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Los grandes primates pueden leer la mente

Llegar a estas conclusiones ha sido posible gracias a la investigación conjunta llevada a cabo por antropólogos de la Universidad de Duke, de Estados Unidos, y de la Universidad de Kioto, en Japón, quienes realizaron pruebas con 30 primates. Para analizar sus reacciones, crearon una dramatización donde una persona disfrazada de simio le tomaba el pelo a un humano. En la representación, el primate ficticio le robaba una piedra a un hombre y la escondía en una caja. Cuando el hombre salía de escena, el simio cambiaba la piedra de caja y al final se la quedaba. Cuando el hombre volvía a escena para buscar su piedra, los resultados del experimento demostraron que, a sabiendas que la piedra no estaba en ninguna de las cajas, los primates fijaban su mirada en la primera conscientes de que el hombre creía que estaba escondida ahí. De este modo, se anticipaban a la acción del hombre, motivada por una falsa creencia, probando así que los primates son capaces de adivinar y prever los pensamientos y reacciones de humanos y otros simios.

Los grandes primates pueden leer la mente

Reuters

Un estudio publicado en la revista Science ha dado conocer los sorprendentes resultados de un experimento realizado con chimpancés, orangutanes y bonobos. Los antropólogos a cargo de la investigación han demostrado que estos grandes simios tienen la capacidad de leer la mente, algo que hasta el momento se creía reservado para la especie humana. La «teoría de la mente», identificada en los primates, les permite detectar pensamientos o intenciones ajenas.

Llegar a estas conclusiones ha sido posible gracias a la investigación conjunta llevada a cabo por antropólogos de la Universidad de Duke, de Estados Unidos, y de la Universidad de Kioto, en Japón, quienes realizaron pruebas con 30 primates. Para analizar sus reacciones, crearon una dramatización donde una persona disfrazada de simio le tomaba el pelo a un humano. En la representación, el primate ficticio le robaba una piedra a un hombre y la escondía en una caja. Cuando el hombre salía de escena, el simio cambiaba la piedra de caja y al final se la quedaba. Cuando el hombre volvía a escena para buscar su piedra, los resultados del experimento demostraron que, a sabiendas que la piedra no estaba en ninguna de las cajas, los primates fijaban su mirada en la primera conscientes de que el hombre creía que estaba escondida ahí. De este modo, se anticipaban a la acción del hombre, motivada por una falsa creencia, probando así que los primates son capaces de adivinar y prever los pensamientos y reacciones de humanos y otros simios.

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