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'Los pájaros amigos' de José Jiménez Lozano

«Días Contados acaba de reunir en un libro doscientos setenta y tres textos en los que el maestro escribió sobre pájaros»

‘Los pájaros amigos’ de José Jiménez Lozano

El fallecido escritor José Jiménez Lozano. | Europa Press

La editorial barcelonesa Días Contados acaba de reunir en un impecable libro doscientos setenta y tres textos en los que el maestro José Jiménez Lozano escribió sobre pájaros, los nombró o se sirvió de ellos como símbolos difícilmente igualables. No se sabe muy bien quién ha sido el rastreador o la antóloga de esos fragmentos, pues así de discretos son los discípulos del escritor de Langa, pero sí sé que a partir de ahora quedamos en deuda con él, y yo, por mi parte, profundamente agradecido.

«Los pájaros son pensamientos perfectos», dice un aerolito de Carlos Edmundo de Ory, y es una buena forma de fijar una intuición que tenemos todos ante esas criaturas, que suelen ser bonitas, graciosas, divertidas, coloridas, dinámicas, inofensivas, difíciles de ver, fugaces y, por tanto, como adelantaba arriba, unos seres como creados a propósito para recordarnos, en plan metonimia, todo lo que nos importa: la propia vida, la alegría, la energía no agresiva, la naturaleza despierta, la magia, la curiosidad…, porque cuando hablamos de pájaros en este contexto de la literatura celebrativa, o de la poesía buena, desde luego no hablamos de «un huracán de negras palomas» o de buitres carroñeros, sino del cuco (el pájaro preferido de Jiménez Lozano), el jilguero (que es el pájaro de Eloy Sánchez Rosillo), el ruiseñor (jurisdicción, entre nosotros, de Andrés Trapiello, que es quien ha prologado, por cierto, este libro) o el mirlo (asunto que era muy del apego de Eugenio Montejo).

José Manuel Blecua reunió en 1943 una antología sobre Los pájaros en la poesía española, y ése es un trabajo que merecería ser actualizado con poemas de los y las poetas de las últimas décadas, aunque lo cierto es que no han faltado libros monográficos o incluso colecciones (como El pájaro solitario, en Pre-Textos) que han ido en esa alada y cantora dirección. Más renovador y tal vez revelador sería proponer unos «pájaros del siglo XXI», o unos «pájaros millenials»…, para ver lo que han hecho con los pájaros nuestros veinteañeros (o viceversa: para comprobar lo que los dulces y suaves pajarillos tienen todavía que decir a las nuevas hornadas de poetas): creo que sería de veras significativo.

Pero en fin, veníamos a hablar de don José y de sus Señores pájaros, que él tanto veneraba. Los textos recogidos aquí no sólo proceden de la tardía obra poética del escritor, sino también de una novela tan maravillosa como El mudejarillo, o de sus varios volúmenes de diarios. Y entre éstos, por cierto, hay una entrada que da cuenta del entierro de su amigo y paisano Jacinto Herrero Esteban, un sacerdote cuya serenísima Poesía completa ha sido recopilada también este año por Antonio Pascual Pareja y para las ediciones de la Diputación de Ávila, en lo que quedará como otro de los hitos poéticos de 2023: «Canta en paz la calandria / y es de oro la luz y duerme el aire»…

En un prólogo que Jiménez Lozano puso en un libro de Herrero le aplaudía que «este libro de poemas está hecho con las más escasas y justas palabras posibles y no sé si se puede decir algo mejor sobre un poema, cuando, además, se consigue una belleza tan intensa y yo diría que lacerante, que nos atañe y embarga mucho más de lo que nos admira o nos conmueve»: algo parecido se puede decir de los poemas del Propio Jiménez Lozano, que conseguían muchas veces un vuelo oriental en su consciente laconismo, en su naturaleza de impresiones fugaces, de estampas brevísimas, de apuntes como para ser desarrollados posteriormente: son a la literatura lo que los bocetos a la pintura, pero es que muchos preferimos ese tipo de dibujos, de ensayos, de estudios preparatorios, de fragmentos descabalados y tanteadores en busca de una obra mayor. Por ejemplo, uno sublime: «Dulce pájaro de primavera, / no te vayas. Si me falta / tu cu-cú riéndose del mundo, / éste puede engañarme».

Cito a menudo aquello que José-Carlos Mainer nos dijo en una de sus clases magistrales, y es que «la antología es una forma literaria que tiene mucho que ver con la pereza»: yo también apostaría por acudir a las miles y miles de páginas que nos dejó José Jiménez Lozano como testimonio, pobre y poderosísimo a la vez, de su vida, de sus días, de su alma…, pero esta antología de hoy, Señores pájaros, sí demuestra su pertinencia, sí es locuaz por sí misma, no tanto en lo que tiene de monográfico como en lo que tiene de síntesis de su obra. A través de pájaros, únicamente, recibimos y comprendemos todo su mundo, todas sus preocupaciones y celebraciones, todo su lenguaje, todo su particular idioma, toda su luz, toda su fe y toda su piedad: «Con la primera helada, / Señor del Mundo, / te ruego que mantengas tu palabra / sobre los lirios y los pájaros».

Oraciones como ésta se juntan a bromas, diálogos, observaciones y preguntas en verso, y a reflexiones o recuerdos en prosa, para formar un libro delicioso, una lectura reconciliadora. Y en un día como hoy, 25 de diciembre de 2023, incluso un modestísimo y eterno villancico zen: «Grullas de Navidad / pasan chillando por la noche. / No hay albergue».

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