La hora de la blasfemia
«Durante un tiempo parecía que contrariar a un progre era una blasfemia, que uno estaba ofendiendo o ultrajando a un ser o a algo sagrado»
«Durante un tiempo parecía que contrariar a un progre era una blasfemia, que uno estaba ofendiendo o ultrajando a un ser o a algo sagrado»
«El remedio que nos receta Pinker es mucha más racionalidad y mucha más fe en el progresismo»
«En España tuvimos una generación de intelectuales izquierdistas que durante décadas puso en duda los fundamentos de la democracia liberal»
«Lo que celebra Nike, lo que celebra el progresismo, ya no es el progreso sino el presente, con todas y cada una de sus contradicciones y por muy terribles e injustas que puedan ser»
Estos días atrás he leído que la idea del Gobierno Vasco de regular el interior de las casas de nueva construcción para romper viejas jerarquías sociales no es en absoluta novedosa. El poder público ha intervenido desde hace mucho tiempo para que las viviendas tengan un espacio mínimo y digno que evite la especulación inmobiliaria: incluso, para permitir la privacidad de los hijos, que antes dormían en las habitaciones de los padres.
Han pasado más dos décadas desde que Beto O’Rourke tocara el bajo en un grupo de punk. Hoy es la sensación política norteamericana que desafía a Trump.
El filósofo navarro publica un nuevo libro donde defiende la utopía conservadora y reivindica la herencia de la Escuela de Salamanca
Los futuros votantes, aquellos pertenecientes a la Generación Z, tienen puntos de vista más progresistas que los de generaciones anteriores, incluidos los millennials. Y los tienen incluso los que se consideran votantes de derechas. Lo dice un informe publicado por el Pew Research Center en Estados Unidos, que apunta que aunque coinciden en muchos puntos con los millennials, en cuestiones raciales y de género, y sociales en general, son mucho más progresistas que sus antecesores.
En Georgia, un pequeño país en las costas del Mar Negro en la región del Cáucaso, ahora es legal consumir cannabis como consumo personal. El Tribunal Constitucional de Georgia anuló este martes las multas que castigaban el consumo personal de cannabis, al estimar que violan el «derecho al desarrollo personal», pero reafirmó que el cultivo y la venta no están autorizados.
La derecha, cínica; la izquierda, aún más cínica, porque su anticlericalismo feroz y su feminismo combatiente se diluyen en cuanto se toca al islam. El relativismo se lleva en las filas progresistas: hay que comprender que los derechos humanos no tienen que ser lo mismo en todas partes.
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