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España y Rusia llevan al límite su 'guerra de embajadas' con los vetos a diplomáticos

Moscú se niega a tramitar el visado del cónsul español en represalia por la actitud de Madrid con sus representantes

España y Rusia llevan al límite su ‘guerra de embajadas’ con los vetos a diplomáticos

Serguéi Lavrov y José Manuel Albares en una reunión tres meses antes de la invasión de Ucrania. | Foto: EP

Dos años después del inicio de la invasión de Ucrania, España y Rusia recrudecen su particular ‘guerra de embajadas’ con los sucesivos vetos que se están cruzando a la hora de acreditar diplomáticos en Madrid y Moscú. El último afectado es el cónsul general español en Moscú, Antonio Ramos Membrive, quien a finales de septiembre dimitió como jefe de gabinete del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, para reingresar en la carrera diplomática y ocupar uno de los puestos mejor remunerados en el exterior.

Sin embargo, el Gobierno de Vladimir Putin se niega a tramitar el visado de acreditación de Ramos Membrive, por lo que este último no puede pisar Rusia por el momento mientras el consulado español está descabezado tras la vacante por jubilación de su anterior titular, María Isabel Vicandi, según desveló la web especializada The Diplomat in Spain y ha podido confirmar THE OBJECTIVE.

El nombre de Ramos Membrive fue propuesto en noviembre a la Junta de la Carrera Diplomática, encargada de realizar la valoración de los candidatos al puesto, por el subsecretario de Asuntos Exteriores, Luis Cuesta, un hecho que normalmente quiere decir que se trata de la persona que el ministro desea para el cargo.

La propuesta causó sorpresa entre los miembros de la Junta, porque Ramos Membrive ocupaba el sexto lugar en antigüedad entre los ocho diplomáticos que habían solicitado el puesto en la capital rusa, por lo que el exjefe de gabinete de Conde Pumpido no tenía muchas posibilidades de hacerse con él si se hubiera tenido únicamente en cuenta el posible informe de la Junta.

No obstante, además de la antigüedad, son tenidos en cuenta para la elección otros méritos, como por ejemplo el conocimiento del idioma del país al que se va destinado o la experiencia en consulados. Ramos Membrive habla ruso y también fue cónsul general en Quito (Ecuador), condiciones que, por otra parte, también reunían otros candidatos. 

El puesto de cónsul general de Moscú es uno de los mejores remunerados dentro de Exteriores. Y la carga de trabajo desde el inicio de la invasión de Ucrania es mínima porque el flujo de expedición de visados se ha reducido drásticamente por las sanciones europeas. Aún así, se tramitan unos 100.000 visados al año, por lo que el veto ruso al nuevo cónsul provoca un grave contratiempo a la diplomacia española.

La decisión rusa es la respuesta a las negativas de España a conceder varias acreditaciones solicitadas en los últimos meses por el Gobierno de Putin para realizar sustituciones en la embajada de Rusia en Madrid. El departamento de Albares ha negado nueve solicitudes de incorporación desde la crisis diplomática de hace año y medio, cuando España expulsó a 27 rusos con pasaporte diplomático. Una decisión que fue correspondida por Moscú en los mismos términos.

Las autoridades rusas están muy molestas por la actitud del Gobierno español con respecto a su país y por la escasa relación que Exteriores mantiene con su embajada. El jefe de la legación rusa, Viktor Klimenko, no fue invitado a la última recepción al cuerpo diplomático en el Palacio Real y a Felipe VI tuvo que entregarle sus cartas credenciales ‘a escondidas’. Concretamente, en una sala del Palacio de la Zarzuela sin cámaras ni medios de comunicación, por lo que no estuvo acompañado del boato protocolario con el que desde hace siglos se lleva a cabo esta ceremonia.

El problema para España es que quiere cambiar a su embajador en Moscú y el Kremlin no se lo pondrá fácil. Albares tiene decidido que Ricardo Martínez, quien ha estado de embajador en Alemania en los últimos años, sustituya a Marcos Gómez, quien apenas lleva dos años y medio en la capital rusa, si bien en difíciles condiciones pues las autoridades rusas consideran a España un país inamistoso -al igual que el resto de socios de la UE- y prácticamente tienen cortados los contactos con el jefe de la legación.

El propio Martínez ha relatado en su despedida en Berlín que se dedicará en los próximos meses a recuperar el ruso que aprendió de joven junto al alemán, una lengua que domina perfectamente. Es muy posible que el plácet concedido por Moscú tarde tiempo en llegar pues Madrid se demoró en cuatro meses antes de dar luz verde a la llegada de Klimenko como ‘castigo’ por la invasión rusa de Ucrania.

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