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Morgan Stanley frena el optimismo: prevé un repunte del gas y del petróleo a mitad de 2023

La multinacional norteamericana apunta como causas la reaceleración del crecimiento económico y la relajación de las prácticas de austeridad europeas

Morgan Stanley frena el optimismo: prevé un repunte del gas y del petróleo a mitad de 2023

Terminal de gas natural líquido. | Darryl Dyck/AP

El último dato de inflación en nuestro país provocó triunfalismo en Moncloa. España se convertía por segundo mes consecutivo en el país de la Eurozona con la subida de precios más baja, situado en el 5,5%, según los datos de Eurostat. Una realidad que también han conocido otros países europeos, como Francia, cuya tasa cayó al 5,9% o como Portugal, Alemania o Italia cuyos altos porcentajes también se han visto reducidos. Sin embargo, cuando parecía que el escenario económico giraba hacia un ápice de optimismo, la multinacional norteamericana Morgan Stanley rebaja la euforia y avisa: los precios del gas y el petróleo volverán a subir en el tercer trimestre de 2023.

En un informe titulado «Los riesgos que los inversores no deben ignorar», la multinacional sostiene que «el descenso de la inflación podría estancarse a mediados de 2023, lo que podría mantener los tipos de interés más altos durante más tiempo y a los mercados atrapados en un volátil juego de espera». Una situación que no sorprenderá al banco central. Así, distintas voces del BCE (Banco Central Europeo) han dejado caer que los niveles previos a la gran subida de precios sufrida estos últimos años será difícil que se vuelva a experimentar en el medio o incluso largo plazo.

Estos pronósticos coinciden con informes como el publicado por Morgan Stanley, que apunta que «los costes de la energía podrían aumentar». Para ello, reconoce que aunque estos se «dispararon a principios de 2022», los últimos meses se observó que «los precios del petróleo y el gas habían caído en picado por el debilitamiento de la demanda». Los factores que da la multinacional son tres: «La recesión en los mercados emergentes, los esfuerzos europeos de conservación frente al embargo de petróleo ruso y el suave comienzo del invierno tanto en Europa como en el este de EE.UU».

No obstante, de cara al futuro, la compañía observa un escenario más pesimista. «Prevemos un repunte de los precios del petróleo y el gas, impulsados por una reaceleración del crecimiento económico mundial y una relajación de las prácticas de austeridad europeas«. De hecho, los analistas de Morgan Stanley pronostican que los precios del crudo pasen de los 80 dólares por barril actuales a unos 107 dólares en el tercer trimestre.

En Europa, el despliegue de medidas de los diferentes países para combatir la inflación ha sido inédito, con cifras de ayudas incomparables en este siglo. Sin ir más lejos, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su estancia en Davos para asistir al Foro Económico Mundial, aseguró que España había desplegado en ayudas un total de 45.000 millones. Una cifra que, aunque parece excesivamente alta, es superada por otros territorios de la Unión Europea.

Las dos principales medidas por las que ha optado la Unión Europea para controlar la desatada inflación han sido, por un lado, la suspensión de las reglas del déficit y la deuda pública, cuya norma va llegando a su fin, tras ser prorrogada a mediados del año pasado, y la subida de los tipos de interés. Precisamente, sobre esto último existe un gran debate interno en el BCE. Así, en la reunión del pasado mes de diciembre, los más ortodoxos, conocidos como ‘halcones’, aceptaron una subida más leve de los tipos de interés a cambio de que la gran entidad endureciese su mensaje sobre el rumbo de la política monetaria.

Según reveló la reseña de la reunión celebrada en Frankfurt (Alemania) entre los días 14 y 15 del pasado mes de diciembre, «un gran número de miembros» expresaron inicialmente su preferencia por aumentar los tipos de interés en 75 puntos básicos ante la perspectiva de que la inflación se mantuviera demasiado alta durante demasiado tiempo.

Nuestro país, junto con Portugal, goza, gracias al mecanismo ibérico, de un escenario envidiable en Europa con respecto a los precios del gas. En el resto de países de la Unión Europea la situación es diferente. Una realidad que, no obstante, no ha cumplido con esas duras expectativas que se auguraban el pasado verano. Los almacenamientos de gas de todo Europa se mantienen a un alto nivel y, además, el fantasma de los apagones no ha sobrevolado las ciudades europeas. Por otro lado, los planes de contingencia aprobados por los diferentes gobiernos han tenido, de momento, una repercusión mínima en las empresas, industrias y hogares.

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