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Villarejo y su confidente Al Kassar investigaron en Siria la autoría intelectual del 11-M

Mandos de Rubalcaba atribuyeron un conocimiento previo de las bombas a los servicios secretos galos y marroquíes

Villarejo y su confidente Al Kassar investigaron en Siria la autoría intelectual del 11-M

José Manuel Villarejo (i), su esposa Gemma Alcalá (c) y Monzer al Kassar (d) antes de la detención del traficante de armas sirio en 2007.. | TO

La autoría intelectual de los atentados terroristas del 11-M en Madrid, de los que ahora se cumplen 20 años, es uno de los puntos sin esclarecer en las sentencias de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. Mandos policiales de la etapa de Alfredo Pérez Rubalcaba atribuyeron un conocimiento previo de las bombas a los servicios secretos franceses y marroquíes en una operación de inteligencia llevada a cabo desde Siria que podría conectar con la figura del yihadista marroquí Amer Azizi, considerado el cerebro que dirigió la trama en nombre de Al Qaeda, según Fernando Reinares, el principal investigador del que sigue siendo el peor atentado en suelo europeo.

Esta línea de investigación vinculada a Siria, que no quedó reflejada en el sumario, fue analizada por José Manuel Villarejo, adjunto a la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía y el traficante de armas sirio Monzer al Kassar, quien por aquel entonces vivía en Marbella y era confidente del comisario. Años después, en 2007, Al Kassar fue detenido en Barajas por la Policía española en colaboración con la DEA, la agencia antidroga de Estados Unidos, donde fue extraditado poco después. Allí cumple una condena de tres décadas en prisión a sus casi 80 años.

La primera vez que la pista siria salió a la luz fue en 2011 en una entrevista de Al Kassar en El Mundo. En ella, desveló que Villarejo le pidió ayuda para investigar las conexiones que tuvieron los terroristas del 11-M con países de Oriente Próximo. El comisario rastreó, en concreto, las comunicaciones de Basel Ghayoun y Mouhhannad Almallah Dabas desde Siria en los días previos.

«El jefe policial Pepe me pidió ayuda por unos teléfonos del Líbano que tenían relación con los atentados del 11-M y organicé un viaje del jefe Telesforo (Rubio, entonces comisario de Información) y del jefe Pepe», afirmó Al Kassar desde la cárcel en la que cumplía sus primeros años de condena. En aquel momento, la identidad de Villarejo no había salido aún a la luz, de ahí que el antiguo confidente de la Policía se refiriese a él como «Pepe». 

«Nunca comprendí por qué al final prohibieron que viajara el jefe Pepe y que el jefe Telesforo dijera en Siria, cuando ya tenía todas las relaciones y todos los contactos telefónicos, que esos datos ya no eran necesarios. Tenía información que nadie antes tuvo y no quiso o no supo usarla», planteó el traficante de armas. 

«Además dijo que si se conseguían nuevas informaciones, que se las diera directamente a él, ya que el jefe Pepe no era de fiar», añadió Al Kasser. Posteriormente, fuentes de la cúpula de Interior con Rubalcaba explicaron a El Español que aquella información de inteligencia llevaba a «una vía muerta». De ahí que no se comunicase a ninguna autoridad judicial española.

La posibilidad de que los servicios secretos de Francia y Marruecos estuvieran detrás de los atentados terroristas del 11-M fue debatida en diciembre de 2009 por altos mandos policiales de la etapa de Rubalcaba, según un audio de Villarejo publicado en el portal Moncloa.com una década después.

La reunión se produjo en el famoso restaurante madrileño Rianxo y los comensales fueron Juan Antonio González, por aquel entonces comisario general de la Policía Judicial; José Luis Olivera, que dirigía la Unidad de Delincuencia Económica (UDEF); Eloy Quirós, máximo responsable de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) en aquel momento; y el citado Villarejo, que fue la persona que grabó la conversación sin que sus compañeros de mantel lo supieran.

Fue González, conocido como JAG en la jerga policial, quien sacó a colación las teorías de la conspiración sobre los atentados del 11-M… con la advertencia de que lo que iban a hablar «no se puede decir fuera de aquí». Olivera empezó lamentando que en «los tres primeros días se trabajó muy deprisa», mientras que Villarejo admitió que «objetivamente, la historia no va a juzgar bien este servicio». Quirós, por su parte, apenas terció en el debate.

José Manuel Villarejo (i), ataviado con chilaba árabe, en un viaje de trabajo por Oriente Próximo.

JAG admitió que sus compañeros policiales hicieron una «investigación de puta madre», pero criticó que aquel 11-M eran «la tira» para descubrir quién estaba detrás del mayor atentado en la historia de Europa y, al final, hubo «errores» que alimentaron las sospechas durante años. «Hay muchos flecos» por esclarecer, subrayó Villarejo, quien subrayó que los  errores a los que se refería su entonces superior jerárquico fueron «de bulto».

Tanto Olivera como Villarejo se centraron en la mochila de Vallecas que no explotó y que, en opinión del segundo, era una pista que dejaron ad hoc para atrapar «a los malos» ya que tenía los cables «alterados» y no podía explotar. Es decir, que el hecho de que la bomba no se activase en la fatídica mañana del 11-M no se debió a un fallo logístico de los terroristas, en opinión de ambos comisarios, sino que alguien la anuló a propósito para dejar esa pista.

JAG les dio la razón en la comida, lo que permitió a Villarejo exponer su «criterio» de que fueron los servicios secretos marroquíes, «con apoyo de los franceses», los que estuvieron detrás del acto terrorista. Lejos de desmentirle en ese momento, el comisario general de la Policía Judicial apoyó sin fisuras el argumentario de su subordinado: «Estaban detrás», afirmó de forma tajante.

Los espías franceses se adelantan a Villarejo

La sorpresa de Villarejo fue enterarse que los franceses se le habían adelantado en la pista siria y habían obligado a mutilar la lista de llamadas, un hecho que trasladó a Rubio, el primer jefe de la Comisaría General de Información en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero salido de las elecciones del 14-M.

«Yo no tengo ni una puta duda de que los servicios secretos marroquíes estuvieron hasta el culo y que los franceses le dieron el apoyo logístico. ¿Por qué? Porque estábamos ya en una línea de puta madre, al margen de que la izquierda o la derecha íbamos. Los franceses, hasta el culo, hasta el culo», dijo el agente encubierto sobre las averiguaciones que había realizado.

Villarejo viajó al Líbano poco después del 11-M, a una zona controlada por Hizbolá, en busca de un listado de llamadas que se habían hecho desde una cabina de teléfono de la vecina Siria. Allí se encontró otra sorpresa. «Hablo con el general, que es amiguete y me dice: ‘Han venido los franceses y han cogido con las tijeras y han dicho, esto no se los des, esto se lo das, esto se lo das’. ¡Los franceses! Y yo se lo dije al tonto de ‘Teleférico’, que es tonto, y que, por tanto, no entendió la importancia del tema», dijó refiriéndose de forma despectiva a Telesforo Rubio. Ese fue el final de la pista siria.

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