THE OBJECTIVE
El archivo del buitre

¿Hay que poner un cordón sanitario contra Vox? Vuelven los argumentos de antaño...

Tertulianos y políticos parecen cómodos en mantener al votante encerrado en una jaula donde sólo puedes estar con los fascistas o con los filoetarras

La adicción por la hemerografía tiene muchas ventajas en el terreno analítico, pero también grandes efectos perjudiciales. El más claro de todos ellos es ser víctima del desasosiego que causa comprobar que los electores españoles estamos prisioneros dentro de un campo argumental del que es imposible escapar ante un ciclo eterno de repetición y repetición en el que no paran de entrar por la puerta líderes que prometen ‘nuevos discursos’ para repetir exactamente lo mismo que sus antecesores. 

Otra vez la anti-izquierda basa toda su campaña en la demonización personal de un presidente del Gobierno que es antiespañol, vendido a los nacionalismos y proterrorista. Aplicando a Pedro Sánchez la misma caricatura que adjudicaron a José Luis Rodríguez Zapatero sin el menor esfuerzo en diferenciarla. Ahora dicen que el PSOE está ‘usurpado’ por el sanchismo, los mismos que el 90 vinieron a decir que el PSOE estaba contaminado por el ‘felipismo’. ¿Recuerdan a aquellos tertulianos que repudiaban a ese felipismo que dejaba que ‘Pujol le exprimiera como un limón’? Los mismos que a los dos años se rompían las manos aplaudiendo el ‘centrismo’ de Aznar por pactar con ese mismo Pujol.

El eterno «que viene el lobo fascista»

Este lunes 5 de junio de 2023 un tertuliano joven, Juanma Lamet, se dirigía a los espectadores de Mediaset para, tras explicar que consideraba lícito pactar con el Podemos de Pablo Iglesias, pero no con el Vox de Santiago Abascal, pedir un cordón sanitario contra Vox por ser la extrema derecha

«El partido de Pablo Iglesias está ‘encardiano’ en los consensos democráticos a diferencia de Abascal, en temas como la xenofobia y el machismo. ¡Claro que sí! ¡Es que hay que trazar un cordón sanitario respecto a Vox que no hay que trazar con otros! (…). El único partido xenófobo».

Lo más impresionante de estos ‘nuevos tertulianos’ es que repiten cíclicamente los mismos argumentos que los tertulianos de antaño y con el mismo entusiasmo que si algo se dijera por primera vez.

Por poner un ejemplo, corría el año 2008, cuando se presentaba aquella Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) y ahí que salían todos los zapateristas a hacer campaña de su líder bajo un argumento claro: había que hacer un cordón sanitario a esa derecha que venía, porque era fascista y xenófoba. No era por Vox, claro, que aún no existía, era por el Partido Popular de Mariano Rajoy al que acusaban de tener un discurso radical y xenófobo por haber dicho que estaba en contra de lo que llamaban las ‘regulaciones masivas’ del Gobierno Zapatero y que había propuesto un contrato de integración a inmigrantes en campaña que el mismo Iñaki Gabilondo había tachado de xenófobo en sus Noticias Cuatro.

Por esos días aparecieron en las tertulias Enric Sopena o María Antonia Iglesias bramando a favor de un «¡cordón sanitario contra esa derecha que viene que es una derecha fascista!».

Han pasado 15 años. Han cambiado muchos de los guiñoles, pero el guion de la función es el mismo. Ahí están los ‘cembrenos’, ‘pepasbuenos’ o ‘barcelos’ para gritar el clásico «¡que viene el lobo fascista!» que, desde los tiempos del dóberman es inevitable en cada campaña.

Pero el caso de Lamet merece su propia reflexión dado que, si hacemos caso a lo que dice su compañero de periódico, Federico Jiménez Losantos, él no se mueve en el entorno argumental del PSOE, sino en el entorno argumental del Partido Popular. Algún malpensado podría suponer que ese ‘cordón sanitario’ no es mal visto desde Génova 13, por lo que no sería un ‘que viene el lobo fascista’ en busca de movilizar a la izquierda, sino, en este caso, buscando más votos a un PP con ganas de gobernar en solitario.

Igual que ya va siendo hora de que Vox renuncie a decir aquello de que ellos «no quieren sillones» (mantenerlo a estas alturas es tomar por idiotas a sus seguidores), en el caso del Partido Popular tan legítimo es que quieran pactar con Vox si lo consideran un aliado político como lo es Sumar para el PSOE, como si no quieren hacerlo porque lo consideran un partido que fomenta ‘el odio y la violencia’ como ha dicho Lamet. Lo que parece menos legítimo es que pretendan ocultar su criterio hasta después de las elecciones.

Y bastante tienen ya los votantes incapaces de escapar de una escape room que les limita a votar entre «los proetarras» y «los pro-fascistas». El dilema bíblico entre veranear en el desierto de Judea o en el del Sinaí, habría dicho Tusell.

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