Las aventuras y desventuras de los deportivos de color rosa en Londres

Los británicos, y más concretamente Londres, tienen una extraña relación con sus coches. A veces, y a resultas de ella, ocurren cosas que no tienen mucha explicación o al menos que llaman la atención al foráneo. En la metrópoli británica hay registrados algo más de 2,6 millones de coches, y se sabe que al menos el 54% de los hogares tiene al menos uno. En buena lógica, la congestión de tráfico que hay sobre su asfalto, a pesar de los excelentes servicios de transporte público, es uno de los más graves retos con los que se enfrentan las autoridades locales.

Tanto es así que en la zona central, el núcleo duro de la urbe, es de acceso restringido al tráfico rodado. Acceder a su «almendra» en coche propio cuesta 15 libras a todo aquel que desee hacerlo un día cualquiera. Es por ello que se convierte en coto de los más pudientes, y no pocos son los problemas que crean algunos. En la parte más dura de su epicentro urbano es habitual ver pasar como si del Gran Premio de Mónaco se tratase a decenas de herederos ricos subidos en Ferraris, Lamborghinis y Bugattis pagados a tocateja, y que meten un ruido espantoso. No han sido pocas las quejas de los vecinos con referencia a este respecto. Pero de un tiempo a esta parte en Londres está pasando algo extraño y relacionado siempre con coches de color rosa. 

La pantera rosa

En fechas recientes se ha hecho viral un vídeo de una tiktoker llamada Gabby Lauren en la que un clip de escasos segundos muestra algo en apariencia sencillo, pero que conduce a pensar que se trata de una temática propia del espacio Cuarto Milenio de Iker Jiménez. En el vídeo muestra un reluciente McLaren 570S, un deportivo valorado en unos 170.000 euros en el mercado de segunda mano; ya no se fabrica este modelo. En principio esto no debería llamar la atención. Debido a lo anteriormente expuesto, Londres es una ciudad donde es relativamente fácil tropezarse con coches de semejante fuste.

El misterio se dispara cuando tras revisar cientos de cuentas en redes sociales, o en el Google Street View, se es consciente de que ese coche lleva aparcado en el mismo lugar desde hace al menos dos años. Nunca se ha movido de ahí en ese periodo. No está abandonado porque está impoluto, casi se diría que encerado a cada poco, pero nadie sabe nada acerca de su propietario. Entre los comentarios del vídeo hay quien afirma que lleva ahí desde antes de empezar la pandemia, que su dueño se tuvo que marchar y no ha podido volver, que está muerto, o incluso que está en prenda por una deuda impagada por el hotel ante cuya puerta se encuentra estacionado: el St Pancras Renaissance.

Varios medios londinenses han contactado con la cadena hotelera al que pertenece en edificio, y han dado la callada por respuesta, lo que acrecienta aún más el mito, y alimenta la imaginación del respetable. ¿De quién será ¿Qué hace ahí? ¿Por qué nadie se sube ni se baja nunca? ¿Es un reclamo publicitario del alojamiento? Pero son centenares de personas las que pasan por las inmediaciones y afirman verlo cada día, inmóvil, en el mismo lugar desde hace años. 

Otros coches rosa

Menos inmóvil estaban, hasta que en un estado similar quedaron alejados del movimiento, coches exactamente iguales a este… pero por otros motivos. El 6 de agosto de 2020 un McLaren 620 de color rosa se estampó contra un Volkswagen Golf en las inmediaciones de las Montagu Mansions, en pleno centro de Londres. A juzgar de cómo quedó el deportivo, la velocidad a la que debía ir —se sospecha— no era la más adecuada de acuerdo con las características y regulaciones de esa vía, una calle de un solo carril y una dirección única. Los costes de reparación del McLaren podrían, a simple vista, dispararse con facilidad por encima de los treinta o cuarenta mil euros; eso si el chasis no ha sufrido daños. 

En mayo de 2021, al norte de Manchester, fue otro McLaren de color rosa, en esta ocasión con tonos metalizados y techo negro el que la lió parda. Las autoridades de tráfico mantuvieron cortada durante tres horas la avenida en la que se llevó puesto a un Seat Ibiza que pasaba por allí. El inadvertido pasajero del utilitario, un tipo llamado Martin Evans, no habló con el conductor del McLaren, pero si con la policía. Al parecer, el causante del accidente se justificó aduciendo que «intentó frenar, pero que sus pedales eran tan pequeños y estaban tan juntos que los confundió, y ordenó a su biplaza correr más cuando en realidad quiso frenar». La grúa tuvo sus más y sus menos con el McLaren, puesto que es muy bajo, las cuatro ruedas estaban bloqueadas y todo el vehículo quedó muy pegado al suelo. Parece como si los McLaren rosa estuvieran destinados a ser objeto de miradas por una u otra razón. 

El Nissan Figaro

Lo que ninguno de todos estos coches sabe es que hay uno, mucho más modesto y de igual manera rosa, que atrapa muchas más miradas que todos ellos juntos: un Nissan Figaro. Este utilitario japonés se lanzó al mercado en 1991 y se construyeron poco más de 20.000 unidades, casi todas con el volante a la derecha. Es por ello que casi solo se ve en Japón y países en los que se conduce por la izquierda. Bien, pues es uno de los coches más fotografiados de Inglaterra, es precisamente un Nissan Figaro rosa que suele estar aparcado justo frente al McLaren igualmente rosa del hotel St. Pancras Renaissance, incluso puede verse en Google Street View.

Entre los dos han conseguido convertirse casi en una atracción turística. Cuando llega algún ávido coleccionista de selfies para su cuenta de Instagram y pregunta al recepcionista del hotel, siempre responde «es de un tipo que se emborrachó y aún lo está buscando». Muy británico todo. Y muy rosa.