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Máxima preocupación en el PP ante unas elecciones que ponen a prueba a Feijóo

Los populares confían en mantener la mayoría absoluta en Galicia y en concentrar el voto de centro

Máxima preocupación en el PP ante unas elecciones que ponen a prueba a Feijóo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo

Este domingo 18 de febrero no sólo se decide el Gobierno de la Xunta de Galicia. Las consecuencias nacionales que penden del resultado electoral de las elecciones autonómicas más reñidas de los últimos años en Galicia no serán inocuas para ninguno de los dos principales partidos del tablero político español, aunque sólo uno de los dos se la juega: Alberto Núñez Feijòo, que se ha implicado personalmente en una campaña nacionalizado con la intención de poner el termómetro al sanchismo, en las primeras elecciones que se celebran tras el 23-J, la negociación de la amnistía y las cesiones constantes a Carles Puigdemont.

El Partido Popular ve muy difícil perder la mayoría absoluta, ya que tiene un margen de caída de cuatro escaños, actualmente tiene 42 y el límite está en 38, «es impensable que se pueda perder un escaño por cada provincia», aseguran a THE OBJECTIVE fuentes populares. Aunque desde Galicia se asegura que «hay optimismo y tranquilidad», en otras regiones del país se prefiere ser más prudente y confiesan la «preocupación» que tienen sobre el resultado final.

La importancia de estas elecciones para el Partido Popular se fundamenta en el convencimiento en un sector del partido de que Feijóo se juega su futuro político: «Si no se consigue la mayoría absoluta tiene que irse«, señalan dirigentes de esta formación política. Una afirmación con un gran peso de amargura, ya que no se quiere pensar en una sucesión, dos años después de la convulsión que provocó el enfrentamiento Casado-Ayuso, que terminó con la salida de éste último de la Presidencia del partido. A Feijóo se le valora internamente por su sacrificio al hacerse cargo del partido en el peor momento, pero la apuesta tenía un objetivo: conseguir gobernar y terminar con el sanchismo.

Pero las fuentes consultadas son conscientes de que tras el golpe que supuso no conseguir la mayoría absoluta el 23 de julio de 2023, un segundo tropiezo en Galicia de Feijóo podría abrir un debate interno sobre un cambio de estrategia para intentar ganar las próximas elecciones generales. Feijóo se ha implicado personalmente en la campaña apoyando a Rueda, mientras que el resto de la cúpula nacional ha estado prácticamente ausente. Igualmente, solo los presidentes autonómicos de Andalucía, Juanma Moreno, y Madrid, Isabel Díaz Ayuso, han tenido presencia en los días de campaña.

El Partido Popular llegó a las elecciones con el viento a favor. La polémica sobre la Ley de Amnistía penalizaba, según las encuestas, al PSOE y beneficiaba al PP. Sin embargo, cuando se enfilaba la segunda semana de campaña, un off the record (un encuentro con un dirigente del PP en el que se puede desvelar el contenido pero no la fuente) reventó la campaña al afirmarse que el PP estaría dispuesto a conceder indultos siempre y cuando el afectado «se someta a la Ley» y «se den las condiciones». Además, se dudaba sobre la posibilidad de que los actos violentos en Cataluña durante el procés puedan ser considerados terrorismo.

Estas valoraciones chocaban con la posición que el PP había mantenido hasta ahora y revolucionó el partido que no entendía nada: «Feijóo se ha vuelto loco» bramaban desde las organizaciones territoriales, «¿cómo se lo vamos a explicar a la gente que hemos sacado a la calle?». Este desconcierto se calmó, al derivar el PP la responsabilidad a una campaña de medios de izquierda para perjudicar al PP.

Esta circunstancia obligó al PP a aumentar la movilización en la calle y peinar Galicia «buscando cada voto. Lo hemos pedido puerta a puerta», activando su estructura provincial y local. «Somos el único partido que tiene representantes en los 313 municipios gallegos y podemos llegar a cada ciudadano», apuntan los populares gallegos.

Los populares fían la mayoría absoluta a que «toda la gente vaya a votar» y que nadie se confíe en una victoria que no está asegurada, en lo que se refiere a esta mayoría que es lo único que le permitiría gobernar. «Estamos pidiendo a la gente que vaya a votar y que agrupe su voto en el PP», en directa alusión a dos peligros reales: el apoyo a Vox, que aunque no podrá conseguir escaño es un voto que se pierde; y Democracia Orensana, que puede obtener un representante.

Si Feijóo supera el trance de las elecciones gallegas y Sánchez se hunde, el escenario se despeja para el líder popular que encara los comicios en el País Vasco, marzo o abril, con el viento a favor y podría rematar este ciclo electoral con un buen resultado en las europeas, el 9 de junio.

Pinta mal para Sánchez

Para el PSOE la lectura es diferente. Moncloa y Ferraz han ido progresivamente pinchando su optimismo sobre el posible vuelco en Galicia, a medida que su candidato, José Ramón Besteiro, se iba «desfondando» en las encuestas internas hasta su mayor fracaso histórico. En el núcleo duro de Pedro Sánchez siempre han defendido que había «una ventana de oportunidad» y que los trackings «demuestran que hay partido, que la cosa está en un pañuelo porque hay un empate técnico entre la izquierda y la derecha».

Y para ello idearon una campaña en tándem con el BNG para lanzar a la candidata nacionalista, Ana Pontón, en la confianza de que Besteiro podría mantener el suelo del PSOE mientras se concentraba el voto útil en Pontón, quien registraba un crecimiento exponencial inesperado por los estrategas socialistas. Según fuentes socialistas, se «pasaron de frenada» y el crecimiento espectacular del BNG ha demostrado tener un techo de 26 escaños y hundir el suelo del PSOE hasta los 11 parlamentarios.

Ferraz había ideado una campaña centrada en la movilización de la izquierda, pero la fuga de voto del PSOE al BNG seguía por encima del 35% antes del cierre de la campaña el viernes, y el trasvase al PP alcanzaba el 8%. En la recta final de la campaña, la frialdad traslucía en los mitines del PSOE, que había reservado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, una doble participación junto al candidato del PSdeG en los dos territorios donde más escaños se eligen: Coruña y Pontevedra. Fuentes socialistas describen a un Sánchez «desencajado».

El motivo de su enfado radica en el desvanecimiento de su estrategia. Fuentes gubernamentales confiaban en que los errores de Feijóo en una nueva campaña errática garantizara una suma alternativa en Galicia que, a su vez, podía «cambiar el paso de la legislatura». En Moncloa no creen que una eventual pérdida de la mayoría absoluta del PP en Galicia forzara un relevo en el liderazgo del PP pero «sí nos permitiría cambiar el foco hacia el PP», desviar la atención de la inestabilidad de la legislatura y las dificultades para aprobar la amnistía para engordar la erosión sobre Alberto Núñez Feijóo.

La hoja de ruta prevista, en el caso de lograr un gobierno alternativo al PP, pasa por cuestionar el supuesto clamor social en contra de la amnistía y de Pedro Sánchez, que «no se detecta en las urnas. Después de vender a España y entregarnos a Puigdemont, ¿el PP pierde 4 escaños en Galicia en lugar de sacar 45 escaños?». Un argumentario que no decaería en caso de que el PP revalidara en la Xunta y que desplegarán en la sesión de control del próximo miércoles en el Congreso, en el primer duelo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo tras las elecciones gallegas, en las que el líder del PP pregunta al presidente del Gobierno: «¿Va usted a dar explicaciones sobre lo que hace su Gobierno?».

Moncloa y Ferraz intentarán desviar la atención sobre el previsible fracaso del PSdeG. Fuentes socialistas anticipan su intención de pasar página porque las elecciones gallegas «no cambian nada en España» y «desde el lunes ya estamos en las elecciones vascas».

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