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Cultura

Toni Roldán: «La economía española lleva 20 años paralizada»

El exdiputado de Ciudadanos conversa sobre su paso por la política y la España que pudo ser

Toni Roldán Monés (Barcelona, 1983) es director del Centro de Políticas Económicas de Esade. También es profesor visitante en práctica en el Instituto de Políticas Públicas de la London School of Economics. Antes de incorporarse a Esade, Roldán fue diputado del Congreso de los Diputados, portavoz de Economía y responsable de Política de Ciudadanos. Es coordinador del volumen Un país posible. Manual de reformas políticamente viables (Deusto, 2023).

P.- Naciste en Barcelona, pero tu familia vivía en Madrid.

R. – Ni madre es catalana y en el momento de mi nacimiento decidió ir a dar a luz a Barcelona, para que fuese catalán (ríe). Además allí tenía el apoyo de su familia.

P.- En Madrid vivías en Emilio Rubín. ¿Quién más vivía en esa comunidad?

R.- Allí se reunieron, a principios de los 80 una comunidad de artistas e intelectuales muy interesantes. Eduardo Úrculo, por ejemplo, un magnífico pintor asturiano, completamente loco, íntimo amigo de mis padres, que nos pintaba de indios, sacaba un revólver Winchester y se ponía a disparar. Otro pintor, Eduardo Sanz. También Elías Díaz, filósofo del derecho, que hace unas paellas estupendas.

P.- ¿Cuánto te ha influido criarte en un ambiente de destacadas personalidades progresistas?

R.- En mi casa se vivía muy de cerca la política. Mi padre, Santiago Roldán, había estado muy implicado en el Partido Comunista y estuvo en la formación del PSC en Cataluña, aunque era andaluz y había escrito el programa económico del primer PSOE, el de Felipe González. Fue rector de la Menéndez Pelayo y escribía una columna muy relevante en Cuadernos para el diálogo; firmaba con el seudónimo Arturo López Muñoz. Y mi madre llegó a ser la jefa de la oficina Económica del Presidente del Gobierno. Teníamos un entorno muy socialista, estimulante y con gente muy libre, con muchas ganas de cambiar las cosas y con una enorme ambición de hacer un país mejor.

P.- Muy socialista, pero un socialismo más apegado a lo material que a lo identitario.

R.- Cuando me tocó escribir el programa económico de Ciudadanos me volví a leer algunas de las cosas que planteaba y en los principios se parecía mucho a los programas de Podemos. Luego mi padre se hizo reformista, solchaguista, pero al principio era muy revolucionario en lo material. Pero desde luego, el cambio en nuestra generación y desde luego en mi periodo político más grande ha sido el del retorno de la incursión, de las batallas culturales y de la identidad. Actualmente me preocupa que estamos perdiendo el espacio de centralidad crítico con las dos partes, que es lo que permite construir consenso.

La polarización contamina y no sólo nos gusta ser tribales sino que también nos gusta sentir satisfacción al ser reconocidos por nuestro propio grupo. Creo que PP y PSOE son 2/3 del electorado, pero esta contaminación de los extremos hace que tengas que asumir argumentos más radicales. Un líder tiene dos opciones: explotar la ansiedad de los ciudadanos o no hacerlo. No creo que ninguno de los dos líderes de los dos grandes partidos crea que participar en el crecimiento de esa ansiedad sea positivo, pero los dos la usan de manera habitual.

Foto: Carmen Suárez

P.- ¿Consideras que las conductas políticas de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo son moralmente comparables?

R.- Yo he venido a hablar de mi libro (ríe). Me gusta mucho que en ambos lados haya personas que sea agarre institucional y agarre intelectual. De Feijóo pienso que, aunque discrepe en cosas con él, es una persona que entiende lo que es una administración, que trabaja y conoce los diferentes niveles. Creo que en términos de tono y demás, me gustaría que fuera más ambicioso en su renuncia a Vox. Y Sánchez creo que es más bien oportunista, y desde luego muy efectivo en su oportunismo.

P.- En tu libro demuestras que no has perdido la esperanza reformista, pero parece que estamos en una etapa en España en la que ya no hay espacio para el diálogo.

R.- Yo ya escribí un libro con Luis Garicano en 2015, que después fue el programa económico de Ciudadanos. Para mí esto es en parte una respuesta a lo que hicimos mal entonces. Nos dimos cuenta de que hay cuestiones muy relevantes que ojalá hubiéramos sabido antes, y no es que no lo supiéramos, pero los economistas tienden a ser muy arrogantes. Este libro es mucho más optimista. Además, este libro también hace una mención muy importante de la desigualdad. Ojalá los partidos hablaran un poquito más de cómo corregir la desigualdad para mejorar la productividad. En Cataluña, por ejemplo, si naces en una familia del 25% más bajo de la distribución tienes cuatro veces más de posibilidades de repetir curso que una familia del 25% más alto. Hay una serie de cosas en España que se pueden y se tienen que corregir y que son ganadoras para los dos partidos. Me gustaría que en vez de estar peleando todo el día se pudiera abogar por una política reformista y que cambiase las cosas, porque en cuatro años se puede conseguir.

P.- ¿Crees que la descentralización del Estado complica la aplicación uniforme de esas reformas?

R.- Creo que debería haber elementos de coordinación más fuertes en el que se dijese: «Oye, este dinero se te va a dar a cambio de que tú demuestres que hay resultados y que esto no lo están capturando tus élites locales para hacer lo que quieran». En España, desde luego, faltan mecanismos para hacer más política ambiciosa, federal, en ámbitos evidentes y básicos como la educación.

P.- En la introducción dices que España no ha mejorado su renta per cápita desde el año 2005.

R.- Sí, ese es el punto de partida del libro. Los datos son muy preocupantes; la productividad de la economía española lleva 20 años paralizada. Tienes, básicamente durante 45 años, una convergencia con Europa desde los años 60 hasta la crisis financiera, en el que pasas de estar 30% por debajo de la media europea en renta per cápita a un 9% por debajo justo antes de la crisis, en 2007. Y ahora estamos en camino divergente. Nos estamos alejando de la media en renta per cápita de Europa.

P.- ¿Qué ha pasado para que en los últimos 40 años haya empeorado la movilidad social?

R.- De pronto tienes la transición hacia la democracia, la inserción de la mujer en el mundo laboral y tienes la implantación del capitalismo moderno en España que permite incorporar a las grandes clases medias a una economía moderna y de servicios. Por lo tanto es cierto que, tras esos grandes cambios, podríamos decir que no hay suficiente meritocracia pero si miras la evidencia no es tanto así. Es verdad que queda mucho camino por recorrer pero no creo que el ascensor social en España esté colapsado.

P.- En tu opinión, ¿cuáles son las propuestas más sencillas de llevar a cabo?

R.- El refuerzo educativo, por ejemplo, y ahora se ha demostrado su necesidad tras los resultados de PISA. También se podría invertir el dinero procedente de Europa en hacer programas tipo bootcamp de seis meses en el que realmente aprendas oficios extremadamente demandados, donde hay unas vacantes gigantescas en el lugar con más paro estructural de Europa, y así generar un impacto en esa población que ni estudia ni trabaja en España. Otra propuesta sería atraer talento para la sustitución de las élites académicas, pues el ‘baby boom’ se jubila. Existe una cantidad de talento esparcido por el mundo que evidentemente remunera mejor esa capacidad que nosotros, y por ahí deberíamos tirar.

P.- ¿Por qué España tiene ese paro juvenil tan elevado?

R.- Mira, hay una causa muy clara. Durante los años del boom millones de chavales abandonaron los estudios porque podían ganar en la obra 4.000 € con 16 años y comprarse un coche y emanciparse. Cuando reventó el boom, todos esos chavales se quedaron en la calle y no tenían una formación que les sirviera para nada más que para la construcción. En general hemos hecho políticas muy malas. Además hay un problema de oferta y de calidad universitaria, y creo que hay que hacer algo más de planificación hacia lugares que permitan emplearse más o premiar más a los departamentos que realmente están creando empleo enorme.

P.- En la economía española tiene un exceso de peso el sector servicios; la hostelería, el turismo… ¿cómo influye esto?

R.- El turismo es muy alto en España y eso hace que de media tengamos una totalidad de trabajadores un poco menos productiva. Hay otras causas, empresas muy pequeñas en comparación con las empresas alemanas; al mismo tamaño no somos menos productivos que los alemanes pero tenemos muchas más empresas pequeñas. Hay un debate muy interesante, intelectual, que no está resuelto, que es como el pez que se muerde la cola. Quiero tener una economía que genere más valor añadido pero no puedo hacerlo porque no soy productivo y si subo los salarios voy a generar desempleo. El problema de España era la precariedad, porque también afecta a la productividad. La gente no invierte en formación, generas esta dinámica de dualidad laboral enormemente perjudicial. Y lo cierto es que con la reforma laboral tienes ahora 3 millones más de trabajadores indefinidos que en 2019. Y además un crecimiento del SMI del 50%.

Foto: Carmen Suárez

P.- ¿Te da rabia que se hable poco de cosas que el Gobierno ha hecho bien?

R.- Sí. Nosotros lo sufrimos mucho entre nuestros grupos de amigos, y ojalá hubiera unos debates un poquito más sofisticados sobre políticas públicas.

P.- Cerramos con la pregunta habitual: ¿a quién te gustaría que invitáramos a Vidas cruzadas?

R.- Creo que deberías invitar a Andreu Mas-Colell.

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