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Desayuno: seis alimentos a evitar si te preocupa tu figura y quieres adelgazar

El desayuno no tiene por qué ser la comida más importante del día, pero si te preocupa tu figura, hay alimentos que deben ser evitados

Desayuno: seis alimentos a evitar si te preocupa tu figura y quieres adelgazar

Una mesa con un desayuno para dos personas. | ©Unsplash.

En la mayoría de ocasiones, figura y salud van de la mano, aunque no siempre. Eso tampoco significa que, aunque nuestra figura no se resienta, no existan alimentos que se dediquen a sabotear nuestro bienestar. Por esa razón, desayunar bien es una forma de no caer en los excesos a mediodía o de no sentirnos faltos de fuerza a medida que avanza la mañana.

Sin embargo, es habitual que cometamos ciertos pecados durante esa primera hora del día. Puede ser con alimentos demasiado azucarados, pero también con elementos grasos o ricos en carbohidratos simples que nos ofrezcan pocas ventajas nutricionales.

Está claro que distamos años luz del formato de desayuno británico o estadounidense, donde huevos, tortillas, bacon o incluso tortitas, gofres y un sinfín de salsas aparecen. El desayuno español, según diversos estudios, se sintetiza en una bebida caliente y en una tostada o en bollería. Sin embargo, hay ciertos elementos que es conveniente quitar o, cuanto menos, consumir de manera puntual.

Tres enemigos de tus alimentos a la hora de desayunar

Hay tres elementos que, en demasía, nos harán poco bien a primera hora de la mañana. Realmente, el abuso de azúcares añadidos, de hidratos de carbono simples o de grasas saturadas, además de la presencia de un exceso de sal en los primeros bocados del día, convendría evitarlos.

Las mejores alternativas pasarían por, en vez de pan blanco, apostar por pan integral —más saciante y nutritivo—; en vez de zumos de frutas, las frutas enteras y, por supuesto, si dejamos de lado a procesados como cereales —generalmente muy edulcorados—, carnes procesadas —aunque no sea nuestra tradición— o el peligro disimulado que suponen ciertos cacaos solubles, mejor que mejor.

Zumo de naranja

Aunque esté repleto de vitamina C, un zumo de naranja también supone consumir todo el azúcar de la fruta en unos pocos tragos. ©Unsplash.

Está cargado de vitaminas y se ha convertido en una commodity habitual de los desayunos occidentales, aunque no está especialmente relacionado con la dieta mediterránea. Sin embargo, su abundancia —tanto al natural como envasado— es cada vez más notable. Sin embargo, no debería estar en nuestros despertares.

El motivo es muy sencillo: es una bomba de azúcar. Natural o envasado, un zumo de naranja significará tomar de golpe toda la fructosa que pueden tener entre dos y tres naranjas. Es decir, un subidón de azúcar que nos dará energía durante un rato, pero que no pasará de allí. Por el contrario, sacamos de la ecuación a ciertos beneficios, como su fibra, que nos vendría bien para aliviar el tránsito intestinal.

Cacao soluble

En el caso de apostar por cacaos solubles, busquemos los que tienen menos azúcar. ©Unsplash.

Durante décadas hemos alimentado a nuestros hijos con diversos cacaos en polvo con la sensación de dar un producto saludable. Nutriscore mediante, la realidad es que los cacaos en polvo con los que teñir la leche son productos con una cantidad elevadísima de azúcar, por lo que se explica el repentino ‘boost’ de energía que producen, pero están desnudos de muchos otros nutrientes.

Aunque suelen incluir ciertos minerales, la realidad es que, si nos preocupa nuestra salud y nuestra figura, deberíamos reducir la ingesta de este tipo de cacaos. La opción correcta sería fijarnos en el etiquetado y ver qué nos está aportando. Si el primer componente es el azúcar, mal vamos.

Cereales

Procuremos buscar cereales integrales con pocos azúcares añadidos. ©Unsplash.

Muchos de los cereales que consumimos a diario son el festival del procesado, especialmente los que damos a los niños, pues suelen demandar sabores más dulces y por tanto más azucarados. Es cierto que dan sabor al producto, pero es una mala forma de desayunar pues sigue siendo un plus de azúcares añadidos que conviene evitar.

La solución vuelve a pasar por fijarnos en el etiquetado y comprobar los ingredientes que están presentes. Si el azúcar ocupa alguna de las tres primeras posiciones y la información nutricional nos indica que los azúcares representan más del 10% del peso del producto, será mejor descartarlo.

Bacon y otras carnes procesadas

No es frecuente en nuestro desayuno, pero el bacon y otras carnes procesadas, ricas en sal y grasas saturadas, mejor evitarlas. ©Unsplash.

Ya dijimos que no es el beicon el rey de nuestros desayunos, contrario a las tendencias anglosajonas, y bien que hacemos. Hablamos, en términos generales, se trata de alimentos y productos ricos en grasas saturadas —no deja de ser grasa de cerdo— y de un contenido relativamente elevado en sal, debido al proceso de curación.

También es extrapolable, siguiendo un mismo patrón general, a salchichas y chacinas, incluyendo algunos de nuestros embutidos más famosos. Si apostamos por el embutido, que sea con moderación y de calidad, pues también supone cantidades ricas en sodio y sal. En este sentido, ya os explicamos cuál es el embutido más saludable para nuestro día a día.

Bollería industrial

Prestemos atención al etiquetado de la bollería industrial para evitar ingestas elevadas de sal, azúcar o grasas saturadas. ©Unsplash.

Suena obvio, pero por si acaso nunca conviene recordar que suele venir cargada de azúcar y de hidratos de carbono que solo proceden de harinas refinadas. Además, son alimentos con una cantidad de grasa más o menos elevada. Bien sean mantequillas, margarinas o ciertos aceites vegetales, no siempre de oliva.

Como en tantos otros elementos, la información nutricional es nuestra mejor aliada. Si encontramos que el azúcar está entre los primeros ingredientes o que las grasas saturadas superan con mucho a las grasas insaturadas, mejor descartarlo de nuestro día a día.

Yogures azucarados

Si recurrimos a yogures, mejor sin azúcar y mejor aún si los hacemos más completos con pequeñas cantidades de frutas y frutos secos. ©Unsplash.

Los yogures son alimentos saciantes, incluyen una buena cantidad de proteínas y un porcentaje generalmente bajo en grasas. Por lo que es normal que acaparen cierta atención en los desayunos. No hace falta erradicarlos, pero sí que prescindamos de aquellos que pudieran ser ricos en grasas. O de los que estén demasiado azucarados, como suele pasar con los yogures de los más pequeños de la casa.

Las opciones bajas en grasa son abundantes y también lo son las que no llevan azúcares añadidos. Si aún así no nos resistimos a un punto de dulzor, mejor apostar por edulcorantes que no supongan más calorías de la cuenta o, si las suponen, que sean como la miel o los siropes vegetales, que no son tan calóricos.

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