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Un sector de Sumar avisa a Díaz de la caída electoral y contempla la salida del Gobierno

IU y Compromís plantean salir del Ejecutivo para anular antes de tiempo a Podemos, pero Díaz y sus ministros se resisten

Un sector de Sumar avisa a Díaz de la caída electoral y contempla la salida del Gobierno

Yolanda Díaz.

Una «teoría», de momento. Pero que tiene a intérpretes conocidos en el espacio de Sumar. Concretamente, miembros de Izquierda Unida y del sector valenciano de Compromís, según ha podido saber THE OBJECTIVE, que avisan de que el ciclo electoral que se abre puede convertirse en un problema para el futuro de Yolanda Díaz y su formación. De ahí que algunos planteen la cuestión «estratégica» de la permanencia en el Ejecutivo. Si Sumar sale del Gobierno, afirman, será más fácil plantar cara a Podemos y aniquilar a los de Irene Montero. Desde dentro, los dardos morados harán más daño. La vicepresidenta y sus ministros, sin embargo, se decantan por la permanencia e intentan frenar el debate.

Hay algunos indicios que dejan entrever una situación de dificultad para este 2024. Los sondeos no son buenos. Podemos sustrae apoyos (así lo reveló el último CIS) y las elecciones gallegas pueden ser humillantes para Díaz. Además, las relaciones con los socialistas dan señales de agotamiento y socios como IU y Compromís, así como marcas como la Chunta, los canarios y los baleares, están incómodos. Ven el peso orgánico alcanzado por los errejonistas (en IU admiten el malestar al respecto) y empiezan a temer por sus intereses en el caso de una doble derrota en las elecciones gallegas y europeas.

Todo ha ido como la seda para Yolanda Díaz hasta la nueva investidura de Pedro Sánchez. A partir de este momento, la política gallega no ha parado de encajar derrotas, avisan aquellos que ya abogan por abrir un debate interno sobre la permanencia en el Ejecutivo. Es cierto que Díaz ha logrado apartar a Irene Montero y los demás ministros de Podemos, pero ahora la fuga de los morados al grupo mixto inquieta a sus colaboradores y a los socialistas. A este respecto, un asunto en concreto inquieta al entorno de la vicepresidenta. Se trata del envío de tropas al mar Rojo.

El mar Rojo, un punto débil

Estados Unidos está presionando a Sánchez para que España incremente su participación en el conflicto contra los rebeldes hutíes. Hace una semana, Sánchez dijo estar dispuesto a «estudiar» el envío de oficiales españoles de enlace en la misión que lidera Washington para proteger la navegación en el mar Rojo. Sumar no quiere que el Gobierno se involucre en la misión. No quiere que Podemos se aproveche de la situación para señalar la condescendencia de Sumar.

Así como sabe que deberá afrontar una ofensiva de Podemos para reducir el gasto en defensa en el próximo debate parlamentario. Concretamente, aquello vinculado a la compra de material bélico israelí. El mar Rojo e Israel pueden convertirse en el talón de Aquiles de la política gallega, con un adversario, Podemos, que sabe dónde lanzar sus dardos.

Choques con los socialistas

En Podemos creen que han dejado debilitada a Díaz. Su imagen pactista, afirman, se ha revelado un bluf. Algo se mueve en el PSOE, aseguran los de Belarra y Montero. Los choques con Félix Bolaños darían prueba de ello. Nada más arrancar el curso político, además, Díaz ha sufrido su primera derrota parlamentaria. Hasta el decreto sobre el subsidio de los parados mayores de 50 años la gallega nunca había perdido una votación. Podemos reivindica su autonomía y acusa a Díaz de no haber sabido negociar. Algunos ministros socialistas dejan entrever esa misma reflexión.

En Sumar hay preocupación, incluso en niveles cercanos a la vicepresidenta. Saben que vendrán negociaciones difíciles, con la pinza entre Podemos y ERC por un lado, y la necesidad de desmarcarse de Junts por las presiones de los Comunes. «Gobernar así es muy difícil», dejó escapar Díaz en el Senado. El día siguiente tuvo que intervenir la ministra de Hacienda para apagar las llamas de la polémica. Un desahogo personal, sostuvo. Pero empieza a cundir la sensación de debilidad y de cierto fin de luna de miel. Díaz ha intentado alejar esos fantasmas con nuevos anuncios sociales.

Mientras estaba a punto de encajar su derrota parlamentaria, anunció en televisión que aumentaría el SMI con o sin la patronal. Después, habló de la jornada laboral. El resultado ha sido que la CEOE se ha enfadado y los sindicatos han criticado la falta de información. Se difunde en los círculos económicos la idea de que Díaz está supeditando el «diálogo social» a su «promoción personal», y es difícil saber si Sánchez y los socialistas comparten (y censuran) esta lectura.

IU y Compromís, en alerta

IU manifiesta su resentimiento por el peso orgánico alcanzado por los errejonistas y avisa de que las elecciones en Galicia pueden dañar la imagen de Sumar (en el caso de no alcanzar escaños). Pero los valencianos hacen sus cuentas. Compromís sigue vinculado a Sumar y ha dado plena disposición a formar parte de la nueva cúpula confederal del partido, aseguran fuentes madrileñas del partido de Díaz. Pero en Valencia las cosas no se ven del mismo modo.

La derrota ante el PSOE por las reformas en el nuevo puerto de Valencia, una línea roja de Compromís y su sector ecologista, sigue escociendo. Y en Compromís están llegando a una conclusión política parecida a la de miembros de IU, que creen que los dardos que lanzará Podemos de aquí a los próximos meses pueden hacer daño.

El 18 de febrero se vota en Galicia. Será el primer banco de pruebas para Sumar en el nuevo ciclo político, con el miedo escénico de quedarse sin representantes en el Parlamento regional. Después llegarán los comicios europeos. Las fuentes de Sumar admiten que en estas elecciones deben alcanzar al menos dos millones de votos. Pero el temor a que se concentre el voto en PSOE o que otras formaciones como Izquierda Española y Podemos acaben restando miles y miles de votos a los de Díaz asusta.

Dos derrotas en los primeros seis meses de legislatura serían demoledores para una formación que acaba de nacer. De ahí que con Compromís e Izquierda Unida, otros referentes territoriales de Sumar, desde los canarios hasta los asturianos y aragoneses empiecen a teorizar lo que, a varios niveles, se está convirtiendo en un secreto a voces: desde dentro, siendo una muleta de Sánchez, su marca blanca, y demostrando más interés por los sillones que para la política, Podemos tendrá terreno fácil para atacar a Sumar. Desde la oposición, en cambio, rescatando el planteamiento del apoyo a la portuguesa de Alberto Garzón, Sumar podrá plantar cara a Podemos y aniquilar lo que queda del partido de Irene Montero y Pablo Iglesias.

Apoyo externo a Sánchez

Pero este planteamiento «estratégico», que según dicen las fuentes de Sumar comparten más de un dirigente de la nueva formación, choca con los intereses y voluntad de la cúpula ministerial. Díaz es la que menos quiere una deriva semejante. Siempre consideró que el poder otorga poder. Su pragmatismo la acercó a Iglesias cuando éste se decantó por entrar en el Ejecutivo de Sánchez como fuera. Y con ella coinciden los demás ministros de su sector (Rego, Urtasun, Bustinduy y García), todos firmemente convencidos de que hay que permanecer donde están, entre otras cosas porque asumir las tesis de la salida táctica supondría admitir el error de haber entrado dado el contexto de fragilidad de Sánchez.

El problema es que en Sumar saben que se abre un ciclo económico complicado. La propia Díaz lo deslizó en unas reuniones confidenciales con sus colaboradores antes del 23-J. Entonces, ella (al igual que Iglesias) estaba convencida de que la derecha ganaría las elecciones. Solo después de los comicios decidió dar un giro de 180 grados y autoconvencerse de que lo mejor era seguir en el Gobierno, aun sabiendo (y ahora teniendo la prueba de ello) de que la legislatura sería un asunto difícil de desenredar.

El apoyo de Junts y su coste han encendido a las bases de los Comunes. Aina Vidal, su portavoz en el Congreso, con el estratega Josep Vendrell intentar calmar las aguas. Pero no es sencillo asumir el nuevo encaje para un partido históricamente muy sensible a la cuestión migratoria y cuyos intelectuales de referencia llevan años diciendo que Junts per Catalunya es un partido de «extrema derecha». El temor a un verdadero quebradero de cabeza existe. A una suma que, de repente, resta. Iglesias y Podemos, al fin y al cabo, pasaron de 35 diputados a cinco en una legislatura. Díaz, de momento, ya controla menos de treinta.

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