Un perro nunca es un buen regalo. Se puede hacer con la mejor de las intenciones, sí, pero no está bien. Cuando una persona decide adoptar, se compromete, si todo sale bien, a cuidar, amar y respetar a ese animal por los próximo 10 o 15 años. Es, por lo tanto, una decisión que debe ser meditada y consultada con los otros miembros de la familia. Con la idea de promover la adopción responsable, en Navidad se realizan campañas de concienciación y hay asociaciones que incluso congelan las adopciones durante las fiestas para evitar así adopciones impulsivas. Sin embargo, cada año miles de perros esperan bajo el árbol.