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Aston Martin llevó a Bahréin tres Fórmula 1, y uno puede conducirlo usted

La marca británica ha conseguido construir un coche homologado para ser conducido por una carretera de esas que usamos los meros mortales

Aston Martin llevó a Bahréin tres Fórmula 1, y uno puede conducirlo usted

Una imagen promocional del Aston Martin Valkyrie.

El titular que encabeza este artículo no es una afirmación gratuita, ni tampoco la típica hipérbole utilizada para llamar la atención. Aston Martin ha construido el que probablemente sea el coche de calle más rápido del planeta: el Valkyrie. No por prestaciones sobre el papel, ya de por sí impactantes, sino porque puede superar a monoplazas de Fórmula 1 en un circuito de carreras. En serio, con luces, intermitentes y matrícula, puede dejar atrás a un Fórmula 1.

La semana anterior al Gran Premio de Bahréin, el piloto de pruebas de la marca, Darren Turner, alcanzó los 325 km/h al final de la recta principal del trazado. Unos días más tarde, Fernando Alonso marcó 328,2 km/h como velocidad máxima sobre ese mismo asfalto, solo 3 km/h más rápido. Nueve monoplazas en plena borrachera de velocidad, media parrilla, fueron más lentos en plena carrera. Es más, pilotado por Andy Priaulx, ese mismo coche de calle, quedó tan solo cinco segundos por detrás del Toyota, vencedor de las 24 Horas de Le Mans en el mismo circuito en el que se disputan. Si hubiera participado en la tanda clasificatoria, este turismo hubiera quedado séptimo, dejando atrás a cincuenta y cinco coches de carreras. 

Un Aston Martin a velocidad sideral

Este proyectil con prestaciones de calibre galáctico se empezó a pergeñar en un restaurante y con cuatro comensales sentados a la mesa: Christian Horner, director de la escudería Red Bull, Adrian Newey, su director técnico, y dos directivos de la firma de Gaydon. El mítico ingeniero de la Fórmula 1 tenía en mente crear el coche definitivo, uno en el que pudiera adelantar saludando con una mano a todos los demás. Puso una sola condición: tendría la última palabra en todas las decisiones y daría igual el precio de venta con que saliese al mercado. Al final, en la etiqueta acabó poniendo tres millones de dólares, aunque se sabe que hay quien antes de poner el coche en la calle pagó un 30% más a cuenta de las personalizaciones.

Ha sido una de las mayores fuentes de ingresos para la firma en los últimos años porque han colocado, de manera poco menos que instantánea, los 150 coupés, 40 AMR Pros para pista y 85 Spiders (descapotables). El peso en seco de la versión básica es de 1.360 kilos, —15 más para el cabrio— y su motor Cosworth V12 de 6,5 litros genera 1.001 caballos de fuerza. Si a alguien le parecen pocos esos mil caballos aplicados al tren trasero, ha de saber que el Valkyrie tiene un as en la manga: un motor eléctrico que añade 141 más. Con este empujón, la potencia máxima es de 1.142 desbocados equinos, con la marca roja en nada menos que 11.100 revoluciones por minuto.

Un Aston Marin Valkyrie en las carreteras británicas.

El motor forma parte del chasis, y queda retenido a él con tornillos de medida imperial, en pulgadas y no en milímetros, porque son uno o dos gramos más ligeros. El ingeniero también obligó al motorista a eliminar todo tipo de pintura, barniz o esmalte de sus piezas, porque el brillo extra añadía ochenta gramos al conjunto. Para aplicar toda la potencia al suelo no basta con unos generosos neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2, sino que necesita una ayuda extra. Esos gigantescos neumáticos aportan agarre mecánico, pero las sinuosas formas del Valkyrie añaden la llamada carga aerodinámica tan popular en la alta competición, que cobra vida a partir de los 100 Km/h.

No solo se trata de que el coche atraviese la atmósfera sin que el aire le estorbe, sino que gracias a él se pueda sustentar mejor al suelo y no eche a volar en cualquier momento. El dato es que su fisonomía añade hasta 1.200 kilos de aire empujando el coche contra el asfalto, pero hay un problema: sus neumáticos ‘normales’ aguantan hasta 1.250. Por si esto pareciera poco, se puede adquirir el llamado AMR Track Performance Pack, que incluye neumáticos Cup 2 R más adherentes. Este paquete añade otros 800 kilos largos más de carga aerodinámica, para un total de algo más de dos toneladas. Aunque esta es la versión light; la heavy metal es la ofrecida por el radical acabado del Valkyrie AMR Pro, que en cálculos de su fabricante produce 2.694 kilos de carga aerodinámica, dos veces su propio peso.

Detalles de carreras, carrera de detalles

Sus asientos de competición poseen arneses de cinco puntos y pesan menos que las puertas. Las puertas, a su vez, pesan menos que las ruedas. Las salidas de aire del motor, normalmente de plástico, están hechas de fibra de carbono, para aligerar el conjunto. La factoría compró tal cantidad de titanio para crearlo que el Ministerio de Defensa británico empezó a hacer preguntas, porque la demanda fue de tal calibre que se dispararon los precios. Se tardó un año en diseñar su limpiaparabrisas, construido por la misma empresa que hace los del transbordador espacial…

Y luego está «lo del ruido». Aston Martin debería advertirlo con uno de esos carteles amarillos que ponen los de seguridad e higiene en el trabajo. Este misil tierra-tierra no es que suene, sino que cuando acelera y estás dentro, es como volar cabalgando un trueno que no cesa. Es absolutamente ensordecedor, y dentro necesitas llevar tapones para los oídos, cascos con cancelación de ruido (poco útiles) o algún tipo de protección, no ya por lo molesto, sino por lo excesivo de su nivel. El Valkyrie suena como un Fórmula 1 de los años 90, no en vano su motorista, Cosworth, reinaba en esa época de la competición. A su lado, el sonido de un Fórmula 1 moderno, parecería casi el propio de un coche eléctrico. 

El Valkyrie está al final del extremo, y no hay muchos referentes con los que se pueda comparar. Aston Martin ha conseguido construir un Fórmula 1 homologado para ser conducido por una carretera de esas con semáforos y líneas discontinuas que usamos los meros mortales.

Pero no pierda el sueño con esta inquietud, que ya están todos vendidos, y en principio la marca no tiene planes de hacer más. Por lo tanto, usted se acaba de ahorrar tres millones de euros. Con ellos siempre puede irse a un circuito de Fórmula 1 y ver unos cochecillos de colores que meten algo de ruido, pero no será como el de un Valkyrie. 

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