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Envenenamientos, accidentes de alpinismo... ya son 12 los oligarcas rusos muertos en 2022

Desde el inicio de la guerra, son ya varios los empresarios ultra ricos díscolos a Putin los que han sido encontrados muertos en extrañas circunstancias

Envenenamientos, accidentes de alpinismo… ya son 12 los oligarcas rusos muertos en 2022

EP

Accidentes de alpinismo, acuáticos, ahogamientos en yates, intoxicación con veneno de sapo, caídas por precipicios… Las misteriosas muertes de oligarcas rusos, la mayoría relacionados con el sector gasista, no dejan de suceder desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania. En total, ya se han contabilizado 12 fallecimientos de empresarios ultra ricos que han tenido lugar en extrañas circunstancias. El último tan solo hace dos semanas: Ivan Pechorín, de 39 años y director ejecutivo de la Corporación rusa para el Desarrollo del Lejano Oriente y el Ártico. Según el comunicado oficial de su compañía, Pechorin falleció tras caer por la borda de un barco en el que navegaba por el mar de Japón, cerca de la isla Russki. Al parecer, «había bebido mucho» y «cayó accidentalmente» al mar.

Unos hechos que han comenzado a levantar dudas sobre si se han vuelto demasiado comunes para ser completamente coincidentes. Y es que, además de su inmensa fortuna, los fallecidos tienen en común varios factores: su relación con la industria del gas, su vinculación con el Kremlin y su oposición a la guerra. Por ello es que cada vez son más los investigadores internacionales que comienzan a defender la teoría de que estos fallecimientos sean en realidad suicidios simulados o asesinatos.

En este sentido se pronuncia a THE OBJECTIVE el periodista afincado en Nueva York Argemino Barro, quien señala que una de las hipótesis preponderantes sobre es estos suicidios-homicidios espeluznantes es que «hay una guerra interna en el estratégico sector energético ruso, un poco al estilo de las guerras por el control de activos de los años 90, en la que Putin, como de costumbre, se limita a hacer de árbitro». Así, hace hincapié en que no podemos olvidar el discurso de Vladímir Putin a mediados de marzo, en el que decía que Rusia sabría «distinguir a los patriotas de los bastardos y los traidores», y hablaba, literalmente, de «purificación». «Podría tratarse de una purga de personas que ya no gozan de total confianza», apunta el experto, autor del libro Una historia de Rus: crónica de la guerra en el este de Ucrania.

Ivan PechorÍn, último olicarga ruso encontrado sin vida. | RRSS

«Suicidios fingidos»

Las líneas divisorias entre las facciones de la élite económica rusa son cada vez más marcadas. Tal y como publica The Washington Post, las amplias sanciones impuestas por Occidente han derribado una nueva cortina de hierro sobre la economía rusa, congelando decenas de miles de millones de dólares de muchos de activos de magnates y, estos, especialmente aquellos que hicieron fortuna antes de que Putin llegaron al poder, han comenzado tentativamente a hablar, no sin consecuencias.

Todo comenzó en San Petersburgo en el período previo a la guerra. El 30 de enero, Leonid Shulman (60), alto ejecutivo de la compañía de gas Gazprom, fue hallado muerto en su casa de campo. Con cortes en las muñecas, fue encontrado desangrado en el baño de la casa. Una nota de suicidio junto al cuerpo relataba su sufrimiento después de una lesión en la pierna.

Sin embargo, las voces contrarias a esta versión oficial comenzaron a proliferar cuando Gazprom adoptó la inusual postura de pronunciarse en contra de la guerra de Rusia en Ucrania, pidiendo el fin del conflicto. A la muerte de Shulman sucedieron cuatro más vinculadas al gigante energético estatal ruso: Alexander Tyulakov, Vladislav Avayev, Andrei Krukovsky y Yuri Voronov.

«Podría tratarse de una purga de personas que ya no gozan de total confianza»

El primero fue descubierto muerto en su garaje el 25 de febrero, la mañana después de que Rusia invadiera Ucrania y, según Novaya Gazeta, un periódico ruso independiente, había muerto por suicidio; Avayev, exvicepresidente de Gazprombank, el tercer banco ruso más grande del país, fue encontrado sin vida junto con su esposa Yelena, de 47, y su hija María, de 13, en su casa de Moscú. Todos presentaban disparos de bala. Un revolver apareció junto al cuerpo del empresario.

Andrei Krukovsky (37), era el CEO de una estación de esquí que compartía propiedad con Gazprom, y supuestamente falleció en un accidente en la montaña; y  Voronov, que dirigía una empresa de logística con jugosos contratos con Gazprom en el Ártico, fue encontrado sin vida con un disparo en la cama y el arma al lado del cuerpo, en lo que sería un «suicidio fingido», según diferentes voces.

«Es un misterio, ya que, como suele suceder en los regímenes autoritarios, no hay una prensa libre o una justicia independiente que pueda investigar o probar la relación entre estas muertes», apunta Argemino Barro, que agrega: «Dicho esto, hay patrones claros: la frecuencia de las muertes es simplemente demasiado alta; están concentradas, sobre todo, en el sector del gas, y coinciden con la invasión de Ucrania».

El alto directivo de Gazprom Leonid Shulman.

Escapar del Kremlin

En marzo, los cuerpos del multimillonario ruso Vasily Melnikov, su esposa de 41 años y sus dos hijos pequeños, de 10 y 4 años, fueron hallados en su apartamento de lujo en Nizhny Novgorod, una ciudad en el oeste de Rusia, con varias puñaladas. La supuesta arma homicida fue encontrada en la escena del crimen y el diario ruso Kommersant dijo que el oligarca, que había hecho su fortuna trabajando para una de las empresas médicas afectadas por las sanciones occidentales, había matado a su familia antes de suicidarse. Sin embargo, varios amigos de la familina no tardaron en salir a defender la teoría del «suicidio fingido».

Desde el inicio del conflicto ruso-ucraniano, al menos cuatro oligarcas que triunfaron en la era más liberal del predecesor de Putin, el presidente Boris Yeltsin, han abandonado Rusia, según The Washington Post.

Una de las tres muertes que se han producido en el extranjero es la de Mikhail Watford, que vivía con su familia en Reino Unido. El 28 de febrero, el magnate del petróleo y el gas de 66 años nacido en Ucrania, que también construyó un imperio inmobiliario en Londres, fue encontrado muerto en su casa en Surrey. La causa de la muerte de Watford se determinó como muerte por ahorcamiento, su esposa e hijos, que estaban en casa en ese momento, resultaron ilesos. Las autoridades del Reino Unido estaban tratando la muerte de Watford como inexplicable.

«En cualquier momento y por cualquier motivo Putin puede decidir quitarles el dinero, quitarles la libertad o quitarles la vida»

No obstante, aquellos con puestos superiores ‘vitales’ para el funcionamiento continuo del país permanecen atrapados, incapaces de irse. «Pese a su estatus y sus millones, no creo que deban de estar especialmente contentos. Rusia está más aislada que nunca, en una situación potencialmente muy inestable, y ellos están soldados al cuerpo de Putin», analiza el periodista al respecto. «A él le deben su estatus, y, si este cae, ¿qué será de ellos? Además, les gustaba disfrutar de los placeres y el nivel de vida que encontraban en otros países del mundo. Ahora muchos de ellos también se han convertido en parias», argumenta.

En esta línea también se pronuncia el escritor y crítico del Kremlin Bill Browder, quien en una entrevista en  New York Times, decía que «los oligarcas son ricos con el permiso y a gusto de Vladímir Putin». «En cualquier momento y por cualquier motivo puede decidir quitarles el dinero, quitarles la libertad, quitarles la vida», explica Browder.

La misteriosa muerte de un oligarca ruso en Lloret de Mar

Estas escandalosas y trágicas muertes han llegado hasta España. El segundo fallecimiento fuera de fronteras rusas tuvo lugar en Lloret de Mar (Girona). El 22 de marzo, Serguéi Protosenya, de 55 años y uno de los máximos responsables de la importante empresa petrolera y de gas Novatek, apareció ahorcado en el jardín de la casa. Su mujer Natalya y su hija María fueron apuñaladas. Protosenya, que poseía una fortuna cercana a los 500 millones de dólares, no dejó una nota de suicidio, ni se encontraron huellas dactilares en las armas (un hacha y un cuchillo) utilizadas para el crimen. Tampoco había manchas de sangre en su cuerpo.

No obstante, ni la compañía en la que trabajó el difunto ni su entorno dan credibilidad al relato de las autoridades. Novatek emitió un comunicado dejando claro que las «especulaciones» sobre el caso «no guardan relación con la realidad» y definió al fallecido como una «persona extraordinaria», un «maravilloso padre de familia» y un «sólido profesional». 

Al fallecimiento de Protosenya, sucedieron los de Alexander Subbotin, Dan Rapoport y Ravil Maganov. La de Subbotin fue una de la muertes más llamativas y que, quizá, más eco haya tenido en los medios de comunicación por la rareza del deceso . Al parecer, murió debido a un ataque al corazón tras consumir veneno de sapo después de realizar, supuestamente,  «un ritual vudú jamaiquino». Rapoport fue hallado sin vida en su departamento de lujo en Washington DC. Por su parte, Maganov, presidente de la petrolera Lukoil, una de las pocas compañías rusas que se pronunció abiertamente contra la ofensiva sobre Ucrania, se precipitó desde un sexto piso.

El ejecutivo ruso fallecido en Lloret de Mar, Sergey Protosenya.

La estructura «vertical de poder», aguanta

Sin embargo, a pesar de estas voces díscolas, aún son más los apoyos que conserva Vladimir Putin por el alto coste que supone darle la espalda. Putin es la ley, y todos los rusos ultra ricos lo saben. Él se ha asegurado de ello invirtiendo esfuerzo en consolidar dicho apoyo, aseguran los expertos. «Una de las fuentes de su poder es que él reparte el pastel económico, poniendo a sus seguidores más leales al frente de grandes compañías estatales en distintos sectores, y actuando, como digo, de árbitro», argumenta Argemino Barro, que agrega: «Desde 2014, además, dado el mayor aislamiento de Rusia a raíz de la anexión ilegal de Crimea, Putin ha dificultado en lo posible que estos oligarcas pudieran trasladar su riqueza al extranjero, por ejemplo. Así los tiene cerca y en el punto de mira. También ha usado una combinación de miedo e ideología ultraconservadora. El Putin de la última década es más sombrío que el de principios de siglo. Pero desde hace años tiene que dedicar más tiempo a seguir manteniendo estos apoyos».

«No está claro cuál va a ser el efecto de su tremenda apuesta, la invasión de Ucrania, en los oligarcas. Pero de momento la estructura, la «vertical de poder», como se suele decir, parece aguantar», concluye el periodista.

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