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Sexo oral: cuatro formas de hacerlo más amable y divertido (para ellos y para ellas)

Pensar que a todo el mundo le gusta o que es un básico en cualquier encuentro son errores muy comunes

Sexo oral: cuatro formas de hacerlo más amable y divertido (para ellos y para ellas)

Una pareja manteniendo relaciones sexuales. | ©Freepik.

No todo vale cuando hablamos de sexo oral , y no es solo por mencionar la voluntad o las ganas como únicos elementos para que llegue a buen puerto o, cuanto menos, el barco del amor o de la pasión no se queden encallados. Sea en relaciones abiertas o en parejas asentadas, el sexo oral suele ser una piedra angular que, sin embargo, no siempre satisface a quien lo hace y tampoco a la persona que lo recibe.

Por extensión, el sexo oral —igual que otro tipo de acto— debe ir aparejado a una seguridad y a una prevención que, por descuido, no se produce en el mismo caso que cuando hablamos de la penetración. La profilaxis que promueve el preservativo no tiene como único fin la prevención de embarazos no deseados o de enfermedades de transmisión sexual que, por contra, también pueden ser transmitidas mediante felaciones o cunnilingus. Sin embargo, son muchas las ocasiones en las que se omite el riesgo de contagio que existe con estas prácticas, además de ciertos errores que se suelen cometer.

Aún suponiendo que ambos miembros, sea una pareja heterosexual u homosexual, no tengan ninguna enfermedad de transmisión sexual —gonorrea, sífilis, clamidia, VPH o VIH), la práctica del sexo oral no deja de ser, en cierto modo, una práctica que entraña cierto riesgo si las condiciones de higiene no son las adecuadas. Una realidad que además, como es también evidente, lo hace mucho menos atractivo para el realizador.

Bajo el clásico ‘do ut des’ latino, o lo que es lo mismo, dar y recibir, la realización del sexo oral no debería limitarse a solo una de las partes de la pareja como agente activo. Menos aún cuando ni a todas las personas le gusta hacerlo e, incluso, cuando no a todas las personas —hay casos así— no les gusta recibirlo o no les gusta recibirlo de todo el mundo.

Un hombre coloca un preservativo a un pepino.
No se deben perder de vista las ETS que se pueden contagiar mientras se practica sexo oral. ©Freepik.

Un mundo de malas experiencias o de situaciones indeseadas suelen formar parte del argumentario de aquellas personas que detestan el sexo oral. No se puede culpar por ello, pues también influye la maña del activo en estas tareas, y evidenciar el hecho de que no por que exista voluntad va a existir placer. Lo bien hecho, bien parece, podríamos resumir.

Además, no solo se trata de hacerlo más amable a través del diálogo y de no pretender que el sexo oral sea indefectiblemente una necesidad dentro de la relación. También se trata de hacerlo más divertido y ameno, basado en una confianza en la que poder decir abiertamente si nos está gustando o no, es fundamental. Junto a ello, otra obviedad: no es lo mismo realizar una felación que realizar un cunnilingus.

Sexo oral: el camino amable y ameno para hacerlo más divertido

Un hombre besa la cintura de una mujer antes de realizar sexo oral.
El sexo oral debe ser un complemento deseado por ambos miembros, no una concesión al placer ajeno. ©Freepik.

El sexo oral no es siempre amable, y tampoco es siempre fácil, y es muy posible que un miembro de la pareja se niegue a recibirlo porque no lo disfruta o porque ha tenido malas experiencias con él. Encontrar a buenos practicantes no es fácil, sobre todo en el caso de que la persona que lo reciba sea una mujer, pero esto no significa que no podamos encontrar caminos amables y divertidos para conseguir que el sexo oral no suponga un vía crucis.

No es un ‘must’

«Es que mi ex lo hacía» o «¿Pero no vas a bajar?» son frases fuera de lugar y de contexto si hablamos de experiencias sexuales. Por mucho que insistas o por mucho que en otras relaciones el sexo oral fuera un básico eso no quiere decir que para todas las personas lo sea. O que lo sea incluso en la primera cita, como una especie de preámbulo de lo que pudiera pasar más adelante.

Es importante respetar los gustos y criterios de la otra persona y asumir que puede no querer hacerlo y que, incluso, puede no querer que se lo hagan. Cierto pudor por el momento —para algunas personas es incluso algo más íntimo que la propia penetración—, una sensación de incomodidad o incluso el temor a que la otra persona no sea especialmente hábil en estas lides pueden ser motivos suficientes como para que les repela.

Todo tiene un principio (y un final)

El sexo oral, como todo en la vida, tiene un momento en que darle inicio y tiene un final, y el final lo debe marcar la persona que lo está realizando, no la persona que lo está disfrutando de forma pasiva. Ni el orgasmo ni la eyaculación, si no son la intención del practicante, han de ser necesariamente el fin último del sexo oral y esto debe estar pautado o, cuanto menos, debemos saber que a la persona que lo está realizando no le gusta que el acto acabe así.

Por este motivo, hablar y comunicar nuestras inquietudes mientras se produce es la mejor forma de conocer el mood o estado de ánimo de quien lo está realizando y entender, como suele suceder en muchas ocasiones, que el sexo oral es un preliminar más o menos habitual, pero no necesariamente el punto final del acto. Más aún cuando es posible que pueda venir acompañado del temido período refractario, ese timing en la que el hombre recupera la erección entre eyaculación y eyaculación y que puede significar el fin de una noche de pasión si se estira demasiado (el período, es evidente).

Más higiene, menos riesgo

Si uno de los partenaires tiene reticencias al sexo oral, bien sea por considerarlo delicado o más sucio que otro tipo de sexo, está en su derecho. Un mismo derecho que, si existe la confianza y la complicidad y pretendemos que nuestra pareja lo realice, debe pasar por una mejor higiene.

Un gesto habitual al regresar a casa o saber que vamos a mantener relaciones sexuales y que si hablamos de sexo oral, tanto para ellos como para ellas, es evidente que ha de tenerse en cuenta. Por eso y aunque suene extraño, se puede —sobre todo si no hay confianza en la otra persona o lo que pueda tener— utilizar preservativos, tanto para ellos como para ellas, que sirvan para reducir los riesgos de una infección o una ETS.

Comprendamos que no a todo el mundo, tras salir de fiesta o tras un duro día sin pasar por la ducha, le tiene por qué gustar el sexo oral. Una realidad que, si topamos con una persona poco afín a esta práctica, podemos intentar hacer mucho más amable con más higiene o con un mayor cuidado del vello púbico. También, como es lógico y si la relación es estable, es conveniente ir dando pequeños pasos en esta práctica. Empezar con menos tiempo, hacerlo en un entorno más higiénico —como después de una ducha— o en momentos especialmente tórridos serán las mejores opciones para que sea más amable para ambas partes.

Extras para hacerlo más divertido

Una pareja permanece en la cama mientras un juguete sexual está sobre las sábanas.
Añadir juguetes sexuales o lubricantes son buenas alternativas para hacer el sexo menos rutinario. ©Freepik.

Olor, sabor e incluso la sensación de humedad y la propia textura de los genitales tampoco tienen por qué ser agradables para todo el mundo. Hay incluso personas cuyo olor corporal o genital es incluso más agresivo de la cuenta y eso supone que la frontera del sexo oral sea una zona no-go en la que las parejas no quieren ni acercarse. También, aún suponiendo que ambos miembros estén por la labor de este tipo de prácticas, hay soluciones para sacarlo de la costumbre y no convertirlo en rutinario, que es otro de los elementos que matan la pasión dentro de la relación.

Geles lubricantes y juguetes sexuales son herramientas que pueden contribuir a hacer más llevadera esta práctica o más dinámica son bien recibidos, además ayudan a la lubricación y también a hacer más divertida y compartida la experiencia, sobre todo en los casos de personas que no suelen tolerar bien este tipo de prácticas, incluso experimentando con nuevas posturas.

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