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El criticado certificado sanitario entra en la vida diaria de los franceses

El criticado certificado sanitario entra en la vida diaria de los franceses

JEAN-FRANCOIS MONIER

El certificado sanitario, criticado en la calle pero convalidado en lo esencial por el Consejo Constitucional, se extiende este lunes a otros ámbitos de la vida diaria de los franceses, para luchar contra al epidemia de coronavirus que sigue sin dar tregua.

Las claves: a partir de este lunes, hay que presentar el pasaporte sanitario en bares, restaurantes, cines, teatros u hospitales, y también para realizar trayectos largos en avión, tren o autobús. No obstante, hay una semana de tolerancia con el fin de que las personas encargadas de efectuar los controles a la entrada de los establecimientos se vayan acostumbrando a esta nueva herramienta, que tiene la forma de un código QR, anunció el ejecutivo.

El presidente francés, Emmanuel Macron, propuso estas medidas, junto con la de la vacunación obligatoria contra el covid-19 para los trabajadores sanitarios, con el fin de acelerar la campaña de inmunización, que el sábado había alcanzado la cifra de 44 millones de franceses con al menos una dosis (casi el 66% de la población).

Según datos oficiales, el sábado había en cuidados intensivos 1.510 pacientes frente a los 1.099 hace una semana. El número de hospitalizaciones pasó de los 8.368 del viernes a 8.425 un día después.

«El pase sanitario y el avance de la vacunación deberían evitar otros toques de queda y el confinamiento«, subrayó el ministro de Salud, Olivier Véran, este domingo en el diario Le Parisien.

El pase sanitario, que ya se exige en lugares culturales desde el 21 de julio, consiste tener la pauta de vacunación completa, un certificado de que se superó la enfermedad  con un test positivo de entre 11 días y seis meses o un test negativo de menos de 72 horas. Por otro lado, el uso del pase sanitario de otra persona podrá ser castigado con hasta 750 euros de multa, indicó el gobierno el domingo.

Unas medidas que entran en vigor a pesar de las importantes manifestaciones en su contra celebradas el sábado en ciudades de todo el país, por cuarto fin de semana consecutivo, pese a que la epidemia vuelve a estar en expansión. Unas 237.000 personas, 17.000 de ellas en París, se manifestaron en todo el país, según cifras del Ministerio de Interior.

Buena parte de los manifestantes estaban en contra de la obligatoriedad del certificado, que lo consideran como una «obligatoriedad de vacunarse disfrazada». Consideran la coacción desproporcionada y están preocupados de que un empleador pueda suspender el contrato de trabajo de un empleado que no lo tenga.

El gobierno, prefiere hablar de los vacunados. El sábado, 44,6 millones de personas habían recibido al menos una dosis (el 66,2% de la población total) y 37 millones han recibido las dos (el 55,1% de la población).

El ejecutivo espera llegar a los 50 millones de vacunados con una dosis para finales de agosto. Desde la alocución del presidente, Emmanuel Macron, el 12 de julio, más de 6,8 millones de personas han pedido cita para recibir la primera inyección, asegura su entorno.

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