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Cultura

'El caso Wanninkhof-Carabantes', el documental que aborda 20 años después el doble asesinato

Hablamos con Tània Balló, directora de la película que se estrenará el 23 de junio en Netflix

El próximo otoño se cumplirán 20 años del caso Wanninkhof, un asesinato extraordinariamente mediático que terminó convirtiéndose en uno de los errores judiciales más sonados de los últimos años.
En 1999, la joven Rocío Wanninkhof es asesinada en Mijas. Dolores Vázquez, ex pareja de su madre, es declarada culpable. No importó que tuviese coartada ni que no hubiese ni una sola prueba sólida contra ella. La opinión pública española quería encontrar un asesino y, contaminado por los medios, un jurado popular la declaró culpable de un crimen –como por aquel entonces se decía– pasional.  

Era 2003 cuando una nueva desaparición mantuvo a España en vilo. En la localidad malagueña de Coín -muy cerca de Mijas- la joven de 17 años Sonia Carabantes es asesinada brutalmente. En esta ocasión, la policía atrapa al verdadero asesino, Tony King, un delincuente sexual con un largo historial delictivo. En el curso de sus investigaciones, la Guardia Civil descubrió que el ADN del presunto asesino de Sonia coincidía con los restos biológicos hallados en una colilla recogida en el lugar donde había aparecido el cadáver de Rocío Wanninkhof cuatro años antes. Pero para entonces ya era tarde, la sociedad había pasado página y Dolores Vázquez había cumplido 519 días en prisión por un crimen que no cometió, además de haber sido repudiada, juzgada y condenada por gran parte de la población que vio en ella la asesina perfecta.
20 años después, Netflix aborda el caso con la óptica y la reflexión que da el tiempo ante estas situaciones. El caso Wanninkhof-Carabantes, producido por Brutal Media y dirigido por la directora y escritora Tània Balló, es una apuesta fílmica que cubre las múltiples perspectivas del caso: judicial, política, mediática y de género y que ha sido publicado el 23 de junio. Hablamos con Balló sobre la película, los fallos del sistema y el poder de los medios de comunicación, capaces de dirigir una investigación policial y declarar culpable a una inocente con total impunidad sin respetar el derecho a la presunción de inocencia.

Han pasado 20 años del caso Wanninkhof-Carabantes, ¿por qué has querido contarlo ahora y cuál es tu intención con esta película?

Esa mirada sobre la que yo quería trabajar era difícil afrontarla con un tiempo donde las heridas estaban muy abiertas y, aunque hay una gran parte de los personajes de esta historia que nunca van a cerrar esas heridas, 20 años después se puede empezar a hablar con cierta distancia, siempre con respeto, pero te permite un discurso desde ese punto reflexivo y ensayístico, sin herir más allá de lo inevitable.

Ni Dolores Vázquez ni Alicia Hornos participan en el documental, ¿te has encontrado con muchos problemas a la hora de hacerlo?

Hay dos cuestiones a puntualizar. Alicia Hornos no es que no quisiera participar en el documental, sino que, cuando comenzamos a rodar este documental, ella se encontraba en una situación personal de salud muy delicada y yo misma decliné su participación porque no consideré que fuera oportuno mirando por el bien de su salud. Y por otro lado, Dolores Vázquez era una ausencia esperada. Además, para mí como documentalista esa ausencia ha ido a favor de una narrativa en la que lo que se quería contar era un poco las circunstancias de ese circo mediático y esa barbarie, y una de ella es el silencio de Dolores 20 años después.

¿Dónde está Dolores Vázquez ahora? 

Ella se tuvo que exiliar después de todo esto, se fue a vivir a Inglaterra durante 18 años a un pueblecito lejano totalmente anónima, y en 2018 regresó a España y se fue a vivir a Galicia, y ahí sigue a día de hoy.

Los investigadores tenían la necesidad de dar con alguien, tenían mucha presión social y mediática, ¿qué errores se cometieron para que Dolores Vázquez llegara a ser detenida, juzgada y condenada a pesar de que no había pruebas contra ella y tenía coartada?

Yo creo que fue todo un seguido de fatales decisiones. También tenemos que entender que ninguna de estas decisiones fueron tomadas desde la predisposición de culpar a alguien inocente. El clic que hace que todo empiece a dirigirse a alguien cercano y finalmente a Dolores Vázquez es la decisión de que se trató de un crimen pasional, es decir, lo que hoy llamaríamos un crimen por violencia machista[contexto id=»381727″]. El crimen pasional siempre está adherido a la idea de la peor versión de la masculinidad, y no solo eso, sino que tenía que ir acompañado de un relato de celos, odio, venganza… En el momento en el que se pactó que ese crimen tiene ese modus operandi y se abandona la otra opción, que era el crimen sexual, ahí se descartan muchas hipótesis y todas las miradas se dirigieron a encontrar a alguien cercano con los suficientes motivos de asesinar a esa niña de 18 años. A partir de ahí, a través de unos indicios y relatos muy confusos, se llega a la figura de Dolores Vázquez, que resulta ser la ex pareja de la madre, pero claro, era una mujer.
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Dolores Vázquez en el momento de su detención. l Imagen cedida por Netflix

Era una mujer y era lesbiana… ¿Estamos ante un claro ejemplo de lesbofobia?

Es importante analizar las cosas en el momento en el que suceden. En ese momento la palabra lesbofobia no era un concepto popular, ni la gente era consciente. Se empezaba a entender que socialmente podía haber cierta homofobia. Cuando de repente Dolores Vázquez es acusada de ese crimen, tanto la investigación como los medios de comunicación necesitan construir un relato alrededor de ella donde se entienda que a pesar de ser mujer ella puede llevar a cabo un crimen, siempre asociado a la parte más terrible de la masculinidad. Además, como es lesbiana, hay una parte que ya tenemos cubierta, porque en ese momento ser lesbiana era ya algo de por sí muy masculino, y además la imagen de Dolores Vázquez era muy prototipo de lo que uno se podía imaginar de lo que era una lesbiana. No obstante, se borró cualquier rasgo de feminidad que pudiese tener y se reforzó e inventaron rasgos de masculinidad en ella para reforzar la idea de que, aún a pesar de ser mujer, era capaz de cometer un crimen.
Ahí es cuando se introducen ideas falsas como que Dolores Vázquez era alta, fuerte, se destaca que hacía deporte como algo negativo… Había que convencer a la opinión pública de que esa mujer, que en el fondo era bajita, podía con la fuerza de una chica joven, esbelta y fuerte. A partir de ahí todos los rasgos se masculinizan, se masculiniza su vida privada y se borra cualquier voz disonante que aclamase esos valores de feminidad que tenía Dolores Vázquez como, por ejemplo, que cuidaba de su madre, de su sobrina o que era una mujer generosa.

Pero Dolores Vázquez no solo fue juzgada en los medios de comunicación, también por los propios policías que ya en los primeros interrogatorios la consideraron una de las principales culpables…  

Esa es la pregunta del millón. Yo quiero pensar que, a día de hoy, habría mucha disidencia pública con una cuestión tan homófoba, con textos, artículos en prensa y comentarios en televisión y en radio como yo he podido leer y escuchar respecto a este caso. Creo que no se permitirían pasar ciertas líneas rojas que en ese momento tuvieron lugar.

Dolores Vázquez pasó 519 días en la cárcel por un crimen que no cometió, además del linchamiento  público que recibió en los medios de comunicación y por parte de la sociedad, ¿ha recibido alguna reparación?

No. Hay una cantidad de dinero prevista para cada día que pasas en la cárcel por un crimen que no has cometido, pero es muy poco dinero. Sé que ella, junto con su abogado, fueron a juicio para que el sistema aceptara una indemnización mucho más grande por todo lo que había pasado, porque a Dolores Vázquez la dejaron en una situación en la que ya nadie la contrataba para trabajar, se tuvo que ir de España porque era Dolores Vázquez, le siguió un gran mantra, los medios de comunicación tampoco se encargaron de darle la misma importancia a su exoneración que a su detención… Por lo que reclamaba una indemnización mucho más grande donde el sistema asumiera que ese error había acabado con su vida en el sentido profesional y personal. Y ahí es donde el sistema dijo que no. Por lo que, por lo que sé y he podido leer, ella renuncia a la indemnización por ley porque considera que es o todo o nada.

 ¿Podrá la sociedad devolver su dignidad a Dolores Vázquez?

Eso que tu comentas es como la idea del perdón público. Yo lo pienso desde que comencé con esta película. Pero, qué es el perdón público. En España es un gesto para el que no hay escenificación. Cuando hablamos de perdón púbico en Alemania, Merkel sale y pide perdón, pero es que aquí no existe, y mira que hay cosas por las que pedir perdón. Cuando alguien me pregunta, ¿tú piensas que debe recibir un perdón público? La respuesta es sí, pero ese perdón público, qué escenificación tiene…

Por su parte, Alicia Hornos sigue pensando que Dolores Vázquez es la culpable… 

Alicia Hornos es una víctima tremenda de esta historia. Perdió a su hija pequeña con 18 años de la forma más brutal de la que nos podemos imaginar y, aunque ella no lo crea, completamente al azar. Y eso es terrible. Lo que pido por Alicia es no convertirla en el chivo expiatorio de nuestro sentimiento de culpa porque es libre de pensar lo que le dé la gana. La responsabilidad que tenemos el sistema, los medios, es protegerla de su propio dolor y dejarla tranquila.

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Habitación de Sonia Carabantes. | Imagen cedida por Netflix

El documental se llama ‘El caso Wanninkhof -Carabantes’ porque cuatro años después del asesinato de Roció otra joven, Sonia Carabantes, fue asesinada. Aquí sí encontraron un verdadero culpable, Tony King, que resultó ser también el asesino de Rocío Wanninkhof. Hay un testimonio brutal en el documental, y es el de la madre de Sonia Carabantes, que dice que si la investigación sobre la muerte de Rocío hubiese sido la correcta y realmente se hubiera detenido al verdadero asesino su hija hoy seguiría viva…

Ese testimonio de Encarna poco se puede rebatir. La escalada del porqué de tantas cosas es terrible en este caso. Pero sí que entiendo la sensación de esto se podía haber evitado. Es desgarrador. Yo siempre agradeceré enormemente a Encarna mi propuesta de poderla entrevistar. Le dije que no hacía falta que hablara sobre cómo habían encontrado a su hija, y ella me dijo si hay alguien tiene que hablar de eso era ella. Me sorprendió muchísimo la serenidad con la que esa mujer podía explicar cómo habían encontrado a su hija. Por eso para mí era tan importante que el título fuese Wanninkhof-Carabantes, para que de alguna manera se entendiera que este no era el caso Wanninkhonf-Dolores Vázquez, porque para entender la complejidad de este caso, la tragedia y consecuencias, era necesario entenderlo como un todo.
El sistema se equivocó con el asesinato de Wanninkhof y ese error llevó a unas consecuencias brutales: Dolores Vázquez, Sonia Carabantes y todas las otras víctimas colindantes que hay en este caso, hasta la propia Alicia Hornos.

Hay un dato interesante en el documental y es que la policía británica, en 1998, un año antes del asesinato de Rocío Wanninkhof, había pedido información a España sobre Tony King, un «individuo potencialmente peligroso para las mujeres», y condenado en Inglaterra por varios casos de agresiones sexuales. Otro fallo más de estas consecuencias brutales…  

Sí, ese es un tema también muy delicado. Efectivamente Tony King viaja a España libre, ya había cumplido toda la condena en Inglaterra, pero llega a una Costa del Sol en pleno apogeo turístico, a una ciudad con mucha conflictividad. En esa época no hay ningún tipo de ley ni protocolos de agresiones sexuales.
Es cierto que Inglaterra manda ese fax avisando de que aquí tenemos a ese sujeto, que comprueben si está en Fuengirola. La policía española va a su casa, confirma los datos, responde a Scotland Yard que efectivamente está aquí, y Scotland Yard dice que es «sumamente peligroso para las mujeres». Y ahí está el error de la policía española.
Aunque hay que entender que en ese momento la policía española está recibiendo ese tipo de fax sin parar, ya sea por agresiones sexuales, mafias, criminales, y sin un protocolo instaurado. Las bases de datos de ese momento  no estaban cruzadas ni siquiera entre policía y Guardia Civil, hay un momento de anarquía absoluta en ese sentido. Entonces volvemos a esos errores, sí, pero producidos por un sistema y un protocolo inexistente, y no excuso, al contrario, pero es importante contextualizar. No creo que esto hubiera pasado hoy.

¿Se puede extraer alguna lección de semejante tragedia? 

Las tragedias nos demuestran lo peor y lo mejor del ser humano. Vimos como una sociedad era capaz de linchar con furia contra una mujer, pero a la vez solidarizarse para encontrar a dos niñas de una forma absolutamente obsesiva, delicada y solidaria. ¿Con cuál de esas dos sociedades no nos reconocemos? Creo que estas tragedias nos hacen ver esa dualidad y lo que tendríamos que hacer es que intentar reforzar lo positivo para ir limando la parte negativa. Pero las tragedias son tragedias y lo que tenemos que intentar es que no sucedan y aniquilar esa lacra de la violencia machista de una vez por todas.
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