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Los guardias civiles critican la compra «masiva» de radares mientras Tráfico se vacía de agentes

Tráfico ha aumentado un 22% la ‘flota’ de dispositivos de control en 2022. Su plantilla, mientras tanto, ha perdido a casi un millar de agentes en diez años

Los guardias civiles critican la compra «masiva» de radares mientras Tráfico se vacía de agentes

Tres agentes de la Guardia Civil durante un control en la A-5. | EP

La adquisición que ha hecho pública esta semana la Dirección General de Tráfico (DGT) de 70 radares más para controlar la velocidad en las carreteras españolas por valor de 610.678 euros ha ‘incendiado’ las plantillas de la agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Su razón es conocida y es que, según denuncian, desde el Ministerio del Interior se apuesta por incrementar «masivamente» el número de este tipo de dispositivos mientras las unidades de este sector se vacían desde hace una década. 

El gasto de la DGT en estos radares se enmarca dentro la inversión de algo más de 17,5 millones de euros que Tráfico tiene previsto gastar en la compra de 300 nuevos radares, de los cuales 180 son de tramo para controlar la velocidad entre los puntos en carretera y 120 fijos. Este departamento, dependiente del Ministerio del Interior, publicó a finales de agosto el anunció de la licitación del suministro y de su instalación en el Boletín Oficial del Estado (BOE)

Los datos, en cualquier caso, avalan las críticas de los agentes. Las estadísticas que maneja el departamento dirigido por Fernando Grande-Marlaska, a las que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, sitúan en 8.528 la cifra actual de agentes de Tráfico en España, cuando en 2012 estaba en 9.634. Es decir, la plantilla ha disminuido un 13%, casi en un millar, en los últimos diez años. 

Un 22% más de radares

Frente a estas cifras, con esta nueva operación, la Dirección General de Tráfico aumentará su ‘flota’ de radares en un 22,6%. Se añadirán a los 780 fijos de control y 545 móviles de los que dispone actualmente la DGT, lo que suma un total de 1.625 dispositivos. Para Jucil, asociación mayoritaria en el Consejo de la Guardia Civil, la política de reducción de personal y el aumento de sistemas de control y vigilancia no ha paliado la siniestralidad, sino que ha afectado «al grado de accidentalidad en las vías y carreteras públicas». 

«Se opta por un control automático con radares y otros sistemas de vigilancia en lugar de por la presencia de guardias civiles en las carreteras. Esto ha supuesto una desatención, sobre todo de las vías secundarias, donde cada vez es más difícil cruzarse con una patrulla, cuando en muchas ocasiones la simple presencia de los agentes logra mejores resultados en el tráfico, sin tener que recurrir a un sistema que parece más interesado en la sanción y en la recaudación, que en la buena marcha de la circulación rodada», critica el secretario general de Jucil, Ernesto Vilariño. 

Un punto que, en cierto modo, avalan las cifras de siniestralidad de este verano. Los expertos auguraron que podía ser la época estival con más accidentes en carretera por el fin de las restricciones de la pandemia y la falta de agentes. Un pronóstico que se ha cumplido. Según los datos de la DGT, en julio y agosto se contabilizaron 225 fallecidos a causa de un siniestro, lo que supone un incremento del 17% respecto a los datos del año pasado. 

Un agente para 140 kilómetros

De hecho, según el cálculo de las asociaciones del instituto Armado, este verano solo ha habido un único guardia civil por cada 140 kilómetros de carretera para vigilar el Tráfico este verano. La unidad cuenta con 8.528 agentes, pero si se elimina de esta cifra a la plana mayor, a los que realizan tareas burocráticas en los subsectores de Tráfico, y a quienes cogieron vacaciones durante este periodo, solo quedan unos 4.600 agentes para patrullar todas las vías del país

Para la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC), a la diáspora de agentes, añaden que también son cada vez menos los que dedican apostar por la realización de la especialidad de tráfico. Uno de los motivos de este declive, sostienen, es la falta de atractivo económico, acentuado desde que el recorte que acometió hace unos años la DGT en su asignación. 

Fue, prosiguen, cuando decidió apostar por instalar más radares, «que sirven para llenar las arcas de Hacienda, pero no para apoyar la labor fundamental que llevan a cabo los guardias civiles de la Agrupación». Quienes «prestan numerosos auxilios a los usuarios de las vías y salvan vidas poniendo la suya en riesgo en muchísimas situaciones», concluyen desde AEGC.

En cualquier caso, parece que no todo está perdido. Recientemente, el director general de Tráfico, Pere Navarro, admitió que no se veían guardias civiles por las carreteras y aseguró que le gustaría contar con más efectivos, porque «la mejor tecnología para evitar accidentes» es la policía de tráfico. Lo dijo durante su comparecencia en la Comisión de Interior del Congreso para dar cuenta de los presupuestos de 2023 en materia de tráfico, en respuesta al diputado de Vox José Alcaraz, quien ha aseguró que durante el verano había circulado casi 2.000 kilómetros sin encontrar ninguna patrulla de la Guardia Civil en la carretera.

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