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La derecha abandona sus complejos: crónica de los nueve días que incendiaron España

Cientos de jóvenes llevan la batuta de unas manifestaciones organizadas a través de las redes sociales

La derecha abandona sus complejos: crónica de los nueve días que incendiaron España

Manifestación contra la ley de amnistía en Ferraz | Twitter

Lunes 6 de octubre. Cuatro días antes, PSOE y ERC anuncian un acuerdo en el que, además de hacer oficial la ley de amnistía, se confirma que España condonará 15.000 millones de euros a Cataluña y traspasará la gestión integral de Cercanías. El hartazgo de la sociedad civil se hace cada vez más patente, y numerosas instituciones alertan de la deriva antidemocrática del Gobierno en funciones. Lo que nadie podía imaginar es que esa noche saltaría la sorpresa.

Días antes ya se habían celebrado varias revueltas pacíficas contra el pacto, pero numerosas personalidades habían pedido «dar un paso más» convocando a través de X (antes Twitter) una manifestación frente a la sede del Partido Socialista en la calle Ferraz de Madrid. El guion empezó siendo similar al de días anteriores: insultos contra Pedro Sánchez y loas a España, el Rey y la Constitución. La ‘nueva derecha’ -bautizada por el politólogo Agustín Laje– nacida a raíz de la victoria de Donald Trump en 2016 y asentada tras el éxito de Vox se hacía notar en las calles por primera vez.

Pasadas las 22 horas, empezó la tensión: la falta de previsión policial, que ese día planteó un vallado exiguo, obligó a cargar de forma desproporcionada contra violentos y pacíficos. Varias personas de edad avanzada tuvieron que ser atendidas a consecuencia de los gases lacrimógenos y tres jóvenes fueron detenidos.

Mientras tanto, miles de ‘tuiteros’ condenaban lo sucedido a la vez que planificaban una «revancha» contra una Policía Nacional que se había convertido, según ellos, en «traidora» y «cómplice»: «La Policía de Marlaska gasea y pega a nuestros ancianos», denunciaron en redes sociales.

División entre ‘boomers’ y ‘zoomers’

El martes, la división entre quienes están dispuestos a «derramar su sangre por España» -frase utilizada por la asociación policial APROGC– y quienes apuestan por movilizarse de forma sosegada se hace patente. Diversos grupos radicales (Facta, Falange, Democracia Nacional…) toman la delantera y, entre pitos, se empiezan a escuchar los primeros cánticos contra la monarquía, la Constitución y la Policía: «Felipe, masón, defiende tu nación», «La Constitución destruye la nación» y «esa Policía, defiende la amnistía». En lo único que coinciden es en los gritos contra «los rojos» y Pedro Sánchez.

A las 21 horas, la conocida falangista Isabel Peralta se sube a un estanco y hace el saludo nazi, provocando el abucheo de gran parte de los 7.000 presentes -según Delegación del Gobierno-. Al mismo tiempo, varias personas discuten por el desplazamiento de las vallas y la Policía se dispone a cargar por el lanzamiento de objetos. Todo esto, mientras el activista Alvise Pérez y el líder de Desokupa, Daniel Esteve, bloquean Gran Vía en una manifestación paralela con cientos de personas.

La batalla campal se da minutos más tarde. Una veintena de policías nacionales salen con la porra y la escopeta para intentar dispersar a los manifestantes; pero no lo consiguen ya que, sorprendentemente, muchos de los que habían criticado la presencia de grupos ‘ultra’ aguantan la embestida. Sillas, vallas, botellas, mesas y otros objetos son arrojados, obligando al Cuerpo a retroceder y haciendo soñar a los más optimistas con tomar la sede socialista.

La noche más complicada hasta el momento terminaría con 39 heridos -29 de ellos agentes de policía- y seis detenidos de edades comprendidas entre 17 y 44 años. Mientras unos empezaban a especular con que este sería el último día «potente» dado que las cargas policiales habían estado justificadas, otros afirmaron que esto se había convertido en un «movimiento nacional» e indagaron en cómo unir a las masas pacíficas con los radicales: «Sin los boomers no tienes masa y sin los chavales no te sacan los medios».

La importancia del ‘Twitter Facha’

Resulta difícil hacer un análisis profundo de estas revueltas sin indagar en la influencia de la red social X (Twitter). Allí, un grupo popularmente conocido como ‘Twitter Facha‘ lleva años trabajando en convencer a los más jóvenes de que lo antisistema hoy en día es ser de derechas. Su humor, buen marketing y apariencia revolucionaria les ha llevado a dominar las redes sociales, y su poder en ellas ha quedado demostrado en los últimos días.

Son ellos quienes han popularizado el término «Noviembre Nacional» y han viralizado un nuevo escudo en sustitución del monárquico por su «decepción» con el Rey. En cuestión de días, este ya ha sido impreso en banderas, camisetas y sudaderas; y políticos de Vox como Jorge Buxadé o Manuel Mariscal ya lo mencionan sin complejo.

También han propuesto crear un crowdfunding para ayudar a los detenidos con las multas a las que tengan que hacer frente, y difundieron el mensaje del abogado Ignacio Menéndez ofreciéndose a defenderles ante los tribunales de forma gratuita.

Puigdemont hace arder Madrid

Tras un miércoles de relativa calma en el que acudieron menos personas y no fue necesario emplear la violencia, los españoles se fueron a dormir sabiendo que al día siguiente se haría oficial el acuerdo con Puigdemont. Por si fuera poco, Alejo Vidal-Quadras, expresidente del PP catalán y fundador de Vox, había sufrido un tiro en la cabeza. La noche prometía ser convulsa.

En un primer momento, y pese a que todos los periodistas acudieron con casco de seguridad, la violencia brilló por su ausencia: sólo se veían banderas constitucionales y alguna cruz de Borgoña. A las 21 horas, un grupo de jóvenes que venían de manifestarse ante la sede del Parlamento Europeo en Madrid lucieron algunas banderas europeas, pero se les pidió retirarlas. Cuando se acercaban las 22 horas, momento habitual de inicio de las cargas, varios encapuchados que se habían resguardado empezaron a lanzar objetos, petardos y bengalas.

Esta vez, los miles de presentes evitaron huir hacia la misma dirección, complicando la tarea policial de asegurar las distintas zonas de Madrid. Los disturbios llegaron hasta pasada la medianoche y varios contenedores fueron quemados, elevando la cifra de detenidos a 24.

Pese a que el viernes y el sábado acudieron menos personas, se prevé que ante la investidura de Pedro Sánchez la semana que viene las movilizaciones vayan a más. Lo que ha quedado claro es que una parte de la ciudadanía ya es consciente de los peligros de la ley de amnistía y de las referencias al ‘lawfare’.

Además, se ha visto a una parte importante de la derecha abandonar los clichés de «nosotros somos gente de ley» o «la violencia es un balón de oxígeno para Sánchez» y plantar cara a la Policía sin importar las consecuencias. Y es que los más jóvenes ven con temor la posibilidad de ser la primera generación que vive peor que sus padres desde la Guerra Civil, y creen que, de no tomar cartas en el asunto ahora, mañana podría ser demasiado tarde.

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