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Ciudadanos pide dos puestos de salida en la lista del PP para ir juntos a las catalanas

La formación naranja exige a Génova que Carlos Carrizosa y Joan García estén entre los cinco primeros

Ciudadanos pide dos puestos de salida en la lista del PP para ir juntos a las catalanas

Carlos Carrizosa y Joan García en una reciente manifestación de policías en Cataluña. | Foto: Marc Asensio Clupes (EP)

Ciudadanos quiere que dos de sus referentes políticos en Cataluña, Carlos Carrizosa y Joan García, vayan en puestos de salida en la lista que negocia con el Partido Popular para las catalanas del próximo 12 de mayo, según desvelan a THE OBJECTIVE fuentes próximas a la negociación.

El deseo de la formación naranja es que Carrizosa vaya de número dos en la lista y García, de número cinco. El primero es el presidente de Ciudadanos en Cataluña. En la legislatura que termina el próximo martes, cuando quede formalmente disuelto el Parlamento catalán, ha sido el portavoz del grupo parlamentario en la Cámara autonómica.

El segundo, por su parte, es el secretario de Acción Institucional de Cs a nivel nacional, parlamentario autonómico y ‘mano derecha’ de Carrizosa en la comunidad en la que nació el partido centrista. También han pedido al PP que se incluyan a las diputadas Noemí de la Calle y Marina Bravo en puestos más alejados de la lista, pero la ubicación final de cada una de ellas dependerá de que se concrete una fórmula de coalición.

En las últimas elecciones de febrero de 2021, Ciudadanos consiguió seis escaños y quedó por delante del PP, con tres. Ahora han cambiado las tornas y la formación de Alberto Núñez Feijóo cree posible llegar a la docena de diputados si el centro-derecha constitucionalista se une. El último barómetro de noviembre del Centro de Estudios de Opinion (CEO) de la Generalitat otorgó a los populares una horquilla de 12-17 escaños. Una notable subida que sería a costa de la desaparición de los naranjas y que les dejaría cerca del tope de 19 representantes que consiguió Alicia Sánchez Camacho en 2012 antes del procés.

En la sede central de Ciudadanos son conscientes de que las catalanas y europeas son el último asidero político para sobrevivir, de ahí que sean los más interesados en cerrar una coalición con el PP. El partido de Feijóo prefiere llamarlo «colaboración» ya que exige que en la papeleta solo aparezca su nombre y sus siglas.

Ambas formaciones ya habían iniciado en las pasadas semanas una vía de negociación para estudiar cómo colaborar ante las elecciones europeas del próximo 9 de junio, tal y como adelantó THE OBJECTIVE en enero, pero ahora esas conversaciones se han extendido también a las catalanas. De hecho, miembros de la cúpula del PP y de la dirección de Ciudadanos que encabeza Adrián Vázquez ya mantuvieron un contacto este mismo miércoles por la tarde, después de que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, anunciase un adelanto electoral.

Este jueves, la Ejecutiva Permanente de Ciudadanos celebró una reunión en la que se pactó por unanimidad buscar un acuerdo con el PP para concurrir a los comicios catalanas dentro de un «bloque o frente constitucionalista». En Génova creen que ir juntos a los comicios, aunque aún no esté clara la fórmula, sería una forma de «reivindicar la victoria constitucionalista» que cosechó Inés Arrimadas en las catalanas del 21 de diciembre de 2017, según Europa Press.

Ciudadanos ganó aquellas elecciones cosechando su mejor resultado histórico en esta comunidad, un 25,3% de los votos que se tradujo en 37 escaños en el Parlament, superando a Junts y a ERC. Sin embargo, esa victoria histórica no le sirvió para gobernar, dado que la suma de sus escaños con los de sus hipotéticos socios de gobierno -PSC (17) y PP (4)- no alcanzó la mayoría parlamentaria, que sí lograron los partidos independentistas.

Además, aquella victoria naranja provocó heridas con el PP. Una muy recordada entre dirigentes catalanes del PP desde que Aragonès apretó el miércoles el botón del adelanto electoral es que la formación de Arrimadas no cedió un escaño a los populares para que optaran a grupo propio en aquella legislatura. Una decisión que penalizó a Génova con la pérdida de varios miles de euros y que dejó a su filial catalana en una situación económica muy delicada en la que se llegó a poner en venta su sede en Barcelona.

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