcelona y Bilbao. Además, en España la asociación a la patria es más precaria. Aquí sacas la bandera a la calle y tienes un problema, pero en Italia hay tradición de un nacionalismo hiperventilado».

Las encuestas más recientes evidencian un retroceso de Vox en las últimas semanas. La última publicada por Sigma Dos para El Mundo les vaticina el 14,6% de los votos (46 escaños), mientras que el CIS de Tezanos les pronostica el 10,3%. ¿Qué debe hacer Abascal para replicar, en la medida de sus posibilidades, el éxito de Meloni?

Georgia Meloni, líder de Fratelli d’Italia, participa en el Viva 21 de Vox celebrado el pasado mes de octubre en IFEMA (Madrid).

1. Unidad

Vox necesita unidad. Quizá es la lección más evidente, por cuanto el partido atraviesa su mayor crisis política desde las elecciones generales de 2019, cuando comenzó una dinámica ascendente que, por primera vez, se ha revertido. La marcha de Macarena Olona ha supuesto un cisma, que podría agrandarse si la exdiputada en el Congreso decide crear un nuevo proyecto político. Una tesitura con la que amaga constantemente en esa suerte de gira que realiza por varias provincias españolas con la excusa de dar conferencias, pero con la que pretende no perder el foco mediático.

Guillermo Rocafort, analista político y veterano legionario, cercano al núcleo primigenio de Vox, considera que «Fratelli d’Italia disfruta de una paz interior y de un carácter integrador del que no goza Vox. Si quieres un partido con ambición de poder tienes que integrar distintas familias». Y estas dos familias, la liberal y la falangista, se encuentran ahora mismo «mal avenidas».

¿El motivo? La salida de la exlíder de Andalucía ha desatado una pugna interna por ver cuál de las dos se hace con el control del partido. La primera está capitaneada por Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, muy cercanos a la abogada del Estado en excedencia; la otra, liderada por el tándem Javier Ortega Smith y Jorge Buxadé, dos de los dirigentes con los que Olona chocó en su intento de retornar a Madrid integrando el Comité Ejecutivo Nacional o recogiendo el acta de senadora.

2. Más mujeres

Tras la marcha de Macarena Olona, las caras visibles del partido se reducen a Santiago Abascal, Jorge Buxadé, Iván Espinosa de los Monteros y Javier Ortega Smith. Este último, contra las cuerdas por su gestión del caso Olona y de las delegaciones provinciales, es criticado internamente por sus «fanfarronadas» y por su «perfil radical», que aleja a votantes del centro-derecha y pone en bandeja a la izquierda el discurso para azuzar el miedo a la «ultraderecha».

Hay quien arguye que sería deseable una mayor suavidad en las formas, así como alguna mujer en la dirigencia. Es el caso de Andrés Santo, presidente de Juntos Por España, que ha ofrecido el liderazgo de su partido a la abogada del Estado en excedencia para «llegar a las clases populares». «Soy consciente de mis limitaciones, y lo que necesita una organización de corte patriótica y social es una mujer, que tenga buena preparación intelectual, con experiencia política, que sea abogada o periodista, y que viva en Madrid o alrededores», asegura a este medio.

Irene González, jurista y analista política, también critica la «falta de lideresas en Vox», ya que «el mensaje no se transmite igual [con una mujer que con un hombre]». Pero ella no cree que la idónea sea Olona: «Los mejores líderes vienen de abajo, no de la abogacía del Estado. Para un italiano de la calle Meloni es alguien de los suyos, pero Macarena en Andalucía era alguien de arriba que desconocía los problemas de allí con una campaña enfocada en una promoción personal más que en el drama español».

La marcha de Olona, junto al encastillamiento de Rocío Monasterio en la Comunidad de Madrid, ha dejado a Vox carente de voces femeninas. En este sentido, el partido está enfocado en impulsar a Patricia Rueda, diputada por Málaga, que se ha convertido en la encargada de verbalizar -junto a Jorge Buxadé- la posición sobre asuntos de actualidad todos los lunes desde Bambú.

La suavidad en el continente no implica tibieza en el contenido. En este sentido, Rocafort considera que «Meloni es suave en las formas, pero más dura que Vox en su discurso: «Ella proviene de un partido neofascista y reivindica su pasado, no tiene miedo a decir lo que piensa. También tiene políticas más duras contra la Unión Europea, recalcando que o avanzamos hacia la plena integración en la UE, que supondrá la disolución de las naciones, o defendemos la soberanía dentro de una Europa integradora, que es también lo que defiende Marine Le Pen».

3. No ser una ‘muleta’

Desde Vox no dejan de repetir que ellos son «la alternativa» al binomio PP-PSOE , pero lo cierto es que tienen problemas para no ser percibidos ante el electorado como una muleta de los populares. Ese fue uno de los análisis internos que se extrajeron desde la madrileña calle Bambú, cuartel general de los de Abascal, tras las elecciones andaluzas del pasado mes de junio. Y es compartido por los expertos.

El sociólogo Rubén Tamboleo arguye que «Giorgia Meloni ha capitalizado estar fuera del Gobierno y esperar pacientemente la oportunidad. Mientras tanto, Vox, con mucha menos experiencia, recorrido y estructura, demuestra continuamente una obsesión por entrar en gobiernos como tercera fuerza política». Una tesis que comparte Rocafort: «Se ha anquilosado como muleta del PP, y parece ser a lo único a lo que aspira. La gente vota a partidos que tienen una aspiración real de Gobierno».

4. Discurso social…

En cuanto al punto anterior, cabe destacar que desde Vox han tomado nota. Tal y como informó THE OBJECTIVE, la intención es distanciarse del PP con una apuesta más decidida por lo social, incidiendo en los problemas que acucian a los barrios obreros (inmigración y seguridad), al campo, y apostando por un intervencionismo económico similar al que enarbola Marine Le Pen, orillando al sector liberal del partido. Y esto conecta con el quinto y último punto…

5. …Pero sin olvidar la Economía

Bajar los impuestos, pero subir el gasto social. Esa es la consigna económica de Giorgia Meloni, que va a ser explotada por Santiago Abascal en lo sucesivo para intentar disputar a Alberto Núñez Feijóo la bandera de la Economía. Así lo ha evidenciado Rocío Monasterio este martes, cuando ha defendido una «reducción drástica de impuestos» para aumentar «las ayudas directas a las familias»: «El único partido que tiene claro cómo sacaría a los españoles adelante sería Vox».

https://twitter.com/madrid_vox/status/1574750001313431552

«Las coaliciones las rentabiliza quien las lidera, y aunque en España es impensable que Vox la liderase, no debería acomodar su imagen en el papel de secundario del PP en una coalición de Gobierno. No renunciar al papel presidencialista de Abascal y dedicar lo que queda de legislatura, no solo la campaña, a estar con la gente, en el campo, en los barrios mientras afianza una imagen de solvencia gestora compatible con la batalla cultural», zanja Irene González.

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