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Política

José María Michavila: «No hay crisis en la Justicia, sino en el Parlamento»

Conversamos con el exministro de Justicia, José María Michavila, sobre la situación de la política y la Justicia española

El exministro de Justicia José María Michavila, que hoy compatibiliza sus clases de historia con la dirección de un prestigioso bufete de abogados, observa los toros del panorama político y judicial desde la barrera, pero con la sabiduría que te da haber sido no sólo extitular de Justicia, sino también Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, todo ello durante la presidencia del gobierno de José María Aznar. De aquello hace ya más de 20 años. Entonces se firmaron acuerdos y Pactos entre PP y PSOE, pese a sus diferencias manifiestas. Michavila, que acaba de publicar el libro La edad democrática, en el que hace un repaso por la historia contemporánea y advierte del perjuicio de los populismos para las democracias, señala como un mal actual la voladura de puentes entre Gobierno y PP, consecuencia, en su opinión, de la presencia de los socios de Podemos en el Gobierno, así como de los acuerdos que el PSOE alcanza en el Parlamento con socios como ERC o Bildu. El exministro se muestra convencido de que el acuerdo para renovar el CGPJ es más sencillo de lo que parece. La fórmula consiste en que el Sánchez ponga sobre la mesa perfiles que no vayan contra el orden constitucional. En su opinión, si lo hace, Feijóo firma en 24 horas.

PREGUNTA.- ¿Qué le ha llevado a escribir La edad democrática? ¿Detecta déficit de conocimientos o de percepción de la historia democrática en sus alumnos?

RESPUESTA.- Yo he sido político y estoy moderadamente satisfecho con mi experiencia en esa etapa. Pero antes y después he sido profesor y abogado. Ahora doy clases de historia contemporánea y veo que los alumnos muestran una gran perplejidad a la hora de entender el mundo en el que viven y para ver el mundo que viene. Por eso he escrito sobre la historia de los siglos XIX y XX, para entender de dónde venimos y adónde vamos.

P.- Usted esboza como peligros de la edad democrática a los populismos que están surgiendo en las democracias desarrolladas…

R.- Yo titulo el libro La edad democrática, porque me refiero a una nueva etapa. Ya lo que llamamos la Edad Contemporánea, que arranca con la Revolución Francesa, no es la misma etapa que vivimos en la actualidad. Es un periodo distinto que nace quizás con la caída del Muro de Berlín o con el atentado de las Torres Gemelas, con el desarrollo de Internet o la aparición de la inteligencia artificial. A esa vieja etapa que ya no nos es contemporánea hay que buscarle un nombre y yo la he denominado «Edad Democrática».

«Un país que genera desconfianza, porque sus políticos la provocan, va para abajo»

P.- De ahí el título de su libro…

R.- Efectivamente, en la historia de la humanidad que tiene más de 200.000 años, hay dos hitos que transforman la forma de vida del hombre sobre la Tierra. El primero es el paso de ser nómadas y cazadores a ser sedentarios y agricultores y ganaderos. El segundo éxito es la democracia. Con ella la sociedad se abre, se estimula el mérito y la capacidad. Y con ella el hombre pasa de tener una vida media de entre 25 y 35 años, como venía teniendo en los 200.000 años anteriores, a una vida de 70 a 90 años. Todos los inventos que hacen que vivamos más y mejor han nacido en democracia.

P.- ¿No le parece un poco exagerado todo eso que dice?

R.- En absoluto. Eso es lo que se explica en el libro: desde la penicilina hasta la energía eléctrica, el motor de combustión, el aire acondicionado, la nevera, el coche o el avión, hasta la bicicleta, que son inventos que, tanto si son chinos, como indios, surgen en democracia. El mapa del bienestar en el mundo lo dibujan aquellos países que han tenido años de democracia.

P.- ¿Cree que la democracia está en peligro?

R.- La democracia es muy joven. Tiene menos de 200 años. Es evidente que ahora tiene una crisis de identidad, algo así como una enfermedad de adolescencia. Pero no tengo duda que el futuro de la humanidad será democrático, incluso en China y en Rusia. Tardará más o menos, pero ese es el futuro. Hoy hay un gran factor de riqueza, que es la confianza. Allá donde hay confianza se genera bienestar. Y un país que genera desconfianza, porque sus políticos la provocan, va para abajo.

«La entrada de políticos que apuestan por reventar la convivencia democrática está generando desconfianza en España»

P.- ¿España genera desconfianza?

R.- En este momento, la división de la democracia está generando desconfianza en todos los países democráticos. Y en España, el hecho de introducir, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo, a proyectos políticos que en vez de apostar por la casa común de la convivencia democrática que nos hemos dado pretenden reventarla, está generando desconfianza.

P.- ¿Se refiere a Podemos, a Vox…?

R.- Yo no he visto a Vox en el Gobierno…

«ERC y HB (Bildu) , que no tienen ningún cariño a España, marcan la agenda del Poder Legislativo»

P.- Pero sí en el Poder Legislativo.

R.- Quienes marcan la agenda del Poder Legislativo en estos momentos son ERC y HB, que son partidos que no tienen ningún cariño a España, presumen de ello y presumen también imponer la agenda. Hay una realidad manifiesta. Fui secretario de Relaciones con las Cortes y tenía que gestionar la estabilidad del Gobierno y el PP tenía entonces 156 diputados en el Grupo Popular. Ahora el Gobierno cuenta con 155 votos de respaldo, entre el PSOE, que tiene 120, y su socio preferente, que es Podemos y el otro, que es el PCE. En ese guirigay, en esa sopa de letras, lo obvio es que el PSOE hubiera hecho lo que quiso Felipe González: un gran acuerdo entre las dos grandes fuerzas políticas de centro derecha y centro izquierda, pero ha elegido sumar y poner el guion y el destino de España en manos de quienes no quieren a España.

P.- El PP de Pablo Casado, por ser justos y hacer memoria de lo dicho la misma noche de las elecciones, tampoco estaba por la labor de llegar a ese acuerdo…

R.- España tiene una gran oportunidad de mejorar si vuelve a hacer lo que ha venido haciendo: que haya grandes partidos de centro derecha y centro izquierda que hagan lo que quieren los españoles, que lideren y se ocupen de lo que les preocupa, que es la cesta de la compra, el precio de la luz… no a debates estériles.

P.- Dentro de un año tenemos elecciones generales. ¿Debería el PP, si gana sin mayoría absoluta, tender la mano al PSOE en lugar de buscar otros socios de Gobierno?

R.- Los grandes acuerdos son importantes y son los que hacen grandes países. En cambio, los países que se dividen, pierden la confianza. Pongo como ejemplo a EEUU, que ha liderado el mundo durante muchos años, pero donde hay una enorme división interna en la política nacional, que está debilitando al país. Ocurre exactamente igual en el Reino Unido. Creo que la fractura de las democracias está erosionando las democracias, pero no va a acabar con ellas.

«Conozco bien a Feijóo: con nombres que estén dentro del modelo constitucional, sin querer reventarlo, se renueva el CGPJ en 24 horas»

P.- ¿Sería viable en España una gran Coalición, a la alemana?

R.-En este momento hay un punto de encuentro muy sencillo, que sería el famoso tema de las sillas del Poder Judicial. Hay un debate sobre quién manda en la Justicia, pero el debate debería ser para qué sirve la Justicia. En mi época teníamos un problema de terrorismo. Nos mataban. ¿Qué hicimos? Tratar de resolver los problemas de la gente a través de la Justicia. Hicimos un gran pacto de Estado para que, desde la Justicia, solo con la ley, pero con todo el peso de la ley, dejar de pagar la vida de los terroristas con nuestros impuestos. Hicimos una ley y aquello se acabó. En Europa, que ahora viene a regañarnos porque no resolvemos lo de los jueces, tuvimos que convencerles de que no podía ser que mataran en España y la Justicia no pudiera perseguir a los terroristas en Francia, en Holanda o el Bélgica e hicimos la euroorden, que ha permitido perseguir a los terroristas. En aquella época aprobamos 21 leyes de común acuerdo. Otro problema que teníamos era la lentitud de la Justicia y pusimos en marcha los juicios rápidos, también la Ley Concursal, con un consenso absoluto. Ahora se ha reformado y ha tenido 140 votos en contra en el Senado y, a su regreso al Congreso, se han tumbado las enmiendas que venían del Senado. Hacer Justicia dividiendo a la gente es generar injusticia.

P.- El caso es que en 2022, veinte años después… no hay forma de llegar a acuerdos entre PSOE y PP…

R.- Conozco bien a Alberto Núñez Feijóo y si el gobierno propusiera una renovación del CGPJ con nombres que estén en el modelo Constitucional en lugar de querer reventarlo hay acuerdo en 24 horas. El problema es que el Gobierno está atado por unos socios que no están en ese modelo constitucional. Lo que está costando es renovar un órgano constitucional contra los criterios constitucionales, pero espero que el Gobierno se dé cuenta y haga una propuesta que Alberto Núñez Feijóo, que se mueve por el sentido común, pueda aceptar seguro.  

«La presencia en el Gobierno de quienes están contra la convivencia constitucional ha roto muchos puentes»

P.- En esta negociación no pone nombres solo el Gobierno, sino también el PP…

R.- En eso no entro. Yo solo sé que en mi época fuimos capaces de firmar un gran acuerdo y de resolver muchos problemas de la gente desde el consenso. Para mí hay una evidencia: la Justicia debe ser ajena al partidismo. En mi etapa de ministro solíamos quedar dos veces al año todos los exministros de uno y otro color político, con el titular. Nos convocaba unas veces Landelino Lavilla, o  Tomás de la Quadra, Ledesma, Múgica… pero esa costumbre se ha suspendido. No digo que se ha acabado, porque espero que se retome algún día. Esa relación, que me parece sana para los ciudadanos y la democracia, está suspendida. La presencia y la colonización en el Gobierno y en el Legislativo de quienes están en contra de la convivencia constitucional es lo que ha roto muchos puentes.

P.- ¿El problema de todo es Podemos y su presencia en el Gobierno?

R.- No. Podemos cumple su función. El problema es quien quiere gobernar dándole a Podemos el guion.

P.- ¿Se refiere al PSOE?

R.- No… Yo no hablaría del PSOE, sino de quien lidera ahora el PSOE.

P.- Se refiere a Pedro Sánchez…

R.- Yo no lo he dicho, lo dice usted…yo no voy a entrar tanto en el detalle de la política española.

«La Justicia no puede ser un campo de batalla»

P.- Si le pido que haga una radiografía de la situación actual de la Justicia española… ¿Cuál es su diagnóstico, que la está viviendo ya no desde la Administración, sino desde la abogacía?

R.- Como abogado y usuario de la Justicia tengo que decir que los españoles confían en la Justicia mayoritariamente, porque se acude a la Justicia para pedir una respuesta justa a los problemas de los ciudadanos. Eso es un gesto de confianza. El gran problema de la Justicia es su lentitud. En su día lo afrontamos y creamos los juicios rápidos. Ahora te roban un móvil y tienes un juicio a las tres o cuatro semanas, pero entonces podías esperar 18 meses para algo así, como pronto. De todos modos, queda mucho por hacer para agilizar la Justicia.

P.- Se ha invertido cantidades astronómicas en informatización de la Justicia, en Ciudades de la Justicia, la inversión ha existido, pero todavía queda mucho por hacer… ¿Qué es lo que se ha hecho mal entonces?

R.- No me corresponde a mí entrar en eso… Cuando uno sale de las responsabilidades no es bueno dar consejos a quien tiene que ejercerlas… El único consejo que doy es el del diálogo y el consenso, que se dialogue con todos los sectores de la Justicia. Yo tuve la suerte y el privilegio de hacer 21 leyes por consenso en mi etapa, consenso político, pero también con la sociedad… Recuerdo que la orden de protección para los casos de violencia doméstica la ideó una funcionaria, Montserrat Gil Guillaumet. Vino con su idea, la escuchamos, la pactamos y la aprobamos todos los grupos por unanimidad. Y ha tenido una gran eficacia, aunque hay mucho más que hacer contra la violencia de género. Pero también nos reuníamos todas las semanas los portavoces de Justicia con el ministro, para ver qué cuestiones se podían ir mejorando. Se dio un impulso muy grande. Se hicieron muchas reformas escuchando, entre todos. La Justicia no puede ser un campo de batalla. Es un servicio público esencial y un Poder del Estado, que debe estar al servicio de resolver problemas. Y yo ahora oigo hablar más de sillones que de problemas hay que resolver y cómo, pienso que se podría hacer las cosas un poco mejor. 

«Hay jueces que hacen política con las puñetas»

P.- ¿Está politizada la Justicia?

R.- El juez no dicta sentencias pensando en política. La inmensa mayoría de los jueces toman sentencias conforme a la Ley, a su conciencia y a lo que exige el ordenamiento jurídico. ¿Qué hay jueces que están politizados? Yo lo he sufrido. Hay jueces que hacen política con puñetas y a mí me sentó un juez en el banquillo, en el Tribunal Supremo, porque decía que los juicios rápidos eran bandolerismo. Hay señores jueces que hacen política con puñetas, pero no es lo normal. El 99,9% de los jueces y fiscales se ajustan a cumplir con el Estado de Derecho.

Michavila y su libro ‘La Edad Democrática’.

P.- De hecho, la mayoría de los jueces ni siquiera están adscritos a las Asociaciones profesionales (APM, Francisco de Vitoria y Jueces y Juezas para la Democracia) que sí tienen una ideología y son los que promueven a sus candidatos para ocupar las instituciones …

R.- Hay un cosa muy clara: la democracia de verdad es la democracia liberal humanista, que respeta la división de poderes. Esas personas entienden el desempeño de su profesión de forma correcta, pero hay otro grupo de personas que, sean lo que sean en la vida, hacen política: si eres periodista, primero eres militante y luego periodista, ¡y yo los veo! O si eres juez, primero militante y después juez, o fiscal, o cantante, o director de cine…¡yo los veo! Esa forma de entender la vida en la que la política es militancia en toda tu vida no es la mía. Personalmente, quiero buenos profesionales en cada sector, pero no le pido militancia ni a mi médico, ni al periodista, pero estamos en un momento en el que se pide militancia a todo el mundo. Y eso está contaminando la democracia, sin duda. No es la forma liberal de entender la democracia, pero es la forma de entender la política de ciertas personas.

«El problema no lo ponen los jueces, sino el Parlamento que tendría que renovar a la cúpula de los jueces»

P.- ¿Es la forma de entender la política del presidente del Gobierno?

R.- Yo no me voy a meter con el presidente del Gobierno…

P.- En su etapa de ministro había una serie de problemas en la Justicia, pero ahora también hay un problema de politización ¿No cree que esa sensación existe?

R.- Se dice que hay crisis en la Justicia…¡no señor, no es así! La crisis está en el Parlamento, que es quien tiene que nombrar al CGPJ y no lo hace. La Justicia no está en crisis. Los jueces, todos los días van todas las mañanas a cumplir con su trabajo y a poner sentencias. El problema no lo ponen los jueces, sino el Parlamento que tendría que renovar la cúpula del gobierno de los jueces.

«Hay gente que está en política para resolver sus propios problemas»

P.- ¿Qué pensó cuando leyó el WhatsApp de el que fuera portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, en el que, hablando de la renovación del CGPJ y del Tribunal Supremo afirmaba que el Pacto era bueno, porque el PP acabaría «controlando la Sala Segunda (del Tribunal Supremo) desde detrás…»?

R.- Ya no me acuerdo de eso…Yo me fui de la política activa en el año 2006, me fui a Londres y monté mi despacho de abogados y después lo monté en Nueva York… Mire, no me gusta entrar, ni creo que nos corresponda a los que hemos estado en política hacer análisis de letra pequeña de las cosas. Creo que nos toca hacer análisis y reflexión con un poco más de altura de miras y de profundidad, con el objetivo de atender al interés general. La buena política está en resolver los problemas de la gente, pero hay gente que está en política para resolver sus propios problemas.

P.- Pues la actual ministra de Justicia, Pilar Llop, dice que en el metro ya se empieza a hablar de la renovación del CGPJ, que a la gente le preocupa…

R.- Desgraciadamente, cuando falleció mi mujer me tocó ser padre y madre y he aprendido mucho de las madres, a través del chat del colegio de los niños… Yo, en el chat de madres no he oído hablar de la renovación del Consejo, sino de la cesta de la compra y del precio de la luz, de los libros del colegio o de la ropa del niño. El otro día fui con mi hijo a comprarle ropa y me gasté el doble que el año pasado en estas mismas fechas. Ese es el tema que está presente en la gente.

«La Monarquía ha sido útil a España y a la construcción de la democracia»

P.- Volviendo a la Edad democática y sus achaques, ¿cree que en algún momento ha estado en peligro una institución como la Monarquía en esta etapa democrática?

R.- No. Creo que el Rey lo está haciendo muy bien. Está desempeñando sus funciones al frente de la Casa, como Jefe del Estado, de forma impecable, con mucho rigor, con mucha dedicación y preparación. Creo que esas tres cosas -dedicación, rigor y preparación – son un gran bien para los españoles. El libro que escribí antes de La Edad Democrática se titula La España del General Prim en busca de una monarquía útil a la democracia, porque yo tengo la certeza de que la Monarquía ha sido útil a España y a la construcción de la democracia y que la democracia es la que ha dado calidad de vida y bienestar al conjunto de los españoles.

P.- ¿Está en riesgo la democracia en España?

R.- La democracia le ha dado un enorme bienestar a España. Si clasificamos las 7 maravillas de la democracia, una de ellas, sin duda, es la Constitución Española. La Constitución del 78 permitió a un país dividido, que salía de una dictadura, en una sociedad en la que cabíamos todos. Bajo el paraguas de la democracia, hemos vivido los mejores 40 años de nuestra historia, pero llega el momento en que algunos insatisfechos que deciden que la Constitución es un muro que hay que derribar. Esa insatisfacción también la vemos en otras democracias occidentales. Pero esa crisis que genera el populismo no va acabar con la democracia, aunque en democracia todo es frágil. Se regenera, pero hay que cuidarla.

«Cuando el guion lo marcan las minorías, el país se equivoca»

P.- ¿Habría que reformar la Constitución?

R.- El debate siempre es el mismo: destruir es más fácil que construir. En la historia de España, los gobiernos llegaban, destruían, pero no construían una casa común. Afortunadamente, en el 78 construimos un modelo que ha permitido tener una casa común donde todos hemos convivido. Yo sí creo que siempre es bueno renovar, pero renovar para reforzar, no para destruir. En ese punto hay que ponerse de acuerdo. Por eso, los grandes consensos surgen del acuerdo de los dos grandes partidos que representan a los españoles, pero cuando el guion lo marcan las minorías, el país se equivoca.

P.- En tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero hubo un intento de acometer una reforma acotada a cuatro aspectos constructivos, no destructivos…

R.- Recuerdo que el Consejo de Estado hizo un gran dictamen sobre la Reforma constitucional….

P.- ¿Esa sería una buena reforma constitucional?

R.- Más que opinar lo que hay que hacer quiero opinar sobre cómo hacerlo. Hay que hacerlo desde el acuerdo y el entendimiento de la inmensa mayoría de los españoles, con los grandes partidos que representan a la mayoría de los españoles.

P.- Eso es lo que establece la propia Constitución para ser reformada: mayorías parlamentarias reforzadas y refrendo popular…

R.- Seguramente, claro…

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