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La madre de las niñas desaparecidas en Tenerife confía en que las reconozcan «vayan donde vayan»

La madre de las niñas desaparecidas en Tenerife confía en que las reconozcan «vayan donde vayan»

Miguel Barreto | EFE

Hace ya más de un mes que las pequeñas Olivia y Anna, de seis y un año, desaparecieron junto a su padre en Tenerife y nada se sabe de ellas. Beatriz Z., la madre de las menores, ha afirmado este lunes que confía en la vida y en las personas que están poniendo todo de su parte para que sus hijas no queden en el olvido y las reconozcan «vayan a donde vayan, porque esto no es justo».

En contexto: el pasado 27 de abril Olivia y Anna desaparecieron cuando se encontraban con su padre, de quien tampoco se sabe nada. El hombre fue visto por última vez en el puerto de Santa Cruz en la medianoche del martes 27 de abril al miércoles 28, sin la compañía de las niñas, cargando varias maletas y bolsos en su embarcación. Antes de que se le perdiera el rastro, el padre habló por teléfono con la madre de Anna y Olivia, de la que estaba separado, y le dijo que nunca más volvería a verle a él ni a las niñas. 

La madre de las niñas desaparecidas con su padre asegura que seguirá fuerte hasta que las encuentre y las abrace, aunque en la carta que ha hecho pública dirigida a sus hijas admite que siente angustia y que es difícil levantarse cada mañana y no sentirlas a su lado. «Oli y Anna, ustedes son mis corazones que ahora están lejos, por lo que mi corazón late muy muy muy fuerte para encontrarlas», asevera Beatriz Z., quien sabe que sus hijas sienten su amor y que volverán a estar juntas.

Reconoce que cuando no puede más y sólo piensa en morirse porque no soporta esta angustia piensa en las niñas y, acto seguido, se levanta, coge fuerzas y reza a Dios, al Universo, para que vuelvan de manera inmediata, «como un mantra, una y otra vez».

Este sábado, un buque del Instituto Español de Oceanografía (IEO), dotado con un sonar de barrido lateral y con un robot submarino, comenzó a trabajar para sumarse a la búsqueda de Anna y Olivia. El robot submarino no tripulado Liropus es capaz de maniobrar hasta 2.000 metros de profundidad y fue empleado para la observación del volcán submarino Tagoro, frente a La Restinga (El Hierro).

De esta forma, con esta tecnología la Guardia Civil rastreará el fondo submarino en un área delimitada por el geoposicionamiento del móvil de Tomás Antonio G.C., de 37 años, obtenido a través de un duplicado de su tarjeta, en la madrugada del 28 de abril, horas después de que se le perdiera el rastro.

Sobre Olivia, una niña «muy fuerte y sensible a la vez», Beatriz Z. ha destacado su capacidad para el karate, deporte del que fue cinturón amarillo con 5 años, y para la hípica. «Siempre tan valiente… tan llena de entusiasmo y vida», recuerda la madre, quien relata que Olivia tenía muchas ganas de tener a su hermana, de la que siempre dijo que era su protectora. «Ahora lo pienso y me sorprende… su protectora… los niños tienen un sexto sentido y quizá por algo lo decías», reflexiona la madre, quien reconoce que esto la calma mucho.

Además, Beatriz revela en la carta lo bonito que fue recibir «a Annita, nuestro peluchito» como la llamaba Olivia, más aún después de haber perdido a otro hermano con ocho meses de embarazo. «Una experiencia muy dura y difícil que sobrellevaste de una manera increíble», valora Beatriz Z., quien confía en que Olivia está cuidando de su hermana muy bien y deseando volver a estar juntas lo antes posible.

«Las quiero… con todo mi corazón y alma», concluye la madre, quien le pide a Olivia, su hija mayor, que se lo repita con dulzura al oído a Anna, pues «ella no sabe leer» y solo su hermana puede recordarle el amor incondicional de mamá que las espera siempre.

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