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Problemas digestivos y Navidad: cuáles son las molestias más comunes del atracón navideño

No es imposible evitarlos, pero sí es complicado, aunque más fácil es ponerles cara

Problemas digestivos y Navidad: cuáles son las molestias más comunes del atracón navideño

Una familia en una mesa de Navidad | ©Freepik.

Llueve sobre mojado un año más. Problemas digestivos y Navidad mantienen una relación de amor-odio a la que es difícil poner solución. Repetimos errores, nos prometemos no volver a caer en ellos y, como es de esperar, cada año se repite la misma historia, como habría cantado el malogrado Camilo Sesto.

Lo cierto es que también, con el mismo hilo, se podría sintetizar en un ‘comer así es morir de amor’, pero lo cierto es que la excusa navideña para los atracones nos hace un flaco favor gastrointestinal. Las dolencias y patologías asociadas a estos festines son muchas. Más calorías de la cuenta, más cantidad, comida más grasa, peor descanso, alcohol… El cóctel para que la Navidad se nos haga bola y los problemas digestivos afloren se multipliquen es puntual.

Lo evidente y recomendable sería evitar comidas y cenas especialmente copiosas, sobre todo las segundas. No obstante, solemos pasar por alto estas recomendaciones en las que no sólo hablamos de un exceso de comida, sino de determinados ingredientes especialmente calóricos o poco digeribles. Seguramente en cualquier otro momento del año nos parecería una temeridad cenar a las 22:30 un trozo de cordero asado. Algo que en Nochebuena o Nochevieja nos parece asumible. No está solo, claro. Sintetizar en el cordero estas culpas es un error.

Además, parte del error ligado a los problemas digestivos en Navidad viene, más allá del principal, en las trampas de los entrantes. Queremos agasajar más de la cuenta y nos jugamos el todo por el todo en el mundo de los entrantes. Embutidos y chacinas; ahumados; foies y patés; quesos; un carrusel de canapés con sus respectivos panes… Cuando pretendemos pensar en el principal ya llegamos tarde a un arrepentimiento que arrastramos desde los entremeses.

Los problemas digestivos más frecuentes de Navidad

Las comidas pesadas están detrás de los problemas digestivos en navidad
Cenar muy tarde también puede pasar factura. ©Freepik.

Seamos invitados o anfitriones hay ciertos mínimos que deberíamos dejar claros para no amargar la fiesta. Damos por hecho que vamos a hacer todo lo posible por evitar intoxicaciones alimentarias que puedan tener que ver con una incorrecta manipulación de los alimentos. Según qué mariscos o pescados crudos, determinadas salsas —como la mayonesa— o también en productos poco cocinados pueden ser problemáticos focos.

No menos, por supuesto, que todo lo que se relacione con alergias alimentarias. No demos por hecho que todo el mundo puede comer de todo y salgamos de dudas —como invitado o como anfitrión— de lo que se sirve en la mesa. Desde la celiaquía y la sensibilidad al gluten hasta la intolerancia a la lactosa —o la más grave alergia a la proteína de la leche— hay un carrusel de alergias e intolerancias muy recurrentes en Navidad. No obstante, las alergias más comunes a alimentos en nuestro país tienen que ver con los frutos secos, el pescado y el marisco, tres de los grandes protagonistas de la Navidad.

Sin embargo, no todo tiene que ver con alimentos en mal estado o con problemas del sistema inmunitario. Buena parte de nuestras complicaciones navideñas y sus problemas digestivos tienen más que ver con pasarnos de frenada. Los atracones suponen la mayor parte de los problemas de estas fechas al hablar de problemas digestivos en Navidad.

Más allá de las alergias y las intolerancias

Por ejemplo, la dispepsia, que no es otra cosa que una indigestión. Molestias en la parte superior del abdomen y sensación de hinchazón son síntomas fácilmente reconocibles. Incluso a pesar de no haber comido demasiado o alcanzar una sensación pronta de saciedad. Después de eso, no es frecuente que determinada sintomatología como náuseas, vómitos o incluso acidez acaben aflorando. También, en un sentido parecido, la presencia de otros malestares gastrointestinales como diarreas o estreñimiento acaban produciéndose en esta época del año con cierta frecuencia como problemas digestivos en Navidad.

La responsabilidad suele venir por la ingesta masiva de grandes cantidades de comida o por tomar alimentos de difícil digestión. De nuevo, insistimos, llueve sobre mojado. Encadenar atracones varios días —o en el mismo día— puede pasar factura y hacernos pasar más de un mal rato como la gastritis, especialmente por la noche.

Una mujer con problemas digestivos en Navidad en un sofá
Dispepsia, reflujo o acidez están entre los malestares más frecuentes de Navidad. ©Freepik.

Otro de los elementos más frecuentes en esta relación tormentosa es el reflujo gastroesofágico y la acidez estomacal. Las comidas muy copiosas, las digestiones pesadas y el consumo de determinados alimentos o bebidas pueden desencadenarlo. Por ejemplo, las bebidas espumosas como el cava, el champán o la sidra podrían pasar factura. Esta situación molesta se produce cuando el ácido estomacal regresa al esófago, dando esa sensación de quemazón e irritando el delicado tejido esofágico. De hecho, hay ciertas patologías —como el cardias incompetente, del que te hablamos en THE OBJECTIVE, que pueden complicar esta situación.

Un matrimonio relativamente parecido al que se desencadena con los gases, ya que estas bebidas suelen aumentar esa hinchazón. Además, las comidas de Navidad se suelen caracterizar por malas degluciones y por hablar mientras comemos, lo que también incrementa la cantidad de aire que ingresa en nuestro cuerpo.

¿Se pueden evitar los problemas digestivos en Navidad?

Podríamos minimizar estos atracones y el malestar. No es fácil y la presión social existe, pero es factible. La primera recomendación sería reducir la cantidad de comida y hacer menús más equilibrados nutricionalmente. O, al menos, hacer cierto contrapeso en las comidas del mismo día, evitando noches especialmente copiosas.

Se recomienda también comer despacio, masticando bien cada alimento y bebiendo una cantidad moderada de agua para facilitar el tránsito de los alimentos, disminuyendo el consumo de alcohol y de bebidas edulcoradas o carbonatadas. Como es evidente, también sería conveniente empezar a cenar más pronto de lo habitual para un horario navideño español.

Cuanto más tarde cenemos, más complicada será la digestión a medida que vayamos bajando nuestro ritmo. El organismo está ‘preparado’ para acostarse, no para seguir haciendo una digestión de gran pesadez. Como es lógico, no deberíamos irnos tampoco a dormir con el estómago lleno, dejando alrededor de un par de horas entre la cena y el irnos a la cama. De esta manera, minimizamos el riesgo de problemas digestivos en Navidad.

Entre el resto de evidencias no menos reseñable es la sustitución o eliminación de determinados alimentos del menú navideño. En este caso, los alimentos muy grasos, así como el alcohol y los picantes pueden amargarnos la cena. También en el caso de los principales se recomienda sustituirlos por alimentos más magros. Por eso, conviene cocinar pescados en vez de carnes y teniendo más precaución con los entrantes, tanto por tipo como por cantidad. Por último, los mariscos suelen ser más digeribles y más ligeros, debido a la cantidad de proteína que tienen y a las pocas grasas, pero no se recomiendan en personas con hiperuricemia.

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