La esfera pública tal y como se entiende en la tradición liberal democrática, se basa, al menos en teoría, en un periodismo profesional capaz de presentar a la sociedad con objetividad, rigor y calidad los temas de mayor interés para el debate público. Y, al mismo tiempo, en que grandes sectores sociales educados estén interesados por estar informados de forma activa sobre los hechos presentados por los medios de masas y de ese modo, con el desarrollo de su propio criterio, contribuyan a la construcción de la opinión pública. Este modelo ha entrado en crisis con la eclosión social de Internet y, en especial, con la emergencia de la comunicación interpersonal colectiva a través de las grandes plataformas digitales.