Una cita sin luna en el patio central
«Cada una de mis caladas guiaban sus pasos en la oscuridad. No había luna, y tan solo el crujir rítmico de sus pasos me hicieron saber que se acercaba»
«Cada una de mis caladas guiaban sus pasos en la oscuridad. No había luna, y tan solo el crujir rítmico de sus pasos me hicieron saber que se acercaba»
«Exagerado, desproporcionado, nervioso. Levanté una ceja: jugable, gustoso»
«Su cabeza, como una luna llena, me miraba a lo lejos desde una esquina de la ventana. Me resultó atractivo: pequeño, moreno y sudado»
«No hay nada que me resulte más bello que un cuerpo desnudo; me deleito con y en ese cuerpo con sus gestos, voces y modos de moverse»
«Sacó la lengua y la apretó un poco más sobre mí, entrando entre mis labios y rozando por un segundo un extremo del clítoris»
Aturdidos e incontinentes; así se despiertan los amantes duraderos, longevos y convivientes tras una noche regada de pasiones maduras
«Conectaba pecho y bíceps en oraciones ya leídas en otra ocasión pero hoy , en sí misma, su axila comenzaba un nuevo párrafo. Un nuevo deseo, una nueva historia»
«Quiero que estrangule mi pecho; que me apriete fuerte este par de tetas que se hincha en cada toque de sus dedos en el cielo de mi boca»
«Follaron y follaron, y en cada beso, en cada lamida de pezón, en cada gruñido de la barba de él sobre su cuello, su letanía iba aumentando: ‘Que acabe ya esto’»
«Me corro en su alma y mientras lo hago mi médula errante encuentra su rumbo: el suyo y el mío juntos»
En pleno éxtasis niagaresco, la puerta comienza a deslizarse inesperadamente. Va en la dirección contraria a lo esperado y deseado. Deambula lenta, parsimoniosa. El chorro golpea imparable y fuerte
«Le pongo mis brazos por la cintura y acaricio un rato su pecho. Me entretengo en su ombligo hasta que me gruñe un ‘¡basta!’ sin palabras»
«Cuenta Amanda que, en poco rato, comenzaron a llover orgasmos; así lo dice, elige el verbo sobre una acción literal»
«Ni Neruda, Lope o Benedetti podrían susurrarme mejor en cada embate de su cadera sobre la mía, que la simple idea de sus ganas de mí»
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