THE OBJECTIVE
Internacional

Cuba y Filipinas: todo queda en familia

La muerte del general Lopez-Calleja, hombre clave del régimen, y la vuelta al poder del clan Marcos abren incógnitas sobre el futuro de los dos países

Cuba y Filipinas: todo queda en familia

El presidente de Filipinas, Ferdinand 'Bongbong' Marcos Jr. | Eloisa López (Reuters)

Cuba y Filipinas han sido protagonistas de importantes noticias en los últimos días por razones muy diferentes, pero que han pasado casi desapercibidas para la opinión pública española ahogadas por el torrente informativo provocado por la cumbre de la OTAN y la escalada de la inflación. 

El viernes fallecía repentinamente a los 62 años el general de división, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, jefe del Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA), el conglomerado de empresas que bajo el mando de los militares domina 800 negocios en la isla –turismo, mercado de divisas, transporte aéreo, minería- y representa más de la mitad de los ingresos del país. López-Calleja, exyerno de Raúl Castro, era un hombre clave del régimen y su desaparición da pie a toda clase de especulaciones sobre el control de las finanzas cubanas y la evolución política de la isla, inmersa en una nueva etapa de penuria económica en vísperas del primer aniversario de las protestas sociales que estallaron el 11 de julio de 2021.

Un día antes, en Manila, la familia Marcos recuperaba el poder en Filipinas después de 36 años. Ferdinand Marcos jr., de 64 años, conocido como Bongbong, juraba como presidente del archipiélago -110 millones de personas repartidas entre 7.600 islas- acompañado  por Sara Duterte-Carpio, de 44 años, hija del polémico presidente saliente, Rodrigo Duterte – responsable de la muerte de 7.000 presuntos narcotraficantes- que será su vicepresidenta y ministra de Educación. Casualmente Bongbong asumió el cargo en el 50 aniversario de la ley marcial decretada durante la dictadura de su padre (1965-1986), que ese último año, junto con su esposa Imelda,  huyó del país tras sumirlo en una profunda crisis económica, saquear las arcas públicas y  dejar un reguero de miles de muertos y detenidos, víctimas de la represión. 

La falta de interés por los acontecimientos de estos dos países contrasta con el hecho de que el 3 de julio de 1898, la desastrosa batalla de Santiago marcó el fin del imperio español y la emancipación, no de sus últimas sino de sus únicas colonias, Cuba, Filipinas y Puerto Rico. La isla ha protagonizado durante décadas la actualidad internacional a partir de la Revolución y la Guerra Fría y ejercido una notable hegemonía cultural que aún perdura sobre la izquierda latinoamericana y europea. Sin embargo, el archipiélago continúa siendo paradójicamente un gran desconocido para la mayoría de los españoles.

En Filipinas no hubo ni descubrimiento ni conquista. Ni siquiera fue el archipiélago un primer objetivo. Las Molucas eran de antiguo conocidas  como las islas de las especias y las expediciones portuguesas y la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano ya habían dado cuenta de su riqueza. La rivalidad comercial entre las dos coronas peninsulares motivó en los años siguientes varias expediciones españolas desde el Pacífico mexicano que acababan fracasando al no conocerse las corrientes y vientos propicios para el viaje de vuelta a Nueva España.

No sería hasta la década de 1560 cuando  el cosmógrafo agustino Andrés de Urdaneta, que había pasado 11 años en las Molucas,  descubrió que el tornaviaje era posible. Tras las inevitables intrigas de palacio en el virreinato de Nueva España, fue elegido jefe de la expedición Miguel López de Legazpi, que había llegado a México en 1528 y ejercido como escribano del cabildo hasta que tras su boda con la hija de una distinguida familia de allí se convirtió en un rico hacendado que vivía de sus rentas. Al parecer, fueron su probidad y su desahogada situación económica, que le permitió financiar la empresa, lo que decidió su elección. 

«Marcos Júnior es heredero de la tradición autoritaria en un país, Filipinas, con altos niveles de corrupción y una inflación al alza»

No fue pues Legazpi un navegante ni un conquistador sino un empresario y un administrador. La expedición zarpó el 21 de noviembre de 1564 desde el actual Estado de Jalisco con  380 hombres a bordo, fundándose la primera villa española en febrero de 1565 en la isla de Cebú, donde Legazpi pasó cinco años. No fue hasta mediados de 1571 que Legazpi arrebató a los moros (malayos islamizados) con más diplomacia que fuerza la ciudad de Manila y tomó posesión de ella como capital del archipiélago.

En Manila, diseñada siguiendo las mismas normas urbanísticas de las ciudades fundadas en la América española, se establecieron unos  250 hombres –las mujeres españolas llegarían más tarde y siempre pocas- en su mayoría procedentes de México, epicentro durante los dos primeros siglos de toda la operación colonial. Aunque se siguieron las pautas de la época de encomiendas y requerimientos con sus secuelas de explotación y miseria para los nativos –en el siglo XIX seguían vigentes allí las Leyes de Indias- , los principales conflictos que se dieron fueron principalmente por el comercio entre los españoles y la minoría china (sangleyes) asentada en el archipiélago, o entre los propios españoles con el habitual todos contra todos entre las autoridades civiles, militares y religiosas.

Tampoco hubo apenas mestizaje. Los españoles siempre fueron pocos y no todos peninsulares –para finales del siglo XVIII en números redondos unos 4.000 vecinos en Manila a los que hay que sumar 2.000 soldados y 700 clérigos además de otros 2.000 repartidos por las islas- frente a los chinos, que siempre los superaron en número, y a 1,3 millones de nativos. Y la razón de la profusión de apellidos españoles incluso entre los filipinos de hoy día, que es lo que llama a engaño, ¡se debe a la decisión del gobernador Narciso Clavería y Zaldúa (1844-1849) de otorgar apellidos a los indígenas a fin de facilitar la recaudación de tributos. Así, se hicieron listas de hasta 60.000 apellidos españoles y los nativos fueron obligados a elegir uno.  

Finalmente, Filipinas no tenía especias ni recursos minerales importantes y su vida económica se redujo fundamentalmente al tráfico comercial entre el archipiélago, México y Perú hasta la desaparición del galeón de Manila en 1815, que durante dos siglos había seguido el derrotero marcado por Urdaneta. Lejanas, incomunicadas, aisladas, Filipinas sufrió las reverberaciones de las distintas crisis peninsulares con su desfile de malos gobiernos, funcionarios corruptos o incompetentes, pero también la tenacidad modesta, sacrificada y valiente de algunos tan olvidados hoy como la propia historia del archipiélago. España ni supo ni pudo remolcar a las Filipinas al porvenir. Tampoco lo hizo Estados Unidos que sucedió al dominio español y cuyo control hasta la independencia del país el 4 de julio de 1946 estuvo marcado por la violencia y el racismo.

Marcos Júnior es heredero de una tradición autoritaria en un país con altos niveles de corrupción, una inflación al alza y una deuda nacional que representa el 63% del PIB. Ocupa además un lugar geoestratégico clave en el duelo entre China y Estados Unidos por el control del Pacífico. Por su parte, la desaparición del general más poderoso del régimen cubano abre múltiples incógnitas sobre su futuro más allá de su persistencia en el fracaso económico y la represión política. Buenas razones para estar atentos.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D