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La Casa Blanca teme que los coches chinos puedan ser convertidos en un arma

El anuncio refleja la creciente preocupación por la posibilidad de que puedan explotar la información recaudada

La Casa Blanca teme que los coches chinos puedan ser convertidos en un arma

Coche eléctrico de la marca china MG.

El temor tecnológico al gigante chino crece día a día. Tras las alarmas disparadas por la fuga de datos de los smartphones de algunas marcas, los sistemas radiantes de telecomunicaciones 5G, o las grúas portuarias, ahora se une el temor a sus coches. La Casa Blanca percibe amenazas por todas partes.

La posibilidad de que puedan convertirse en un peligro para la seguridad nacional, en forma de caos en sus carreteras, o que los conductores puedan perder el control de sus coches, es lo que ha disparado las alarmas. Debido a ello, el gobierno de Joe Biden ha dado curso a una investigación hacia los llamados coches inteligentes, pero con especial incidencia hacia los procedentes de China.

Amenaza de segundo nivel

De momento no son sus servicios secretos, sino el Departamento de Comercio de EE.UU. el encargado de revisar los posibles riesgos que plantean los componentes de hardware y software. Esta investigación podría dar lugar a una normativa que restrinja el uso de determinados componentes de automóviles vendidos en suelo estadounidense, algo que ya ha ocurrido antes.

El anuncio refleja la creciente preocupación en el seno de la administración Biden por la posibilidad de que países extranjeros puedan explotar la información recaudada por coches fabricados fuera de sus fronteras. No se trata solo de utilizar en beneficio propio los datos de navegación, conexiones a estaciones de recarga de automóviles eléctricos, o recabar inteligencia a través de sus sensores. Las sospechas van más allá, y existe el supuesto de que puedan llegar a sabotear infraestructuras críticas con ellos.

El estudio ordenado por Washington se va a centrar en los «vehículos conectados», un término algo difuso y cada vez más amplio, que engloba a cualquier automóvil moderno que utilice conexiones de red para asistencia en carretera, comunicaciones por satélite o a lo que más temen: las actualizaciones de software.

Los coches de última generación poseen la capacidad de actualizarse online, tal y como lo hacen ordenadores o teléfonos móviles. Los propietarios de este tipo de coches están cenando rodeados de su familia, acostados, o viendo la tele, y en su teléfono móvil salta una alarma con un mensaje: «Su coche quiere actualizarse».

El propietario del vehículo acepta, en la confianza de que después de la descarga del nuevo software, su vehículo obtendrá nuevas funcionalidades, el diseño de la interfaz con la que se comunica será más fluida, o será capaz de obtener más caballería de su motor. El problema es que también podría colarse un virus, una suspensión de algunas de sus funciones o incluso convertirse en un inútil montón de chatarra sin capacidad alguna de moverse al haber liquidado su sistema operativo.

El Gobierno norteamericano teme que llegado el momento, los coches eléctricos o híbridos, procedentes de otros países —y en especial China— siembren el caos en sus calles y carreteras.

Biden habla

En un comunicado emitido por la Casa Blanca, Biden afirma que «Los vehículos conectados procedentes de China podrían recopilar datos sensibles sobre nuestros ciudadanos y nuestras infraestructuras, y enviar estos datos a la República Popular China». A lo que añade «Se podría acceder a estos vehículos a distancia o inutilizarlos».

Rusia, Irán y Venezuela son otros países que preocupan a las autoridades estadounidenses en lo que respecta a los vehículos conectados, según un alto funcionario de la Administración. De estos países llegan muy pocos vehículos a los Estados Unidos, pero todos tienen potentes equipos de hackers, en especial los dos primeros, dedicados a estudiar vulnerabilidades en los sistemas ajenos.

Cargadores eléctricos bajo sospecha

Investigadores de varios laboratorios financiados por el Departamento de Energía estadounidense llevan años estudiando las posibles vulnerabilidades de un punto en especial sensible: las estaciones de recarga de vehículos eléctricos. Todos trabajan en anticiparse ante la posibilidad de que piratas informáticos extranjeros se infiltren en estos equipamientos y puedan inutilizarlos. Con la expansión de los coches eléctricos, sería el equivalente a dejar a un país sin gasolina, inmóvil.

Pero la preocupación de las autoridades estadounidenses por la seguridad de los coches inteligentes se ha acentuado en los últimos años. La Casa Blanca celebró una reunión en octubre de 2022 con altos funcionarios gubernamentales y ejecutivos de la industria del automóvil para elaborar estrategias sobre cómo reforzar la ciberseguridad en los vehículos, en especial en los eléctricos.

Esta nueva investigación iniciada ahora es la segunda medida importante tomada por el gobierno de Biden en un muy corto periodo de tiempo con la misma finalidad. Su gobierno ha abordado estas inquietudes sobre la tecnología china incrustada en la infraestructura estadounidense, y hace apenas unos días ha habido una decisión al respecto.

Acciones previas

La administración pública de este país invertirá más de 20.000 millones de dólares en sacar de sus puertos comerciales infraestructuras de fabricación china, en especial las grúas procedentes del fabricante ZPMC. Serán sustituidas por otras construidas en suelo patrio. (Esta firma china tiene acuerdos con España para instalar al menos seis de estas grúas, del tipo STS —Ship to Shore— en los dos próximos años en Barcelona, Bilbao y Valencia. En otros países europeos se está virando hacia la firma sueca Konecranes)

Medidas restrictivas de este tipo ya se han llevado a cabo antes con varias compañías chinas, muy cercanas a su gobierno, como Huawei o ZTE, que fabrican terminales telefónicos y sistemas de telecomunicaciones. Estas firmas están siendo desplazadas de Europa por fabricantes como Ericsson y Nokia, que tienen muy avanzada su tecnología 6G.

Respuesta china

Más trabas a los coches chinos. Esto es lo que afirman desde Asia, a lo que añaden que no son más que paranoias americanas, que no tienen nada de esto preparado, y que no se trata más que de una estratagema para hacerles la guerra sucia. Verdad o no, lo que sí es cierto es que existe un fuerte temor de invasión comercial, que los gobiernos occidentales intentan ralentizar en lo posible, y esto podría ser parte de una estratagema.

En Francia ya están en ello con fuertes aranceles a coches que vienen de China a cuenta de su afección a la cadena medioambiental durante su proceso constructivo, o el transporte desde allí. Una de las respuestas chinas ha sido fabricarlos aquí. La marca china más vendida en Europa es MG, con uno de cada tres coches colocados en el último año, pero BYD viene como un ciclón, y tras su anuncio de instalar una fábrica en Hungría, han hecho saber esta semana que montarán otra en Italia.

El problema para la administración Biden se desplazará cuando los coches chinos estén fabricados en Utah, Wisconsin, o Colorado. Ese día se podrá decir, que si les espían, serán espiados por coches estadounidenses, y todo se complicará aún más, si es que ocurre.

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