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Running contra la depresión: por qué el ejercicio es una ayuda natural para la salud mental

La noticia es halagüeña, pero hay una peligrosa letra pequeña

Running contra la depresión: por qué el ejercicio es una ayuda natural para la salud mental

Un hombre corriendo | Freepik

Nuestro organismo se empeña a menudo en establecer círculos. A veces viciosos y a veces virtuosos, pero lo cierto es que hay una sucesión de factores que acaban marcando el tempo de nuestra salud. Es lo que sucede en este ejemplo, donde un estudio de una universidad neerlandesa ha comprobado que el running puede ser un remedio contra la depresión.

Ni más ni menos que parecido al efecto que podrían ejercer ciertas terapias farmacológicas. Lo que sí sabemos es que hay cierto virtuosismo en cómo nos cuidamos. Sí, el ‘mens sana in corpore sano’ de la antigua Roma era una realidad fehaciente que, siglos más tarde, se ha comprobado cierta. No sólo mente y cuerpo, claro. En esa dinámica también entran otros factores que explicarían, entre otras cosas, por qué la depresión es una patología influenciada por muy diferentes factores.

Sin embargo, el trabajo de la Universidad de Vrije, en Ámsterdam (Países Bajos), ha aportado una jugosa conclusión sobre ejercicio físico y depresión: el running —o el ejercicio físico— podrían ser tan útiles como el tratamiento médico. En cualquier caso, no se trata de una medida apta para todos los pacientes y que, a pesar del éxito de la investigación, también tiene su letra pequeña.

En cualquier caso, el estudio, publicado durante el Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ENCP por sus siglas en inglés) apoya la teoría de que correr, como terapia, puede reducir los síntomas depresivos. No en todas las personas, insistimos, pero sí que puede ayudar. Además, en sus conclusiones explican que «los efectos en los resultados fueron bastante comparables a los observados en el grupo que utilizó antidepresivos».

Running contra la depresión: un antidepresivo natural

Un hombre joven práctica running contra la depresión
El problema de ‘tratarse’ con deporte está en la adherencia al tratamiento. ©Freepik.

Ese círculo virtuoso de dormir bien, comer equilibrado, hacer deporte y mantener buenas relaciones sociales son parte de las claves que explican que evitemos la depresión. Es cierto que esta patología, de la cual se estima que afecta a 22 de cada 1.000 personas en España, suponen la segunda enfermedad de salud mental más frecuente. Solo por detrás de los trastornos de ansiedad, la relación de la depresión en nuestra sociedad es un problema en aumento. De la cual, además, conviene conocer sus efectos secundarios, de los que ya te hablamos en THE OBJECTIVE.

Aunque afecta en mayor medida a las mujeres maduras que a los hombres, lo cierto es que sus cifras no dejan de aumentar. Detrás de ella, las realidades que justifican su aparición son muy diversas. Desde factores externos hasta una predisposición genética, lo cierto es que hay medidas que pueden ayudar a frenarla o combatirla.

Es aquí donde metemos en el saco a la calidad del sueño, a una buena dieta o a evitar hábitos de vida sedentarios. Precisamente a donde apunta el trabajo de esta universidad de Países Bajos. Para ello se estudió a 141 pacientes que sufrían de depresión y ansiedad a los cuales se asignaron dos ‘terapias’ distintas.

Unos recibieron una serie de antidepresivos que se conocen como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. El resto probaron a implementar cierta terapia de carrera. Distribuida en sesiones grupales dos o tres veces por semana (con 45 minutos por sesión), debieron ejercitarse durante 16 semanas.

Con los resultados en la mano, el estudio avaló que un 44% de los pacientes —de ambos grupos— notaron mejoría en sus síntomas de la depresión. Por desgracia, en este ‘milagro’ del deporte y la salud mental, hay una letra pequeña que el estudio también ratifica: la adherencia.

El problema de la adherencia

Un hombre joven en el gimnasio
La actividad física juega un papel fundamental en la prevención de la depresión. ©Freepik.

Por adherencia, cuando hablamos en términos médicos, se entiende el comportamiento del paciente al corresponder a las recomendaciones que le han pautado. En este sentido, sería lo fiel que es al ‘tratamiento’. Una realidad que, por desgracia, parece que es más débil en el caso del running en detrimento de los antidepresivos.

Según el estudio, el 82% de las personas que tomaron antidepresivos mantuvieron la adherencia. Por contra, apenas la mitad de los sometidos a terapia de running, cumplieron. En este caso, la cifra se quedó en un 52%, lo cual supone asumir que la adherencia al ejercicio físico era mucho más complicada de mantener y deja en agua de borrajas el running contra la depresión.

No extraña, pues la dificultad de tomar una medicación oral es nula, mientras que el hecho de salir a correr durante 45 minutos dos o tres veces a la semana obliga más al paciente al combatir con running a la depresión. Realidad que colige de forma más que directa con los factores vinculados a la depresión antes mencionados: sedentarismo y poca actividad física.

De esta manera, volvemos a participar de ese uróboros tóxico donde dejamos atrás al deporte y, a medida que lo aparcamos, aumentamos el riesgo de otras realidades. Entre ellas, conviene recordar la realidad paralela que hay entre ejercicio físico y calidad del descanso. O, también evidente, la vinculación entre estilo de vida, depresión y calidad del sueño.

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