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Vox renuncia al choque con el PP en Galicia y buscará el voto de los abstencionistas

Santiago Abascal apela al 51% de los gallegos que no votó en 2020 para confiar por primera vez en su partido

Vox renuncia al choque con el PP en Galicia y buscará el voto de los abstencionistas

El presidente de Vox, Santiago Abascal, interviene durante un acto público de precampaña, en el Auditorio Palacio de Congresos ‘Mar de Vigo’, el 28 de enero de 2024, en Vigo. | EP

Las expectativas de Vox para las elecciones gallegas del próximo 18 de febrero son poco halagüeñas. La formación conservadora, que presenta como cabeza de lista a Álvaro Díaz-Mella, tiene difícil entrar en el Parlamento regional, al calor de las encuestas y de las sensaciones internas. El votante del Partido Popular es el más fiel de todos cuantos se presentan a los comicios, y el de izquierdas es un nicho inalcanzable, así que desde Bambú 12 han pergeñado una nueva estrategia con respecto a 2020 para procurar la hazaña.

Lejos de apelar a los descontentos del PP, y lejos de ir al choque contra Alfonso Rueda, los conservadores se han lanzado a por el amplio nicho de abstencionistas e indecisos gallegos, apelando a su gestión en otros gobiernos autonómicos: «Si depositan la papeleta de Vox el 18-F, es posible que Galicia vaya a mejor».

Basta con escuchar el mitin que Santiago Abascal dio el pasado domingo en Vigo. «Hay una gigantesca anomalía democrática», expuso el dirigente vasco, que explicó: «En las últimas elecciones gallegas, el 51% de los conciudadanos se quedaron en casa, no fueron a votar». Y eso a pesar de que, en su argumentario, «la gente que está apoyando al Partido Popular vota, como han dicho, al mal menor, o vota por aburrimiento, con resignación o con miedo a que llegue la izquierda».

«Pero hay mucha gente que no vota y que está en casa porque nadie le representa», prosiguió Abascal en su discurso de precampaña. A estos les instó a dejar de pensar que «al final todos son iguales, que nada cambia» y que se fijen en «cómo cambian las cosas cuando Vox entra en los gobiernos», como en Castilla y León, Aragón, Comunidad Valenciana y Extremadura.

Los vicepresidentes autonómicos de Vox y Santiago Abascal arropan al candidato a la Presidencia de Galicia, Álvaro Díaz-Mella.

‘Tregua’ al PP

El acto, en el que también participaron los vicepresidentes autonómicos de Vox, evidenció que la beligerancia hacia el Partido Popular no es la misma que en 2020, sino que se ha articulado un discurso más propositivo, fundamentado en la utilidad de Vox para «traer otro tipo de políticas», asumiendo que, en el mejor de los casos, el partido a la derecha del PP aspira a ser su muleta en la región.

En este sentido, THE OBJECTIVE ya adelantó que Vox no haría campaña contra el PP en Galicia utilizando la crisis de los pellets de plástico, excepto si hubiese una «negligencia política». «No vamos a hacer un Prestige», adelantaron en contraposición de la izquierda, que ha hecho de este episodio un casus belli.

El motivo de esta estrategia es que el 81,9% de quienes votaron a Alberto Nuñez Feijóo votaría a Alfonso Rueda, según el último barómetro del CIS. Esto es, que el nicho de descontentos con el PP es reducido. Por otro lado, un 13,4% admitió en esta encuesta no saber aún a quién votará, y un 1,7% dijo abiertamente que no lo haría.

Para más inri, la volatilidad en el voto y la gran cantidad de partidos cada vez son más las personas que deciden a quién votar durante la campaña electoral o los últimos días. El 29,8% de los encuestados decide a qué partido o coalición va a votar la última semana de campaña. Un 20,2%, la última semana. Un 4,5% durante la jornada de reflexión y un 5,1% lo decide el mismo día de las elecciones.

Problemas con el candidato

La encuesta contiene una mala noticia para Vox: un 35,5% de los gallegos priorizan a los candidatos a la hora de depositar su voto. En este sentido, es un problema que el 23,2% de los encuestados, uno de cada cuatro, dijera no conocer a Álvaro Díaz-Mella. Sólo un 1,7% dijo elegir a un partido con arreglo al programa electoral.

Díaz-Mella fue el recurso in extremis del partido, que tuvo serias dificultades a la hora de encontrar un candidato dispuesto a inmolarse. Este, además, no gusta a los afiliados en Pontevedra, donde es cabeza de lista. El motivo, según las fuentes consultadas por este medio, es que «afiliados en Pontevedra presentaron una denuncia ante el comité de garantías por la gestión económica del partido en la provincia», pero se dio «carpetazo al tema». El candidato a la Xunta, presumiblemente, «se dedicó desde aquel momento a cancelar a los afiliados descontentos por la opacidad y las maneras, que ahora son cada vez más».

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