La plantilla de la banca eleva la presión tras los beneficios récord y exige un alza salarial del 6%

La plantilla de la banca va a elevar la presión para que sus sueldos mejoren más de lo pactado recientemente tras la publicación de los beneficios, que en muchos casos ha sido de récord. Los empleados, a través de sus representantes sindicales, están ya planeando sus exigencias, que se formalizarán una vez se reabra de nuevo las negociaciones para ajustar del convenio colectivo este mes de marzo.

Según ha podido saber THE OBJECTIVE, la intención de los diferentes sindicatos, la reivindicación se centrará en una subida de las remuneraciones de al menos el 6%, frente al máximo del 4,5% acordado en los últimos meses, y que este aumento no sea compensada por otras variables como sucede ahora en diferentes entidades.

Si bien, de manera individual, los bancos han establecido distintos importes para garantizar que el alza -aunque sea menor- llegue a todos los trabajadores, como en BBVA o Bankinter, de 1.000 euros, o el Sabadell, de 600 euros. Las antiguas cajas –Caixabank, Unicaja, Ibercaja, etc- y el Santander, finalmente no absorberán los complementos, con lo que el incremento

Los empleados de la banca pedirán otras mejoras

El nuevo reclamo de una subida lineal no será el único y se producirá después de que la gran banca haya registrado casi 21.000 millones de euros de ganancias en 2022. En determinados grupos se han batido las cantidades más altas de la historia, impulsadas, en parte, por el primer impacto de la remontada del euríbor en sus cuentas.

La pelea de los sindicatos es que los empleados de la banca también perciban una subida extraordinario que esté vinculada a los resultados que obtenga cada una de las entidades, por lo que previsiblemente la mejora efectiva pueda ser aún mayor.

Desde hace medio año, los representantes de los trabajadores del sector vienen reclamando aumentos de todo tipo en sus retribuciones y beneficios sociales. Estas peticiones se están realizando en otros sectores y tienen como fin que la plantilla consiga una revalorización de su poder adquisitivo ante la escalada de la inflación.

En el caso de la banca, el objetivo también es que se compense de alguna manera el esfuerzo laboral que llevan realizando como consecuencia de la pérdida de empleo tras el ajuste masivo tras la pandemia. Los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) han recortado el personal del conjunto del sistema financiero en 19.000 efectivos.

Tras la presión ejercida por los empleados, la patronal AEB -que engloba a los bancos, como Santander, BBVA, el Sabadell y Bankinter, entre otros- pactó una subida del 4,5% a finales de noviembre. Y a finales de enero, la confederación de cajas CECA llegó a un acuerdo para elevar los sueldos un 4,25% con un mínimo de 1.000 euros.

Ahora, la intención es aumentar estos porcentajes, además de lograr otras mejoras, como una rebaja en el precio de sus propias hipotecas. Por norma, los trabajadores de la banca cuentan con unas condiciones más ventajosas que la clientela para los préstamos para la adquisición de la vivienda. También los tipos son más atractivos para otros productos, como los depósitos, las cuentas o la financiación de consumo.

Las nuevas peticiones de los empleados llevan en un momento dulce para las entidades, pero no exenta de riesgos. Las entidades se enfrentan, como advirtió Caixabank la semana pasada, a un previsible ascenso de la morosidad y de los costes por la inflación. Ademas, las entidades tendrán que asumir el impuesto especial del Gobierno, valorado en 1.500 millones de euros al año.

Los gastos de la banca ya han empezado a descontrolarse, pese a los ajustes de personal realizados desde 202o. Estos subieron en casi un 7% en 2022. De ahí, que algunos banqueros pongan el acento en que la necesidad más imperiosa es lograr una bajada de la inflación.

Pese a ello, la banca tiene en estos momentos vientos de cola muy favorables porque sus ingresos, solo por el negocio en España, aumentarán en dos años en unos 20.000 millones de euros por el avance del euríbor como consecuencia de la política monetaria aplicada por el BCE para frenar el abrupto impulso de la inflación. El organismo comunitario, que en menos de un año ha pasado de colocar los tipos oficiales del negativo a un 3% positivo, ha provocado que el euríbor ronde ya el 3,5% y se encamine hasta el 4%.