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El mercado de supercoches de carreras sube de vueltas, pero solo es para (muy) ricos

El negocio de los vehículos solo para circuitos no es algo nuevo, pero en esta tercera década vive una revolución

El mercado de supercoches de carreras sube de vueltas, pero solo es para (muy) ricos

Ferrari 499P Modificata.

Un Tesla es el coche más vendido del mundo a día de hoy, y Toyota la marca que más unidades matricula. Red Bull no vende coches, sino latas de bebida energética, y no compite con esas marcas. Al menos momento, porque esto va a cambiar: Red Bull sacará su primer coche de venta al público en 2025.

No va a ser barato, y se habla de un precio que ronde los seis millones de euros. Tampoco será un superventas, porque solo se construirán medio centenar de unidades. Ni siquiera se verá en el aparcamiento de unos grandes almacenes o a la puerta de un local de moda, porque no será un animal domesticado. El Red Bull RB17 heredará el nombre del monoplaza que hizo por primera vez Campeón del Mundo a Max Verstappen en 2021, y esta bestia salvaje será únicamente liberada en la cautividad bajo control de los circuitos.

Solo para ricos

La firma austriaca de brebajes cafeínicos se suma a una tendencia reciente que inventó Enzo Ferrari. El legendario industrial italiano comenzó a construir coches de calle para poder sostener la economía de su equipo en los circuitos, que no eran más que réplicas urbanizadas de sus bólidos de carreras. Ferrari no quería ganar dinero, sino financiar su escudería. Pero el tiempo ha pasado y las motivaciones hoy son distintas.

El mercado de los hipercoches solo para circuitos no es algo del todo nuevo, pero en esta tercera década está viviendo una revolución. Comprados para coleccionarlos, especular con ellos, o para rodar en tandas privadas, todas las marcas con coches extremos se están subiendo al carro. 

Cavallinos salvajes

Ferrari ha ido un poco más allá de lo habitual con su 499P Modificata. Para celebrar su victoria en las 24 Horas de Le Mans, los italianos han creado una serie muy limitada de su victorioso prototipo. La diferencia entre este coche comercial y el que cruzó la meta en el legendario circuito de La Sarthe es que el que ponen a la venta tiene pintada la bandera italiana. El resto es prácticamente igual… o mejor aún. 

El ACO, organizador de la que dicen es la madre de todas las carreras, impone ciertas limitaciones a los mejores coches en pista. En principio, el Modificata no está diseñado para competir, así que no hay regla que le ponga el ponga un bozal a esta fiera salvaje. Por eso, la potencia de su propulsor híbrido V6 será superior a la del coche de carreras; si compitiera en Le Mans no tendría asegurada su victoria, sino garantizada.

Con un solo asiento, tracción a las cuatro ruedas, y motor híbrido, su fabricante no declara cifras de velocidad punta. Sin embargo, sí que declara que su potencia es de 870, noventa más que su ganador en Le Mans, lo que debería hacerle más rápido. De ellos, 272 salen de un motor eléctrico, aplicado al tren delantero, y el resto emana del motor V6 de tres litros de cilindrada que transmite su energía al tren trasero.

La compañía italiana posee la peculiaridad de poseer un curioso brazo: Ferrari Corse Clienti, un programa de carreras para clientes privados y no competitivos al uso. Es un club de aficionados de alto standing que en lugar de un barco, un campo de golf, o una cuadra de caballos, tiene un coche de carreras. Ferrari les vende monoplazas de Fórmula 1 usados de temporadas ya disputadas o el exclusivo deportivo FXX que desarrolló Michael Schumacher —o su evolución, el FXXK—.

Montan carreras ‘de club’ para ellos, y solo necesitan llegar a las pistas con su casco y el mono ignífugo; Ferrari pone todo lo demás. Harán lo mismo con el 499P Modificata: los italianos se encargan de su transporte, mantenimiento, reparación y custodia; todo entra en el precio. A cambio de 5,1 millones de euros se obtienen el coche y dos años de este exclusivo servicio. 

Enemigo en pistas, también en concesionarios

La sede de McLaren, la legendaria escudería que dio cobijo a Fernando Alonso durante cinco temporadas —las mismas que Ferrari—, tiene sus propias catacumbas. Un túnel subterráneo iluminado como si estuvieran a punto de grabar un videoclip de Lady Gaga comunica la casa del equipo de carreras con una factoría. Erigida a apenas cien metros de donde nace la velocidad, ese segundo edificio tiene el largo y ancho exactos que salen de un múltiplo de las baldosas del suelo, para que encajen de manera exacta. 

McLaren Solus GT.

De esa paranoia por la exactitud y la precisión saldrá en una fecha no anunciada un sueño: el McLaren Solus GT. Diseñado para el exitoso videojuego Gran Turismo, fue tal su aceptación virtual que el coche acabará siendo una realidad, aunque tan solo con 25 ejemplares que prometen una factura épica. Tampoco será un coche para ir acompañado. Toda su fisionomía girará en torno a un único asiento en el habitáculo central, cerrado con un techo acristalado móvil que lo asemeja más a una nave espacial que a un coche. 

En su concepción no ha entrado ni una sola condicionante relacionada con normas de tráfico, ni regulación deportiva alguna. Para impulsar este obús sobre ruedas dispondrá de un V10 de 5,2 litros, que a 10.000 RPM será capaz de entregar 840 caballos. Los cálculos apuntan a que con menos de 1.000 kilos de peso, su espectacular aerodinámica generará unos 1.200 kilos de carga aerodinámica. Es como si le tirasen encima un Volkswagen Polo en cada curva.

Pagani, Porsche, Aston Martin

La marca del italoargentino Horacio Pagani construye los coches que más se revalorizan en menos tiempo. Pero el ingeniero no diseñó su Huayra R para que su distinguida clientela para ganar dinero con ellos, sino para que se subieran en él en los circuitos. Tiene varios modelos de calle, pero este en concreto, con 850 CV y a un precio de 2,6 millones de euros más impuestos, se hizo para ser cabalgado sin radares que incordien a los amigos del acelerador. De uso solo en circuitos, obviamente. Solo treinta ejemplares. 

Huayra.

Porsche se descolgó con uno de sus modelos más salvajes en 2019 con setenta y siete unidades de un 911 GT RS2 muy modificado. Le puso el nombre de uno de sus coches de carreras más exitosos: el 935. No matriculable, y por lo tanto no homologado y ajeno a regulaciones ‘civiles’, se debería usar solo en espacios ajenos al del resto de los mortales.

Lo de Aston Martin encierra una pequeña intrahistoria. Ideado por el concesionario de St. Gallen, Suiza, el Valkyrie es un producto hiperprémium dentro del mercado prémium. Con un precio medio de 3,2 millones de euros, dispone de varias versiones, entre la que destaca la AMR Pro, no matriculable, y destinado exclusivamente para su utilización en pistas de carreras. La leyenda acompaña a este modelo desde antes de nacer.

El ingeniero aburrido

Con la llegada de la motorización híbrida a la Fórmula 1, los principales clientes de los motores Renault, Red Bull, fueron a ver a Carlos Ghosn. El fugitivo expresidente de la compañía, cuyo documental puede verse en Netflix, les dijo que no iba a inyectar ni un euro más en el desarrollo de esos motores. «Estamos en esto de la F1 porque los de marketing me dicen que funciona, pero me da igual», dicen que se escuchó aquel día. La lapidaria frase acabó condicionando su éxito en posteriores temporadas, y solo ganaron cuando optaron por hacerse clientes de Honda. 

Adrian Newey, ingeniero de Red Bull, cayó en el desánimo y fue tentado por Ferrari para irse a trabajar a Maranello. Cuentan que una de las razones para que se quedase en la escudería que ha otorgado tres títulos consecutivos a Max Verstappen fue este proyecto, el del Valkyrie, que fue lo que lo mantuvo entretenido e ilusionado durante el periodo que tardaron en volver a ganar. Ahora anda metido en otro jardín. 

La lata más rápida del mundo

En 2022 Red Bull vendió 11.582.000.000 de latas de bebida energética en todo el mundo. Sí, once mil millones y pico, según datos de la compañía, a razón de casi lata y media por cada habitante del planeta. A diferencia de su negocio nuclear, que marca récords anuales, con esta nueva línea de negocio se han marcado una meta algo más discreta: cincuenta unidades. Va a ser uno de los fabricantes de coches más pequeños del mundo. 

Esto es uno de los pocos datos que se conocen acerca de este venidero misil tierra-tierra tal y como ha dejado caer Adrian Newey en una entrevista reciente. El ingeniero estrella de la escudería campeona del mundo de Fórmula 1 afirma que solo concede a la competición la mitad de su tiempo. La otra mitad es para proyectos como este, como en su momento ayudó a desarrollar el Aston Martin Valkyrie. Cómo será el dominio que tiene en una especialidad tan exigente como la F1 para que se entretenga con proyectos como este. Pero claro, mientras ganen, le dejan hacer, vaya a ser que se caiga en el tedio y decida buscarse un horizonte más excitante. Además, a razón de 6 millones de euros y 50 unidades, Red Bull va a añadir 300 millones más de euros a sus arcas. Mal no le va a ir. A ver si se animan a sacar un compacto urbano, que una compañía telefónica ya hicieron. Cosas del marketing

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